jueves, 29 de agosto de 2013

BANDERAS TIRANAS












Es lamentable que el sentido común no nos haya dictado ya una solución sobre qué hacer con las banderas republicana y la rojigualda con el águila de San Juan.



Es una pena porque, a falta de un mínimo de empatía social, nos estamos lanzando a un debate liliputiense sobre si son legales, constitucionales, aconstitucionales, paralegales, ilícitas, preconstitucionales, legales en su exhibición pero no en su proclamación, nos restregamos textos, sentencias y reseñas de sentencias como si éstas resolviesen algo, etc. etc. Puff.



No voy a hacer hoy un estudio sobre cada una de ellas, que lo merecen cada una, -conste- por su apasionante interés histórico y antropológico para entender a España o mejor, Iberia.



La polémica, para los Españoles por el mundo que cada vez son más, ha surgido (la causa inmediata, no la eficiente, ni la remota, ni la mediata) porque unos lelos de las Nuevas Generaciones del Partido Popular de España se han ido haciendo fotos con gestos o banderas franquistas o directamente neonazis.



Y se ha agravado porque otros más lelos aún –éstos son los peores, los adultos responsables de sus niñatos- se han limitado a recriminarles, como cosa de chiquillada, en lugar de expulsarlos de forma automática. No se dan cuenta de que cada día que pasa sin expulsarlos del PP, será un año más que tendrán que sufrir el que el PSOE le exija en el Parlamento la condena del franquismo. Allá ellos. Y los otros.



Como digo, no voy a hacer un estudio histórico intentando justificar cada una, lo bueno y lo malo, la historia del BOE de cada una, aunque sea una historia preciosa, porque hoy no toca que si no me distraigo y me quedo hasta las tantas escribiendo sobre lo accesorio. Me limitaré a matizar dos cosas antes de que algún listo intente dejarme en evidencia:



1) la bandera republicana, con la franja morada, sería realmente la de la II República, pues la I mantuvo los dos colores rojo y amarillo, y por tanto no sería propiamente la de los ideales republicanos sino los específicos de esa II República tan guay para muchos y tan horrenda y sectaria para otros; bueno, eso es verdad, pero también lo es que en la I República se dieron en los primeros momentos de la Revolución de 1868 movimientos republicanos que ya enarbolaban la tricolor y así consta por ejemplo en descripciones de las revueltas en tierras valencianas –otra cosa es que las diversas facciones terminaran transigiendo en mantener sólo los dos colores; frente a eso, también sería verdad que el morado no era inicialmente un color subversivo por republicano, sino más bien por masón, como parece desprenderse de las investigaciones sobre el toque morado de la bandera que bordaba –o dicen que bordaba- Mariana Pineda, llevada al cadalso por silenciar a sus supuestos cómplices republicanos cuando quizá lo que escondiera fuera una cuadrilla masónica. 2) El águila de San Juan no es un invento de Franco sino que ya la usaban los Reyes Católicos, aunque es cierto que Franco modificó el escudo retirando los símbolos de las dos Sicilias y reforzando el castellano leonés. Seguramente habré dicho algo más matizable aún, o rectificable, hoy me da un poco igual, porque lo lamentable supera a lo instructivo.



Lo lamentable es que nuestros abuelos se tragaran todo lo que se tragaron, unos a otros y otros a unos, unos antes con Franco, y otros después y cada uno con su drama personal ya fuera del 36, del 39 o de los 40 años siguientes, con tal de que sus nietos (NOSOTROS) tuviéramos un país mejor para vivir. Y los nietos, los niños, los NIÑATOS, que no nos enteramos ni de la décima parte, nos dediquemos ahora a jugar a presumir de historia como si fuéramos nosotros los fusilados, los torturados, los exiliados. Se me revuelven las tripas sólo de pensar que ahora nos tocase vivir bajo cualquiera de esas dos banderas.



Estoy seguro de que siempre podremos encontrar diferencias entre una y otra bandera, que si ésta es más legal que la otra, menos mala, más histórica… pamplinas hoy.



