lunes, 25 de agosto de 2014

AÑOS Y MEDIAS LEGUAS, DE BENIDORM



AÑOS Y MEDIAS LEGUAS, DE BENIDORM





“Entrada a la Casa de Berdín que dista 1´ a izqda. Concluye la tapia á poco”



La frase anterior es de 1853. Pertenece al informe que redactaron los capitanes de Estado Mayor Don Nicolás Lloret Reyner y Don Manuel Cortés Morales, a quienes se encargó describir un itinerario lo más detallado posible entre Alicante y Valencia para uso de la Infantería. Al describir el camino viejo entre Benidorm y Altea, van incluyendo varias casas que se presumían de referencia general, todas a mano izquierda como las de Fuster, de D. Gaspar, de Alós, de Zaragoza… Bastante más adelante citan el desvío a la casa de Sanz, indicando que en ese punto del camino nacía una tapia de mampostería también en el lado izquierdo, y que a los tres minutos de seguirla se encontraba la entrada a la casa de Berdín. A poco terminaba la tapia y casi inmediatamente se abría a la izquierda el “camino de herradura al caserío del Alfaz”, y a la derecha una “vereda á la Sierra”. Nos están describiendo el paisaje de la Media Legua.



  En el pasado, pues, la Casa de Berdín era referencia. Hoy queda, junto a otras de su entorno, como testigo de una de las zonas más bellas e interesantes de Benidorm. En un espacio virtualmente acotado por la Historia y físicamente asociado a la carretera de Altea se acurrucan una serie de edificios que se saben incluidos en la lista de un topógrafo. No son testigos protegidos sino testigos molestos, pues nos cuentan una Historia que parece no interesar a casi nadie, pese a su precioso relato. Las fincas de Berdín, del Senyoret, de Domasky, de Roca de Togores, de los Rojas, la Ermita de Sanz, la Estación del trenet, Villa Sana, la Capitana… me recuerdan a la comparación que hizo Victor Hugo al Cantar de los Nibelungos, cuando para presentarnos a sus héroes nos hacía imaginar a las altísimas catedrales de Francia cobrando vida y agrupándose para formar una compañía de gigantes, sublime y fantasmagórica. Nuestras fincas del entorno de la Media Legua son ahora protagonistas de una épica semejante: rotondas, cinrcunvalaciones, ampliaciones de tren, autopistas, lanzaderas, ensanches, urbanizadores, servicios, se van tragando el pasado como un Gargantúa de la memoria, glotón y estúpido.



  Me gusta conocer los lugares a través de las vivencias de sus gentes. De la zona de la Media Legua he escuchado cosas a algunos benidormeros. De unos puedo dar el nombre porque está publicado; de otros lo callo pues no tengo su permiso. Emociona el relato de Josefina Orts i Bosch al hablar de su tía Doña María Barber Ros de Usins, cuando nos cuenta cómo María, que residía habitualmente en su casa de la Lloma, se trasladaba en Diciembre y Enero a la casa de los Berdín donde habitaban sus parientes Doña Rosario Fuster y el hijo de ésta Don Cosme Berdín. En la Casa de Berdín celebraban la Navidad y en ella esperaba Doña María hasta que regresaba a su casa de La Lloma para contemplar la explosión de los almendros en flor. También Josefina Orts nos ha contado sus recuerdos de infancia con Doña Marina Domasky, aquella gran dama elegante, de ojos azules y trajes siempre blancos, romántica y soñadora, eterna soltera, gran lectora, amante de los niños a los que daba golosinas y contaba cuentos. Su familia, de origen polaco, procedía de un oficial venido a España con las tropas de Napoleón. Otros amigos cuyo nombre omito me cuentan más cosas, como las fiestas que daba una vez al año Doña Rosario en la finca de Salvetti, o las jóvenes que se paraban alguna vez en el sifón de la carretera con un jazmín en el pecho, o los partidos de fútbol en plena carretera que sólo se detenían cuando allá a lo lejos se divisaba un automóvil. Muy cerca de allí estaban las huertas de otras amigas en las que se criaban cabras, o donde se resguardaron cuando el padre enfermó y se quedó en la otra casa del pueblo, o la que de niña en Agosto recolectaba sus almendras y las partía a la hora de la siesta -desobedeciendo a su abuela que la asustaba con la venida de la Marora o Malhora si no dormía- y que para limpiarse los bichitos que salían al descascarillarlas se bañaba toda entera en los brazales del riego, agarrada a ambos lados mientras la corriente del agua le lanzaba los pies hacia adelante, o la que me dijo que el aceite de esa zona era el mejor y que luego rebatió otro amigo diciendo que el mejor era el de la zona de Poniente por donde el Hotel Delfín, pues allí el olivo tenía aún menos agua y concentraba mejor el sabor en cada oliva… Quién sabe cuántas de estas cosas las he recogido mal, o me las han contado con la idealización de los años, pido perdón a la Historia.



