De España a Suiza con el maletín de billetes.
Antaño se iba con las picas, morriones, gallinas y cantineras. De España a la Helvetia, la patria de
los grisones, los calvinistas, los queseros... Camino Español se llamaba, el
que seguían los hispanos cuando circulaban por la Europa desangrando sus
bolsas de monedas de oro y plata, regando con las entrañas del Potosí y
Zacatecas las bancas no rotas de los banqueros de rizos rubios. Y para los
españoles nada, salvo la gloria y la escoria.
De
Barcelona para Génova y de Nápoles para Milán, tercios de tierra con olor a
brea de galera, un reguero de desesperados con pluma roja y chambergo, todos
juntos a orillas del lago de Como, y a apañar por la Valtelina maravilloso
valle de nieves y vinos, Bormio, Bolzano, Merano... Tirol! Atravesar la Suiza de los pactos, las
amenazas, el Fuerte de Fuentes, la guerra de Mantua, la sucesión de Este, la bisagra de Saboya, la
mueca de Richelieu, los Gonzaga, las misiones secretas de Rubens y Velázquez,
los impresos de Zurich, de Basilea, Ginebra... hogueras de libre albedrío y los
cuatro jinetes herrando sus caballos.
El duque
de Alba se inventó el camino para llegar –no se lo pierdan- a Flandes. El
sueño de clavar una pica bendecida en Castilla. Las Españas, Suiza, Estrasburgo,
el Franco condado, la Alsacia,
Westfalia, Cleves… y las Provincias del Norte! cambiando la ruta a cada mordisco francés, y allí los Mastrique, la Flesinga y los Mendigos
del Mar, hoy no sabemos cruzar la calle y antaño un español se cruzaba media
Europa entre flechas inglesas de un metro y sin paga de tres años.
Y el
dinero a chorros en la Suiza
de los lectores.
Hoy, como
entonces, les llevamos nuestro dinero hasta Suiza y seguimos con nuestros
cuerpos hasta Alemania, mientras los poderosos siguen en Palacio corriendo toros
y cañas antaño de palo y hoy de cerveza… cerveza alemana, con periodicidad
suiza.
Camino español lo llaman.
Camino español lo llaman.