En mi opinión, y aquí termino por hoy, da igual si son legales, constitucionales, delictivas, etc., porque sencillamente las dos son DEPLORABLES ((sé que me lloverán piedras)). Y lo explico. Me da igual todo lo demás que rodee a una bandera, si sé que con la misma se cometieron atrocidades entre hermanos, y no con carácter aislado sino como parte de una contienda fratricida organizada, prolongada, sistemática, cruel.



Cualquiera que haya leído conoce cientos de casos en los que se han cometido las peores barbaridades, los mayores horrores y las crueldades más inimaginables, por gentes que tenían una u otra de esas dos banderas en una mano y un arma en la otra. Si uno no es muy joven, además, habrá oído de personas conocidas docenas de casos particulares en los que eso se produjo. Ello significa que, cuando uno saca a pasear cualquiera de esas dos banderas, está imponiendo a un buen porcentaje de españoles un montón de recuerdos trágicos, absolutamente repugnantes, que sólo provocan sentimientos de miedo, dolor, y de ahí se pasa al odio y a la sed de venganza por cosas que realmente ocurrieron a otras personas y en otros lugares. Pretender ser herederos de aquéllos para lo bueno y no para lo malo, como pensando que “mi abuelo o mi padre sí merece respeto y el tuyo no”, es tan abyecto como ignorar que la gran mayoría de los seres humanos (incluyendo los españoles de entonces) fueron mucho menos libres de lo que parece para decidir nada, pues los acontecimientos de un país convulso se los llevaron por delante como hormigas en medio de un huracán. Los verdaderamente culpables, malos y retorcidos suelen ser minorías y todo el resto suele ser la víctima ya de unos o ya de otros.



Pasear las banderas que lucían orgullosos los criminales de uno y otro bando me parece inmoral, por todo el dolor que generaron, y sin que sea excusa el que bajo tales banderas también hubiera mucha gente bienintencionada, intelectuales preparados, personas con humanidad.



Los republicanos de hoy podrán decir que ellos no tienen la culpa de lo malo que pasara en la II República y que siempre hay ”descontrolados” en toda campaña hermosa (en fin, habrá que comprarles esa historia, si es la que les gusta), pero yo sinceramente no puedo sentir mucho aprecio por una II República que se levantó en el Ateneo pero se fue a dormir a una Checa, y les planteo lo siguiente:



El día que los republicanos renuncien a la franja morada y adopten la bandera roja y gualda, ese día sí deberá temblar la monarquía española porque es cuando multiplicarán por cinco sus adeptos. Si aceptaran un consejo, yo les diría que ser republicano no exige adorar una bandera que sembró el horror en millones de españoles (aunque quizá ellos piensen que esos aterrorizados merecían sufrir ese terror). Lo cierto es que mientras mantengan la franja morada, para media España seguirán pareciendo un montón de conciudadanos empeñados en revivir momentos traumáticos para millones de españoles. Y lo mismo pienso para los que sacan orgullosos la que tanto usó Franco.



No puedo entender que unos compatriotas quieran que otros sufran de miedo o de dolor, ni con una bandera ni con la otra, y para entender eso no hace falta que llamemos al Tribunal Constitucional ni a los Juzgados de Instrucción.

domingo, 18 de agosto de 2013

SOLUCION A GIBRALTAR: “EL BARBACOAS”











España hace mal en pensar en la Ley para resolver lo de Gibraltar, como si la Ley sirviera alguna vez para algo. Tampoco hace falta mandar legiones de barcas ni de barcos; esto lo puede arreglar un hombre solo. Bellido Dolfos con Pedro el Cruel, David con Goliat, Judith con Holofernes, Charlotte Cordeille con Marat, Dalila con Sansón, el Señor Lobo con Pulp Fiction… ¿Quieren más ejemplos? Es mejor un profesional bien pagado que cien aficionados alocados para acabar con el Coronel Kurtz. Mi profesional es: “EL BARBACOAS”.



