miércoles, 25 de diciembre de 2013

EL ROBO DEL IVA SOBRE EL IMPUESTO DE ELECTRICIDAD. QUE LO DEVUELVAN.






No hace falta enrollarse mucho sobre esto. Llevamos varios días analizando las estafas milmillonarias que conlleva el sistema eléctrico español.



Tanta explicación del lío tiene algo de contraproducente, porque el agobio ante tanto embrollo nos impide reaccionar. Pero hay dos cosas muy sencillas que no necesitan explicación, y cuya culpa es 100% del Estado:



La primera es la de las subastas de precios. ¿A qué diantre obedece que tengan que entrar operadores a subastar qué, cuando esto no hizo falta durante decenios, y encima tratándose de especuladores que no hacen más que llevarse el dinero de España por no hacer nada?



Segunda: El IVA en la factura de la electricidad. Se impone sobre la suma de una serie de conceptos, incluido el Impuesto sobre Electricidad. Pero ese impuesto sobre otro impuesto no debería darse, debería excluirse el Impuesto eléctrico de la base a la que se aplica el 21% de IVA. ¿Dónde se ha visto que un impuesto pueda gravar a otro? Mejor, lo corrijo, porque se ve todos los días, pero no debiera ser.



¿Qué es un tributo? Pues lo dice muy clarito la Ley General Tributaria, en su artículo 2.2., letra c): impuestos son: "los tributos exigidos sin contraprestación cuyo hecho imponible está constituido por negocios, actos o hechos que ponen de manifiesto la capacidad económica del contribuyente".



Que yo sepa, el Impuesto de Electricidad no es un negocio, ni un acto, ni un hecho. Es una carga, una obligación legal. Imponer un impuesto sobre otro significa doble imposición, lo que está prohibido por todo sistema fiscal serio.



Así pues, hay una parte inflada ilegalmente en la factura de la electricidad que no necesita tanto listo ni tanto tonto en las tertulias explicando nada: es un ROBO, y como tal ROBO DEBE DEVOLVERSE, lo que no harán por supuesto porque ESPAÑA ENS ROBA EN LA FACTURA DE LA LUZ, (como mínimo por el doble impuesto, y aparte por otras muchas cosas).



Me gustaría saber si a algún partido de esos que dicen que sí nos representan le interesa esta cuestión. Y si le interesa a Europa (a ella no, porque ella se nutre también del IVA en una pequeña parte, antes era el 1% de toda la recaudación, así que le interesa que se nos siga robando a los uropeos para seguir construyendo esta Europa que ya no es la EUROPA DE LAS NACIONES SINO LA EUROPA DE LAS RACIONES.



Ale, Feliz Navidad.

lunes, 23 de diciembre de 2013

EMBRIONES Y TRAPOS SUCIOS








Quisiera saber por qué los humanos somos la única especie que no sabe qué hacer con sus embriones.

Quisiera saber cómo nos mirarán los de dentro de 500 años, si como pazguatos o como miserables, y por qué renunciamos a pensar sobre qué deberíamos querer.

Por qué no nos interesa saber si hay un deber-ser respecto a los que han de llegar e irse, y delegamos en cada cual lo que haga tras sus cortinas, por aquello de que no hay moral imponible a nadie. Los concebidos se lavan en casa como los trapos sucios.

Quisiera saber por qué decimos una cosa y hacemos la otra cuando nos llega el turno, por qué nos llega y nos hacemos los sorprendidos.

En qué lugar de la historia nos dejamos tirado el saber de especie, el saber de las otras especies. En qué momento nos contaron que ser racionales era un triunfo.

Quisiera saber por qué, al hablar de embriones, me importa menos saber desde cuándo tienen alma que saber desde cuándo la perdemos nosotros.

Quisiera poder ver bondad en las caras de las personas que defienden posiciones tan distantes.

Quisiera cambiar el mundo para que nunca existiera este problema, o que alguien me librara de verlo como problema, y del peso de pensar que la indiferencia es vergonzante.

Quisiera entender por qué los humanos designamos las injusticias a la carta y sólo peleamos contra aquéllas que menos nos atañen.

Me duele el abismo entre opiniones sobre la vida, y no reconozco a la especie, quisiera saber cuál de las dos partes es la enferma porque es imposible que ambas estén sanas.

Qué sentido tiene decidir que algo es intocable, y cumplirlo. ¿Nos dignifica, nos embrutece?

Quisiera que el premio de la decisión estuviera en la propia acción y no en una ley ni en un cielo.

En algún momento hemos diseñado mal nuestra sociedad, pues no es posible que creamos que ésta funciona hasta que una naturaleza imparable irrumpe en ella.

Quisiera saber cuánto tarda una ola en borrar estas frases, escritas en la arena.

viernes, 20 de diciembre de 2013

EL AUTOBUS DE LAS 4.40






   Llego a la estación del bus. Miro el reloj colgado sobre la dársena y marca las cinco menos veinte, o sea las 4.40.

