España hace mal en pensar en la Ley para resolver lo de
Gibraltar, como si la Ley
sirviera alguna vez para algo. Tampoco hace falta mandar legiones de barcas ni
de barcos; esto lo puede arreglar un hombre solo. Bellido Dolfos con Pedro el
Cruel, David con Goliat, Judith con Holofernes, Charlotte Cordeille con Marat, Dalila
con Sansón, el Señor Lobo con Pulp Fiction… ¿Quieren más ejemplos? Es mejor un profesional
bien pagado que cien aficionados alocados para acabar con el Coronel Kurtz. Mi profesional es: “EL BARBACOAS”.
Mi plan: yo dejaría a los británicos acabar la urbanización ésa de
superlujo. El truco está en que España compre uno de esos adosaos (no son otra
cosa, aunque con paredes de Macael) megafashion. Lo compra España pero lo pone
a nombre de “El Barbacoas”. ¿Quién es este hombre? Bueno, habrá que hacer una
selección, pero material no nos falta, sólo hace falta conseguir un Barbacoas
que garantice la finalización de la tarea.
El Barbacoas se instalará en su adosao de Gibraltar, y empezará la función.
Imaginen al Barbacoas cada noche en su adosao, asando los pinchos a toda
humareda, con la cinta casette de los Chunguitos y la familia bailando justo a
tres metros del chalet de Kevin Costner, de los Beckham, de la suegra de
Picardo… El Barbacoas plantará su parrilla justo pegada a la medianera con los
rosales de los Duques de Kent, que se atufarán con el olor a aceite pesado de
la sardina y la orza de chorizos de Cantimpalo, y a partir de ahí toda la gama
de embutidos, fritos, ahumados, sonidos guturales, expansiones de la vida… que
España es grande en creación de ruidos y olores.
Dirán Ustedes que los gibraltareños ya están acostumbrados a eso pero yo
les contesto que los destinatarios de esos chalets no son los gibraltareños
sino los chinos y dubaianos que se estén lucrando con el juego ilegal, el
contrabando, las llamaditas de los colgados, los incorruptos del mundo… así que
ésos no saben nada de nuestros humos (sentido literal), ni de nuestros saraos,
vamos, que consiste en plantarles la
Playa de la
Caleta en pleno Gibraltar de Luxe. Por supuesto, el Barbacoas
debería ir a todas las reuniones de comunidad a montar gresca, debería ensuciar
los elementos comunes con colillas, huesos de aceituna, y toda la miscelánea de
residuos humanos que son propias de un nacional.
La gente empezaría a vender sus propiedades, los precios de la misma
caerían y poco a poco España podría ir enviando a nuevos Barbacoas a que se
hagan cargo de los adosaos en venta, hasta hacerse con el control.
El sistema podría extenderse a otros barrios gibraltareños. En España
tenemos millones de personas capaces de destrozar la convivencia en una calle o
en una comunidad de vecinos, no hace falta siquiera mandarles a Ada Colau como
dije el otro día, basta con aplicar lo que sabemos hacer desde hace siglos: el
jorobar al vecindario.
Si hiciéramos eso, cambiaría la composición de la población
gibraltareña, no haría falta convencerla porque bastaría con sustituirla.
Aparte, quedan mecanismos extremos como es que, una vez que el Barbacoas
y los suyos hubieran tomado el control de la ladera Este de Gibraltar, la
declararan independiente y el Gobierno español les reconociera el derecho a
decidir y decidieran integrarse en España. Esta solución sólo tiene una pega:
conociendo a los españoles, es más que posible que, en caso de ejercer ese
derecho, lo hicieran en serio y se proclamaran independientes de verdad. Para
evitar eso hay que seleccionar a gente de… ¡Vaya, no se me ocurre en dónde
encontrar gente verdaderamente patriota! Quizás en el mismo Gibraltar… (dentro,
se entiende).
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