   Mi plan: yo dejaría a los británicos acabar la urbanización ésa de superlujo. El truco está en que España compre uno de esos adosaos (no son otra cosa, aunque con paredes de Macael) megafashion. Lo compra España pero lo pone a nombre de “El Barbacoas”. ¿Quién es este hombre? Bueno, habrá que hacer una selección, pero material no nos falta, sólo hace falta conseguir un Barbacoas que garantice la finalización de la tarea.



   El Barbacoas se instalará en su adosao de Gibraltar, y empezará la función. Imaginen al Barbacoas cada noche en su adosao, asando los pinchos a toda humareda, con la cinta casette de los Chunguitos y la familia bailando justo a tres metros del chalet de Kevin Costner, de los Beckham, de la suegra de Picardo… El Barbacoas plantará su parrilla justo pegada a la medianera con los rosales de los Duques de Kent, que se atufarán con el olor a aceite pesado de la sardina y la orza de chorizos de Cantimpalo, y a partir de ahí toda la gama de embutidos, fritos, ahumados, sonidos guturales, expansiones de la vida… que España es grande en creación de ruidos y olores.



   Dirán Ustedes que los gibraltareños ya están acostumbrados a eso pero yo les contesto que los destinatarios de esos chalets no son los gibraltareños sino los chinos y dubaianos que se estén lucrando con el juego ilegal, el contrabando, las llamaditas de los colgados, los incorruptos del mundo… así que ésos no saben nada de nuestros humos (sentido literal), ni de nuestros saraos, vamos, que consiste en plantarles la Playa de la Caleta en pleno Gibraltar de Luxe. Por supuesto, el Barbacoas debería ir a todas las reuniones de comunidad a montar gresca, debería ensuciar los elementos comunes con colillas, huesos de aceituna, y toda la miscelánea de residuos humanos que son propias de un nacional.



   La gente empezaría a vender sus propiedades, los precios de la misma caerían y poco a poco España podría ir enviando a nuevos Barbacoas a que se hagan cargo de los adosaos en venta, hasta hacerse con el control.



   El sistema podría extenderse a otros barrios gibraltareños. En España tenemos millones de personas capaces de destrozar la convivencia en una calle o en una comunidad de vecinos, no hace falta siquiera mandarles a Ada Colau como dije el otro día, basta con aplicar lo que sabemos hacer desde hace siglos: el jorobar al vecindario.



   Si hiciéramos eso, cambiaría la composición de la población gibraltareña, no haría falta convencerla porque bastaría con sustituirla.



   Aparte, quedan mecanismos extremos como es que, una vez que el Barbacoas y los suyos hubieran tomado el control de la ladera Este de Gibraltar, la declararan independiente y el Gobierno español les reconociera el derecho a decidir y decidieran integrarse en España. Esta solución sólo tiene una pega: conociendo a los españoles, es más que posible que, en caso de ejercer ese derecho, lo hicieran en serio y se proclamaran independientes de verdad. Para evitar eso hay que seleccionar a gente de… ¡Vaya, no se me ocurre en dónde encontrar gente verdaderamente patriota! Quizás en el mismo Gibraltar… (dentro, se entiende).

jueves, 15 de agosto de 2013

LA COSPEDAL EN LA AUDIENCIA Y OTROS MITOS DE LA CIENCIA










Si acaso vas a la Audiencia 
de la España Nacional
pregunta por la Dolores
García de Cospedal,
que tiene testifical
para todo el día de hoy,
pues nombrada por Rajoy
secretaria general
la ha llamado el Señor Juez
para ver si de una vez
se aclaran esos rumores
y la buena de Dolores
les pone punto final.





Y allá se fue Cospedal
como reina del Pepé,
para decir “no lo sé”,
“no me acuerdo”, “yo no estaba,
que cuando aquello pasaba
no era yo la principal,
pues me encontraba tan ancha
por mi Castilla-La Mancha
con el traje regional”.





Ha desplegado elocuencia
por las Salas de la Audiencia
nuestra homérica Dolores
regada de presidencia,
como diosa diferida,
por nómina nominada,
con tipex fotocopiada
y herida, o más, acechada,
entre Cascos y entre Arenas
como en las guerras de Atenas
ante las puertas de Troya
y ante tanto giliViva
Dolores de Cospedal,
que se fue a la Nacional
con su melena de diva
para contar al Fiscal
qué se fizo del dinero,
qué del felón tesorero
y qué de los pagos sin IVA
que salieron del despacho
del muchacho barcenero.