   Al principio no reacciono porque le presto la misma atención que al BOE, sé que llego con tiempo de sobra. Pero a los pocos segundos mi hemisferio izquierdo me avisa de que hay algo raro, y vuelvo a mirar el reloj: efectivamente pasa algo, marca las 4.40 y deberían ser las 8.45 de la mañana. Tras el primer susto (¿estaré soñando? ¿llego tarde? ¿he sufrido una bilocación?) me viene la solución lógica: estará estropeado, voy a mirar otro reloj.


   En la estación de autobuses hay varios relojes suspendidos en columnas y sé que tengo uno de ellos a mi espalda. Me vuelvo y el otro reloj marca también las 4.40. Hay que buscar otra explicación. Compruebo en mi móvil la “hora mía”, y en él son las 8.45. Deduzco que algo ha pasado que afecta por igual a todos los relojes de las dársenas. Entro en el recinto y veo que las pantallas de salidas y llegadas están apagadas. Hay luz en las ventanillas de venta, y en el bar. O sea, no es un apagón eléctrico total, sino selectivo. Alguien ha decidido ahorrar eliminado la información horaria y la de viajeros. Vuelvo a la dársena 3. En los periódicos figura la subida de un 11% en el recibo de la electricidad.


  -¿Sale aquí el Autobús para Valencia?- pregunta un joven chino


  - Sí- le digo. Me muerdo la lengua para no contestarle “salir sale, lo que no se sabe es si llega”. Y continúo: -Normalmente te indican la dársena ahí dentro en el panel, pero hoy lo tienen apagado, no sé por qué-.


   El pobre no me entiende.


   En el andén deambulan como perdidos otros viajeros desinformados. Hay dos chicas con resaca Erasmus. Un edredón nórdico andante que no sé si es hombre o mujer. Una chica con chaquetón de conejo tirando de una maleta mientras su novio con pinta de proxeneta camina diez metros por delante, sé que lo es porque se vuelve al poco encogiendo los hombros y la achucha para que avive, vaqueros y chaqueta abrochada y bufandón, manos en la boca y cigarro en los bolsillos o al revés. Un señor que busca un enchufe para cargar su móvil. Un empleado que sale de una puerta y se esconde por otra para que no le pregunte nadie. Decido esperar en la cafetería. En el banquito hay una señora mayor que saca de una bolsa un poco de papel de periódico, y de él unas migas que se lleva a la boca; al menos en el banco no han puesto un reposabrazos a la mitad para que no se acuesten los mendigos.



   -¿Qué quiere tomar?



   Desayuno por hacerles la gracia a las camareras, si nadie lo hace acabarán tirándolas a la calle. Antes eran cuatro, ahora sólo hay dos y una de ellas es la misma que te informa en la oficina de atrás y entra y sale como puede.



   - Un desayuno con tostada, café y zumo de naranja, por favor.



   Digo zumo por decir. En una máquina echan dos naranjas que sacan de una caja y supuestamente entra en unos cojinetes que la trituran, pero yo sólo veo que la naranja entra y por otro sitio sale un chorrillo con posos amarillos y que hace espumilla. Me pongo la neurona de boy-scout urbano y decido tragar lo que sea, ácaros inclusos. Pido dos azucarillos para el café y me miran mal. La tostada vendrá quemada como otras veces, son las prisas (o no, si por ahorrar electricidad me la queman poco).



  Miro por si acaso a las máquinas de venta de comida. Qué diferencia, todo cerrado, y oscuro, primero fue el quiosco de la prensa, luego el cajero, luego el ascensor, las escaleras mecánicas, ahora las máquinas de agua y ganchitos… Todo se ha ido apagando poco a poco, como en la Sinfonía Despedida de Haydn. Parece la estación de Gomorra tras el castigo. Qué tiempos aquellos del vending y del schopping… aunque para ser honestos no nos hemos librado del inglés porque ahora tenemos loosers y mobbing, los Levis han dado paso a los leggins y dentro de poco haremos crowd-founding para comprar un billete de bus. todo sea por el lobby.



-         Son tres euros diez.



Me tienen que dar todo el cambio en monedas, ya no entran billetes en la caja.



Paso a los aseos. De diez urinarios han tapado seis seguidos con plásticos negros como si no funcionaran, pero debe ser por no tener limpiadoras para todos. Nada de jabón, ni toallitas de papel.



Vuelvo a salir a las dársenas esperando mi autobús. Se oye el sonido hueco de dos personas bajando por unas quietísimas escaleras mecánicas. Qué curioso nuestro tiempo, poniendo electricidad a unas escaleras por donde antes bajábamos andando, a un cepillo de dientes que antes manejábamos a muñeca, o colocando elevalunas eléctricos en los coches mientras engordamos y engordamos y luego pagamos por ir a un gimnasio donde nos ponen otra manivela igual para adelgazar. Y qué pasa cuando todo eso se queda sin electricidad.



   Vuelvo a mirar el reloj parado que marca las 4.40. ¿En qué día se paró la energía, el sábado, el martes…? ¿Fue a las 4.40 de la tarde, o de la madrugada? El mundo llevaba parado un tiempo indefinido en aquella estación y yo sin enterarme hasta ese momento.



   Aparece entonces el empleado de antes. Le señalo el reloj parado y le sonrío con gesto de complicidad. Le digo: - Algo falla, ¿no?