  Será mejor, por eso, hablar de las cosas que hay en los libros sobre la zona de la Media Legua.



  Aunque hoy nos asomamos a esa finca por la Carretera General, en la antigüedad la referencia principal fue siempre el Camino Viejo de Altea (así llamado todavía, o Avenida del Albir). En la información que la Administración Valenciana suministra figura ese camino como parte de un ramal de via romana, llamado Via Dianium, que discurría desde Denia por la Costa hacia Alicante como bifurcación de la Via Augusta (Roma-Cádiz) de la que se separaba en Alcira.



  En la época de los vigilantes de costas, de origen incierto pero con especial constancia a partir de Felipe II, nos figura dicho entorno como aquél en que debía ubicarse el llamado Cap del Atall, que es donde debían encontrarse los dos atajadores procedentes de Benidorm y de Altea y mirar hacia lo alto de la Serra Gelada, para ver la señal que debía darles el vigilante del punto llamado el Segur o Seguro, punto ubicado en la cresta de la sierra entre la Torre de les Caletes y la de Punta Bombarda.



  Este punto de encuentro entre atajadores nos recuerda otra cuestión que dirante siglos afectó a esta paraje, cual es la de los lindes municipales. Como relata Francesc Xavier Llorca Ibi, en las reclamaciones que se produjeron hace unos siglos por parte de Altea se hizo referencia a esta zona (aludiendo al escrito de apelación presentado por el marqués de Ariza en su pleito con Benidorm el 8 de Mayo de 1686). Cita este autor el Marge Gran, del que apenas quedan unos 100 metros parcialmente amputados por la carretera del repetidor, y señala que esta línea fue invocada por los señores de Altea como linde con Benidorm. La cuestión no fue pacífica y dio lugar a pleitos pues Benidorm no estaba conforme, ya que los límites del término habrían llegado mucho más lejos en otras épocas. Al margen de dichas cuestiones de lindes, sí es cierto que con el devenir histórico se fue consolidando una línea imaginaria que serpentearía entre la población o caserío de Alfaz, el recorrido hasta la carretera general, la Estación de tren, el Trinquete, el Azagador, el Marge Gran y la Cova Gelà. En la cercanía de este trazado, por la parte más alejada, discurre el fantasma del barranco, el cual tras cruzar la carretera general empieza a derivar hacia el Albir llegando al mar a la altura de los antiguos Pozos del Albir y la Villa Romana. Por la parte más cercana, y según también referencias de conocidos, la finca de la Media Legua terminaba con pendiente de varios bancales, a diferencia de la planicie que observamos hoy a la altura del Trinquete. Hoy se ven varios de los mojones oficiales existentes entre Benidorm y Alfaz del Pi, alguno a pocos metros del Camino Viejo, otro en un recodo del llamado sendero de la Barrina, otro entre los pinos más cerca de la sierra…



  Los pleitos con Altea vinieron probablemente inspirados por una circunstancia novedosa que aconteció en la segunda mitad del siglo XVII: la transformación que el paisaje de la zona experimentó a raíz de la labor de la Señora de Benidorm Doña Beatriz Fajardo de Mendoza. La implantación del Reg Major de l´Alfas, así como la Carta de Poblament de 1666, dieron nuevo sentido a todas estas tierras. Se trataba de las zonas bajas de la parte de Levante de Benidorm a las que podía llegar el agua por gravedad gracias al nuevo riego.