La Cospe ha dicho “no quiero
ni sobre ni penitencia”.
No quiere volver a la Audiencia
por lo menos hasta Enero;
que cada palo a su vela,
militante o presidente;
si cae la manta, se siente,
y ha advertido con salero,
cual cisne de mal agüero,
que ella ya no se desvela
por la vela del gerente.

RAJOY, PLEASE, LA VERJA DE GIBRALTAR A FINISTERRE.












Hay que llevar la verja de Gibraltar a Finisterre. Aprovechando que aún es nuestra (vamos, que la puso Franco y que está en suelo español), podíamos contratar sin IVA a algunos autónomos y que la llevasen con nocturnidad hasta Finisterre o las islas Cíes léase Galicia.



Sí, señores, es un error considerar a Gibraltar como un conflicto cuando es una SOLUCION. La solución a todos los problemas de España sería que la península entera fuera británica (Portugal ya lo es como Greta Garbo, pasión de lapa), y el único que puede lograrlo es Mariano Rajoy O´no. ¡Ahora es el momento!



Ya sabemos todos que el PP sólo gobierna cuando obtiene mayoría absoluta porque para el resto de partidos es antidemocrático dejar que gobierne en solitario la mitad conservadora de España. Y ya sabemos que en España todo tiene que conjurarse para que el PP obtenga esa mayoría absoluta, y que “in dubio pro senestra”; por eso Rajoy debe hacerlo ahora, y no puede esperar a la próxima vez que –dentro de unos veinte años- vuelva a obtener su niña otra mayoría aplastante. La razón es sencilla: en veinte años no habrá España.



Señores, imaginen que toda España pasa a ser británica por corrimiento de la verja gibraltareña. Se acababa el problema del separatismo porque, ¿alguien imagina a Londres consintiendo a Artur Mas profesión sus referéndums o a Iñigo Urkullu profesión sus Bildus levantar una ceja (sin segundas)? ¿Qué habría hecho la Queen con Bárcenas, con los ERES, con los desahucios, las preferentes? ¿No estarían más seguras Ceuta y Melilla en manos británicas que en las manirrotas zarpas españolas?. Ya saben todos que para la izquierda española Gibraltar o Perejil o Ceuta y Melilla son trozos de roca por los que no vale la pena pelearse; ya sabemos por tanto que Canarias no deja de ser un trozo de roca algo mayor y que la península entera es un rocón pero al fin y al cabo rocón por el que tampoco discutir. Ya sabemos también que la nación puede ser discutida y discutible (la española, por supuesto, no las “históricas”); ya sabemos que la ley es algo que existe cuando yo mando y es un vestigio cuando tú mandas; ya suponen Ustedes la capacidad que tiene España de hacer algo útil cuando está permanentemente dividida porque es más divertido ver cómo cae el enemigo que ayudar al neutral a vivir feliz…



Señores, España como problema –que dijo no sé quién del 98 o del 27- dejaría de serlo si estuviéramos bajo el yugo anglosajón. Nos tratarían mejor los Estados Unidos y habría que aprovechar antes de que volvamos a poner sillas en el desfile de las Fuerzas Armadas; seríamos compatriotas de Churchill; también de Shakespeare lo que nos va a hacer falta ahora que Cervantes es catalán. Volveríamos a ganar Eurovisión alguna vez; podríamos doblar nuevamente algunas películas (“tres butroneros bengalíes”, “las cuatro nóminas”…); Kartoon sería una película de guerra y no una forma de taparse; The Cavern sería sólo el lugar donde surgieron los Beatles y no el despacho de Bárcenas; los Torys serían sólo un partido y no el símbolo de Ambiciones… tantas cosas que se arreglarían de un plumazo… Hasta la República dejaría de ser una aspiración de los listos, pues ya no tendríamos el apellido Borbón que a tantos disgusta porque dicen que lo puso Franco sino Windsor que suena a 007…