  Entonces me contesta: -Qué va. Lo que tiene Usted que hacer es esperar al autobús de las 4.40.

UN REFERENDUM AUTONÓMICO DELEGADO SERÍA INCONSTITUCIONAL



 




Aun compartiendo la hartura de Sabina por el panorama español, hay que volver de vez en cuando a la senda de la crítica, no sea que nos digan aquello de que nadie dijo nada y entre todos la mataron.



Se propone en estos días que el Estado ceda a Cataluña la competencia para convocar un referendum independentista (lo pongo sin tilde porque es latín), y lo piden desde Barcelona, esa ciudad que en las postales navideñas del Rey Arturo aparece asediada en 1705 por sus propios amigos, incluyendo la mención “capital de Catalunya” cuando Barcelona nunca fue capital de nada hasta el Estatut de la II República.



  Lo piden como solución dialogada al albur del “Sí o Sí”, pidiendo que el Estado ceda a Cataluña la competencia del art. 92 de la Constitución de 1978, y así puedan los catalanes de Nabucco liberarse de sus cadenas ejerciendo el voto como si ahora les gobernara Genserico.



  Pues bien, al margen de lo que haga el Gobierno, que me importa un kilowatio y lo doy por perdido, me limitaré a aportar algo de oscuridad a esta custión tirritorial: en mi pobre opinión de corsario, esa delegación es imposible o, mejor dicho, es viable pero no para lo que se quiere. Me explico en breve para el Señor de Singapur, y lo haré rápido no sea que siga subiendo la electricidad y ya no puedan leerme.



  A ver, el art. 92 de la Constitución habla de un referendum para “todos los ciudadanos”, lo que significa –como mínimo- todos los españoles. Y digo “como mínimo” porque cuando la constitución usa el “todos” suele incluir además a los extranjeros e, incluso, podría extenderse a los no nacidos tal como entendió un sector conservador al regular el derecho a la vida y como descafeinó Peces Barba en el mismo debate constituyente (al diario de sesiones me remito). Vamos, que lo que no dice es “todos los catalanes”, ni “todos los zurdos” ni “todos los hinchas del Alcorcón”.



Leamos:

Artículo 92

1. Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos.

2. El referéndum será convocado por el Rey, mediante propuesta del Presidente del Gobierno, previamente autorizada por el Congreso de los Diputados.

3. Una ley orgánica regulará las condiciones y el procedimiento de las distintas modalidades de referéndum previstas en esta Constitución.


En cuanto a la Ley Orgánica que se dictó para desarrollo de la Constitución, fue la LEY ORGÁNICA 2/1980, de 18 de enero, SOBRE REGULACIÓN DE LAS DISTINTAS MODALIDADES DE REFERÉNDUM, que en su artículo 6 desarrolla este artículo sin hacer mención alguna a que pueda circunscribirse un referendum a sólo una parte de ese “todos los ciudadanos”, ni en ámbito autonómico, ni por color de ojos. En los restantes artículos la Ley Orgánica regula otras cosas y supuestos diferentes del 92, como son el 151, 167 y 168 sobre estatutos autonómicos y otros detalles, pero nada sobre el referendum consulttivo que pudiera convocar el Estado. 

Dice el artículo:




 Artículo 6. El referéndum consultivo previsto en el artículo 92 de la Constitución requerirá la previa autorización del Congreso de los Diputados por mayoría absoluta, a solicitud del Presidente del Gobierno. Dicha solicitud deberá contener los términos exactos en que haya de formularse la consulta.



  Así pues:

  
a.- La delegación de la competencia para el Referendum que pide Artur Mas sería un referendum NO PARA CATALUÑA EXCLUSIVAMENTE, sino para celebrarse en toda España. Vamos, que el Estado no puede delegar una competencia que no tiene, y por tanto sólo podría hacerlo sobre lo que puede hacer conforme al art. 92, que es una consulta estatal. Esa, por cierto, sería una buena forma de que Cataluña fuera independiente porque seguramente el resto de los españoles los echarían por pesaos, cosa que no votarían los catalanes por interesaos.



  b.- Si se delegara la competencia del Estado y se pretendiera convocar a toda España sobre si se quiere que Cataluña sea Estado, y si debe ser independiente, ese referendum debería convocarlo el Rey a petición de la Generalitat. El Rey, por cierto y según el art. 91 de la Constitución, está obligado a sancionar las leyes de las Cortes Generales, pero no las pesadillas de una cámara autonómica, así que no veo al Rey firmando la convocatoria de referéndum pedido por el gobierno catalán para que toda España vote ese bodrio. Conforme al art. 62.c, está obligado a convocar referendums, pero sólo en los casos que dice la Constitución misma, y por tanto tampoco podría convocar un referendum sólo para Cataluña.



  Así pues, quizá Rajoy hiciera bien en delegar la facultad de convocar el referendum catalán, porque sería un referendum de ámbito necesariamente español, no sólo catalán. Así veríamos si la gente de España realmente quiere que Cataluña esté dentro de esta familia o ya se ha hartado de que nos feliciten con estampas de una guerra fratricida.