Este hecho tuvo una gran trascendencia económica convirtiendo a estas partidas en las más privilegiadas del término a efectos de cultivos. Habría que esperar al siglo XX, con el Canal Bajo del Algar, para que la cota de riego se elevara a otras zonas más altas y se extendiera a la parte de Poniente, pero durante unos trescientos años el entorno de la Media Legua y sus partidas inmediatas disfrutaban de un tesoro de que otros benidormenses carecían.

 

  Tras la Guerra de Sucesión, el modelo señorial se reforzó y con él la capacidad de control por parte de los señores y de sus representantes. Ese fue el caso del administrador de los intereses señoriales, Don Tomás Sanz, el cual supo encontrar provecho entre los regantes de este entorno. Dicen que en compensación quiso dotar a los vecinos de una ermita, que fue la de Sanz, verdaderamente querida hoy como emblema de la Historia local.



  En 1790, el Arzobispo de Valencia Fabián y Fuero elaboró un informe de las parroquias del Reino, y al hablar de Benidorm incluyó en la “Partida de Morgoix i Alfals (o Alfalfe) de Benidorm”, una “casa i heredad de Guillermo Berdín”, habitada, que además era contigua en su índice de la casa con labranza de Joseph Orozco, habitada también. Podemos sospechar que ésta fuera ya la Casa de Berdín que conocemos. Esto nos plantea algunas dudas pues tenemos otras referencias que nos indican que Berdín vino a España a consecuencia de la Revolución Francesa; y es que si ésta se inicia en 1789, resulta difícil imaginar que sólo un año más tarde ya se encuentre Guillermo Berdín huido en Benidorm y propietario de esta heredad, inclinándonos a pensar que Berdín debía haber venido a España con más antelación y que la versión de su carácter “antirrevolucionario”  debió ser más una justificación prudencial que una verdadera motivación. Decimos esto pues sabemos que Berdín no fue precisamente opuesto a los logros de dicha Revolución, y que fue un entusiasta de Bonaparte, todo lo contrario al Antiguo Régimen.



  Lo cierto es que la familia Berdín configuró una propiedad muy amplia que se extendió poco a poco adquiriendo una dimensión más que respetable, y que en tiempos ulteriores hizo que no sólo llegaran a pertencer a la familia los espacios a la izquerda del Camino Viejo, sino también otros al lado derecho que fueron llamados “El Pla de Berdín”, según referencias de vecinos.



  Apenas terminado el informe de Fabián y Fuero, pasó por ese mismo punto el botánico Cavanilles, tomando apuntes para sus famosas Observaciones sobre el Reino de Valencia. Del camino paralelo a la Serra Gelada dijo que era divertido, y que estaba salpicado de especies vegetales diversas (pita, carlina borrosa, cambronera de Europa, onopordo sin tallo, alcachofa baja, y cardo blanco). Ese paisaje continúa hasta que llega a una “preciosa hoya de huertas conocida con el nombre de Pla del asador: donde hay maices monstruosos, cuyas cañas tienen ordinariamente cinco varas y media, y algunas ocho: críanse también legumbres y hortalizas en abundancia.”



  Pocos años después de Cavanilles pasaron por el Camino Viejo de Altea otros visitantes menos bucólicos: los franceses de Napoleón Bonaparte. Su llegada a Benidorm se produjo en un momento entre finales de Enero y –como máximo- el 19 de Marzo de 1812. Al año siguiente, fueron los españoles los que recuperando el terreno se aventuraron por ese camino: el 1 de Julio de 1813 se asentó en Benidorm el Regimiento 1º de Córdoba, junto a otras unidades ubicadas en Villajoyosa y Callosa, según nos cuentan los partes de la División Mallorquina. Acto seguido “se situaron tres avanzadas en los caminos de Denia, Altea y Consentaina”. ¿A qué altura –nos preguntamos- se situaron esas avanzadas en el camino de Altea? El día 3 de Julio salía de Benidorm para Confrides el Regimiento de Córdoba, al que se le había sumado el de Guadalajara, mientras el de Cazadores de Mallorca –también llegado a Benidorm- salía para Relleu. ¿Podemos imaginar a estas tropas de infantería tomando el camino de Alfaz para seguir por Polop hasta Confrides? Nada nos lo impide.