Háganme caso, señores del PP. Si no lo hacen ahora, será imposible en lo futuro porque la izquierda o la anarquía gobernarán de aquí a dos años y desharán lo poco que queda de El Estado Español; si a Gran Bretaña le interesa España es ahora, antes de perder Cataluña, País Vasco, Galicia, quién sabe si Valencia, Canarias, Baleares, Ceuta, Melilla, Perejil, Patones… Fíjense que el Gobierno británico es muy popular porque sus jefes no viven en un palacio (Moncloa) sino en una Street (que es uno de los Hombres de Harrelson), la gente volvería a querer a su gobierno y no le harían escarches porque allí tienen más educación y sobre todo tienen una cosa rara que se llama Policía.



Si no lo hacen por Ustedes –ya sabemos que la inmensa mayoría de Ustedes no alcanzarían puesto alguno en Westminster- háganlo por nosotros, háganlo por mí. Yo estoy dispuesto a soportar ser compatriota de Drake, Morgan y algunos más con tal de serlo también de Nelson y del Duque de York, y dejar de serlo de los Carlines. Renovarse o morir. To renovate, or not to renovate. Además en Benidorm lo agradecerán porque todos los turistas serán ya nacionales (españoles y británicos) y con eso podremos decir que el consumo patrio ha aumentado y nos rebajará la prima por lo menos hasta el 253.



Vamos, todo ventajas. No dejen que continúe sintiéndome como aquello del “Fiel pero desdichado” que ideó -en español- el padre de Marlborough como lema de su linaje.  

jueves, 8 de agosto de 2013

¡AY QUÉ MIEDO, QUE VIENEN LOS BARCOS INGLESES!







Vienen los barcos británicos a posarse en Gibraltar, un portaaviones, fragatas, no sé cuantos Harriers y los monos marinos. La gente se asusta y las tertulias tienen tema, lo consideran grave. Bien, yo creo que es grave, pero para Gran Bretaña.



No esperen cantos patrioteros, ni que me sume a un vocerío estéril. Eso es lo que querría GB, y lo que hay que hacer es contestarle con sus mismas armas: la tranquilidad flemática y usar aquello en lo que somos más fuertes: el sentido del humor y dejarlos en ridículo.



1.- GB manda su flota y España no debería sumarse a ese gesto, aunque algunos lo preconizan. Sin embargo, lo cierto es que la flota española no debe ser tan buena como la británica, y aunque lo fuera nunca se nos ocurriría ni a ellos ni a nosotros lanzar un solo tiro, así que, ¿para qué desplegar los cuatro barcos que tengamos? ¿para gastar más dinero? ¿para que luego aparezca IU o el PSOE o Coalición Galega a preguntar cuánto gasoil se ha gastado? No. Sacar la flota sólo hará que dejarnos en ridículo no sólo porque no tendríamos nada que hacer sino porque para no usarla es mejor no sacarla. Que se gasten ellos el dinero.



Al revés, habría que usar su visita en contra del visitante: Yo invitaría a GREEN PEACE a que mandara el RAINBOW WARRIOR a la bahía para ponerse delante del portaaviones y del resto de fragatas, a buscar la foto de los belicistas ingleses empujando a los ecologistas. El motivo ecológico es claro: una flota de ese tipo en la bahía de Gibraltar será un dolor para el medio ambiente marino, miles de marineros echando basuras, maquinaria pesada lanzando gasoil, arrasando fondos, etc. ¿Hay o no hay motivo para que vengan los ecologistas a protestar contra la Navy?



2.- Aparte, España debería mandar ya un barco grúa a retirar los bloques con pinchos gibraltareños, y acumularlos en la frontera construyendo un MONUMENTO A LA OCUPACION ILEGALGI BRALTAREÑA, algo artístico y colgarlo en Internet, y que la gente española vaya a hacerse la foto en el Monumento a la Ocupación Ilegal Gibraltareña.



Si todo el planeta puede ver por Internet la vergüenza artística del monumento realizado con los mismos bloques que han tirado ellos al agua, empezaríamos a ganar la batalla de la imagen.



3.- Por supuesto, debería haber alguna canción, genialidad, baoiloteo o lo que fuera (y hablo en serio) inventado por esa maravillosa gente del sur, para dejarlos en total evidencia, al estilo de lo que las mujeres de Cádiz inventaron cuando cayeron bombas francesas en el asedio napoleónico (“con la bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”). Si ganáramos la batalla de la risa, se verían ridículos y dejaríamos de tener el complejo típico.



4.- Por supuesto, todo esto es además de que por el Gobierno de España se adoptara de manera flemática la continuidad en las medidas en las que SI SOMOS FUERTES: el control de frontera, la eliminación de concesiones de líneas telefónicas, control fiscal de propiedades, de sociedades, de personas, de asistencias sociales y médicas, de chanchullos, etc., Y QUE MIENTRAS TANTO DEJEN SUS BARQUITOS EN LA BAHÍA CON LOS DE GREENPEACE AL LADO, España no debe hacerles ni caso (eso sí, con toda la pena de que nos arruinen las aguas, pero eso lo van a hacer de todas formas).



España debe demostrar que sabe cuál es el punto flaco de Gibraltar, y atacarlo directamente. España tiene todas las de ganar; sólo le hace falta TENER GANAS. Lo triste es que da la sensación de que España no tiene ganas, quizá porque tiene INTERESES PARTICULARES en que la situación siga como está, y si no al tiempo, porque tanta estupidez en nuestra política no puede ser sólo obra de la naturaleza.

lunes, 5 de agosto de 2013

GIBRALTAR Y EL PARTIDO SOCIALISTA OBRERO EQUIDISTANTE (PSOE)














Señores, Gibraltar nunca será español. No lo será porque ahora mismo es de un país (Gran Bretaña) que es un país y sabe lo que quiere, y España ni es un país ni sabe lo que quiere. Hay que decir, además, que eso no es culpa de los de ahora o de antes, ni de los de un lado o del otro, porque ETERNAMENTE SOMOS ASÍ; por culpa de nuestra división e incompetencia se perdió (eso y todo lo demás), y por culpa de nuestra división e incompetencia jamás se recuperó, a pesar de haber tenido varias oportunidades en las que no se tuvo éxito debido a los amiguismos y a las corruptelas, en lugar de utilizar a gente competente (que se lo digan al capitán Toni, corsario Barceló y sus lanchas para más señas). Es más, por nuestra división e incompetencia yo creo que nunca merecimos ni siquiera tenerlo alguna vez; sólo la casualidad de unos buenos años hizo que durante varios siglos inexplicables fuera español.



   Pero hecha esa concesión al noventayochismo ibérico, quiero también dar la de cal y la de arena: por un lado, empeñarse en recuperar Gibraltar es lo mismo que empeñarse en recuperar la Florida, o Bruselas, o Nápoles, pues se cedió por un tratado firmado por España y los tratados son para ser cumplidos (“pacta sunt servanda”, que decían en Roma). Señores, lo que nos impide reclamar Gibraltar es lo mismo que nos permite proteger Menorca de los ingleses, Canarias de los estadounidenses, o Pamplona o Sevilla de los franceses: un tratado. En este caso, el de Utrecht. ¿Para qué se firmó, si no? Y es cierto que después hubo varios tratados más, pero no nos hundamos ahora en ese lodazal que está muy bien en los manuales, y vayamos al espíritu del pacto: un pacto es un punto final a un conflicto. Si no nos gusta ese tratado había que HABERLO PENSADO ANTES, antes de la Guerra de Sucesión, antes de centrar la vista en la boina propia en lugar del sombrero común, que otro gallo nos hubiera cantado. Por culpa de nuestra división no sólo perdimos Gibraltar, sino también Menorca, Nápoles, Sicilia, Milán, Bélgica… ¿les parece poco? Y ahora lloramos sólo por un peñasco cuando aquella guerra civil hoy convertida en independentista supuso que España perdiera definitivamente su presencia en Europa, gracias en parte a los que hoy presumen de ser los españoles más europeos.