  Tampoco podemos evitar imaginar la estampa que debió verse desde la Media Legua, diez años más tarde, cuando el 13 de Noviembre de 1823 pasaron las tropas realistas de los Cien Mil Hijos de San Luis llevando desde Benidorm a Altea, camino de Valencia, a los prisioneros liberales hechos en Alicante, una vez reducidos los últimos focos del Trienio Liberal. Desde ese año al que citábamos al inicio del artículo -1853- sólo median treinta años. ¿Pudo verse, pues, desde los ventanales enrejados de la casa de Berdín, a los abatidos liberales camino de la prisión o el exilio?





En esos años cincuenta del siglo XIX empiezan a producirse cambios trascendentales en lo que respecta a la heredad de los Berdín. En esa década  se produce la sucesión de Doña Vicenta Berdín, y a los pocos años -1866- la de su esposo Don Pedro Berdín Valier. Ambos tenían importantes propiedades en ese entorno, que por herencia van a pasar a sus hijos José y Magdalena Berdín Berdín, los cuales en 1868 van a realizar entre sí una permuta de numerosas propiedades, permitiendo a cada uno de ellos redondear sus respectivas adjudicaciones.



Fruto de esa permuta, Magdalena entrega a su hermano “Media casa de campo de tres pisos… partida del Almafra numero doscientos treinta y dos lindante izquierda y espalda con casa y tierras de D. Jose Berdín su valor dos mil ochocientos sesenta y cuatro escudos… heredo de su padre… división otorgada… diez y seis de Octubre de mil ochocientos sesenta y seis, registrada su hijuela…” (Escritura notarial de 8-XI-1868). ¿Se refiere este asiento a la casa que nos ocupa? Seguramente habrá en Benidorm personas que puedan ayudarnos.



  Las tierras de esas partidas, por cierto, no se encontraban en un momento pacífico: en ese año se estaba desarrollando el tramo de carretera nacional de Alicante a Silla, en sus tramos cuarto y quinto con paso precisamente por Benidorm. Todos los propietarios de la zona se vieron afectados por el paso de esa via, tan importante y tan endeble hasta entonces. El recorrido hasta esa fecha era de una inestabilidad llamativa, siendo curioso el ver en las actas municipales la necesidad de dotar fondos para reparar los caminos en dirección a Alfaz del Pi, especialmente por el puente de Manera (actas de 17-XI-1864, de 22-X-1865 o 10-X-1867).



La nueva carretera se consideraba un evidente progreso. En el Ayuntamiento se hizo constar, en el acta de 14-III-1867, la carta que el Excmo. Sr. D. Manuel García Barzanallana, Ministro de Hacienda dirigió a Juan Thous anunciándole al respecto: “Sr. D. Juan Thous= Madrid 5 de Marzo de 1867= Mi estimado amigo: tengo una verdadera satisfacción en remitirle a Ud. Copia de la Real Orden que asegura la construcción del camino de Alicante a Valencia por la costa…”. La satisfacción por la nueva carretera llevó a los benidormenses a aprobar diversas medidas, entre ellas la de designar con el nombre de Barzanallana la calle principal, conocida entonces como camino real, o calle del Mar (actual Paseo de la Carretera)



No obstante, para los propietarios afectados por su trazado no supuso quizás un beneficio tan grande. Por un lado, muchos se sintieron directamente arruinados por ella (así, en acta de 16-VIII-1868 leemos: “…consideran irrealizables las cuotas… por haber destruido sus propiedades la carretera en construcción que atraviesa esta jurisdicción unos y otros por haberse arruinado por completo sus casas…” y cita 26 nombres). Por otro, temiendo caer en igual perjuicio, numerosos propietarios afectados por el nuevo trazado decidieron ceder sus derechos indemnizatorios a un tercero, recibiendo a cambio una cantidad que, por ser segura, debió ser inferior a la que hubiera sido justa. Concretamente el tercero fue un vecino de Madrid llamado Justo González, en cuyo nombre actuó en Benidorm el contratista de la carretera, Gregorio Rizo (de segundo apellido Ferrandiz, aunque le llamaban o se hacía llamar “de Penalva”, de edad de 29 años y vecino de Novelda según la escritura notarial de 10-VI-1868) y su hermano Vicente (Escritura de 11-VI). Gregorio Rizo se ocupó de acudir a la notaría en numerosos días de tal año para formalizar unas renuncias en las zonas de Derramador y Hoya Manera que seguramente no estaban exentas de ánimo especulativo (hemos encontrado nuevamente el nombre de Gregorio Rizo Penalva varias décadas más tarde, en 1911, ocupando la alcaldía de Aspe, sin que podamos asegurar que se trate del mismo Rizo).