   Esa era la de cal. La de arena consiste en que ese punto final no puede ser un punto de arranque para una nueva historia de agravios, que es en lo que se ha convertido desde el mismo 1713. Dicho de otra forma: de igual modo que debe CUMPLIRSE EL TRATADO PARA MAL, TAMBIEN DEBE CUMPLIRSE PARA BIEN. Lo que no es de recibo es que España respete el Tratado en todo caso, y el Reino Unido lo incumpla en todo caso, durante 300 años. Que se queden con la roca de su tratado, o sea, CON LA ROCA. Que se vayan de las zonas ocupadas ilegalmente, de las aguas ocupadas ilegalmente, de los espacios aéreos ocupados ilegalmente, de las franjas desecadas ilegalmente, de los usos practicados ilegalmente, de los contrabandos, las estafas, las mafias, las evasiones fiscales, las burlas permanentes a nuestras fuerzas armadas, nuestras fronteras, nuestros pescadores, nuestros funcionarios, nuestros compatriotas…



   No voy aquí a hacer un estudio jurídico sobre los derechos de España a recuperar Gibraltar porque ya lo he hecho en otros momentos, y hay gente que lo explica mucho mejor. Creo que hay que seguir reivindicando al cien por cien la devolución, pero sin que el fracaso en ese empeño nos haga pensar que ese objetivo es el único posible; antes bien creo que debe ser el último, pues hay otros objetivos mucho más reivindicables y de forma más fácil; para qué reclamar el bosque si podemos ir árbol por árbol.



   España ha caído en ocasiones en una práctica amistosa con los llanitos, como si poniéndonos piel de cordero fuesen a querer ser españoles. Señores, desengáñense, ningún extranjero en su sano juicio querría ser español, máxime si ya tiene todo lo bueno de serlo y nada de lo malo. Nosotros (algunos) queremos a España como se quiere a un hijo descarriado, pero decirle al vecino que quiera a nuestro hijo mastuerzo es otro tema muy distinto. Pues bien, seamos realistas: en los próximos siglos será muy raro que a los gibraltareños les entre un arrebato de amor a España, Y ESTÁN EN SU DERECHO de sentir como quieran. Pero también  España está en su derecho de NO DEJARSE TOMAR MÁS EL PELO.



Precisamente la convicción de que no recuperaremos Gibraltar por las buenas (ni por las malas, descartada la vía de la fuerza) porque hay un TRATADO, nos debe dar más fuerza moral para decir que el TRATADO DEBE CUMPLIRSE A RAJATABLA. Eso es lo que no hace nunca España.



Si el Tratado se cumpliera a rajatabla, y España aplicara todas sus leyes de soberanía, los gibraltareños se ahogarían por sí sólos, no haría falta ninguna campaña, ningún casus belli, nada de asperezas, la fruta madura que decía F.F.Bahamonde caería sobre los pinchos de los bloques sumergidos y se desinflaría; nadie querría vivir allí, como ocurrió durante muchísimo tiempo en que Gibraltar era un secarral con cuatro cabras.



España tiene intereses con Gran Bretaña y con los británicos, entre ellos el turismo, y no es plan de que parezca que los españoles nos hemos vuelto antibritánicos; yo no lo soy, estoy encantado de que vengan cuando lo hacen para divertirse conforme a la ley, pero sí soy contrario a que me roben con el contrabando, a tener una cueva de Alí Babá en plena Cádiz, a que me estafen los impuestos millonarios de los teleadictos, los beneficios de los no residentes, etc. España debería hacer una campaña no tanto para reiterar sus sacrosantos derechos a recuperar la roquita de los monos sino para avergonzar ante toda Europa y todo el mundo el estercolero de platino en que se está convirtiendo ese peñón con la aquiescencia de Downing Street. Gibraltar es hoy una infamia, no una colonia, y por ahí debería atacar España, pues hasta hoy sólo sabemos enfrentar nuestro orgullo de toro a la frialdad viperina de los anglosajones.



Tratemos a los británicos (incluidos gibraltareños) como personas normales, no como a monstruos, y por tanto exijámosles lo que se exige a cualquier persona: que cumpla las leyes, las nuestras y las internacionales. Yo estoy harto de ver a mis ministros soltar latiguillos en cenorrios de la ONU que luego no van a ningún lado, o aprovechar episodios casuales para malvinizar el tema. Señores, es suficiente con aplicar las leyes y, si hace falta, crear otras nuevas en uso de nuestra soberanía.

  

Claro, que para eso hacen falta dos cosas: la primera es estar limpio, y a saber si todos los españoles de la zona o de la no zona tienen interés en que aquello siga como está. Ojo, no todos los intereses son ilegítimos, pues hay que tener en cuenta que toda decisión conlleva costes y que algunos pueden caer por el camino. Lo que España ha hecho siempre mal (que yo sepa) es no saber crear un incentivo para que los españoles limítrofes a Gibraltar estén encantados de la vida, tengan trabajo, progresen, hasta el punto de que sean los gibraltareños los que estuvieran deseando participar de ese mundo. Por el contrario, hemos dejado abandonada La Línea, el Campo de Gibraltar, hemos creado un erial de suciedad institucional y polvareda que ha lanzado a todos los españoles a querer ser adoptados por Su Majestad la Roca. Y así nos va. La alcaldesa de La Línea se ha quejado de la postura española, y no me parece bien, pero no hay que dejar pasar una cosa importante y es que lleve razón o no está poniendo de manifiesto algo que debe avergonzarnos a todos: el que España no haya trazado desde hace décadas un plan para enaltecer a los españoles de la zona, en lugar de abocarlos a ser los camellos, mamporreros y testaferros de los “zeñorito de zu majetá”.



La segunda es la unidad, y ahí entra el Partido Socialista Obrero Equidistante. Qué pena, una vez más, que la parte más seria de la izquierda parezca menos seria que la peor derecha; que el PSOE, que teóricamente atesora como Smígol (no sé como es) el tesoro de la media España “progresista”, no sepa nunca en qué consista el progreso más allá de llevar la contraria al Partido Popular o de aquello que signifique unidad de acción nacional (o estatal, si les gusta más) de España. Equidistante entre España y sus “naciones”, como ocurre con Cataluña o el País Vasco y sus PSC y PSE. Equidistancia con Gran Bretaña cuando, según el PSOE, España hace aspavientos cuando se queja de que los gibraltareños nos llenen el suelo marino de un Tetris gigante; o equidistancia con Marruecos cuando los amigos africanos acampan en Perejil. Siempre equidistante, pobrecito Partido Socialista que nunca sabe dónde quiere estar sino sólo dónde no quiere estar (nunca junto al PP, nunca junto a lo que signifique sencillamente España sin matices salvo cuando hay medalla deportiva de por medio –y televisión-.). Con partidos mayoritarios equidistantes no se puede ir a ninguna parte. Que eso lo hagan los partidillos del sainete español tiene hasta su gracia, pero que lo haga quien tiene vocación de Estado es imperdonable, y así nos va. El gracioso de las obras teatrales españolas del barroco es un personaje genial, pero nunca dejaríamos a ese gracioso que además hiciera justicia en Zalamea o que ya en el XIX pretendiera conquistar a Doña Inés. Pues sí, nuestro partido socialista es tan equidistante que se quedó en aquello del “ni quito ni pongo rey”, aun a sabiendas de que con esa conducta siempre acaba “ayudando a su señor”, que casualmente siempre es el debilitamiento del Estado (ése que tanto quieren defender, en otros foros, cuando se quejan del progresivo desmantelamiento del ídem ante el capital privado, pero que nunca saben defender cuando el adversario no es virtual sino evidente).



En fin, mi enhorabuena condicionada al Ministro español por su firmeza. Condicionada digo, porque me espero a ver si dentro de quince días seguimos con cara de tener un plan, o estamos ya mirando a todas partes a ver qué ha dicho Venezuela o Cuba o Lituania o Artur Mas.