También los Berdín se vieron afectados en sus propiedades por esta carretera, pero de una manera diferente. En efecto, sus propiedades eran tan extensas que lo que aparece es un acuerdo con Rizo para que éste pueda atravesar las mismas para hacer su trabajo. Así lo acuerdan en escritura de 11-VI-1868 José Berdín Berdín, Manuel Lledó Berdín, o Francisca Lledó y Berdín. Aparece en el mismo acuerdo, como vecino cercano, Ricardo Fuster y Marco, propietario de cuarenta y nueve años. Sobre el entronque con la familia Fuster encontramos a otro Ricardo Fuster, esta vez Linares de segundo apellido, figurando como testigo en la permuta entre los hermanos Magdalena y José Berdín Berdín a que antes hacíamos referencia. Curiosamente, José Berdín Berdín sí va a aceptar la cesión a Rizo (es decir, a su representado Justo González) los derechos de indemnización, mientras que Ricardo Fuster Marco va a revocar de acuerdo con Rizo la cesión en escritura de 17-VII, quedando por tanto Fuster libre para negociar directamente con el Gobierno de la Nación.



  Nos encontrábamos en las semanas previas al estallido de la Revolución de 1868. En septiembre de dicho año se inicia el llamado Sexenio Revolucionario, en el que entre otras cosas se van a desarrollar por nuestra comarca numerosas correrías de partidas, somatenes y conspiraciones. En los comités carlistas de la zona volveremos a ver los nombres de Ricardo Fuster Linares, Guillermo Lledó Berdín, Miguel Lledó Berdín… Fuster desarrollará una actividad arrolladora y novelesca como capitán de partida en la causa del pretendiente. El estudioso Miguel Guardiola Fuster nos cuenta cómo, en 1873, Fuster se reúne con José Joaquín Thous en una heredad de Benidorm para preparar un levantamiento y cómo el 6 de Febrero entran en Alfaz al frente de una partida de unos 20 a 30 hombres. ¿De qué heredad se trataba?

Fuster realizó numerosas incursiones hacia el interior, y también contra localidades inmediatas como Polop. Contra ellos salieron a combatir los somatenes de Benidorm leales al Gobierno.



  Fuster fue apresado el 21-X-1874 y condenado a prisión de 14 años, 8 meses y un día. Sin embargo no llegó a cumplir su condena pues en 1897 le encontramos nuevamente instigando una rebelión carlista, la cual debía formarse en Alfaz del Pi con unos 100 hombres liderados por Fuster. Llegaron a comprar mil carabinas Winchester que fueron desembarcadas secretamente en Xavea, y de allí conducidas a una casa de Benidorm inmediata a Alfaz, propiedad de un abogado. ¿Cuál de todas las casas inmediatas a Alfaz fue la que acogió las mil Winchester? De allí debían enviarse las carabinas a Aspe (no sabemos si el antes citado señor Rizo llegó a tener algún protagonismo en todas estas aventuras gestadas en el Benidorm en el que, unos treinta años antes, él había construido una carretera cercana a la casa misteriosa donde se conspiró contra el Gobierno y se guardó un inmenso arsenal). En los expedientes de esa campaña aparece Ricardo Fuster Linares como jefe de estado mayor, y Ricardo Fuster Ortiz como alferez de caballería. El intento fracasó pero en 1900 volvieron a alzarse en lo que se llamó La Octubrada (28-X-1900), en la que la prensa del momento va a entremezclar al Fuster de Benidorm, a Pinet, Pastilla, Materia… El 3 de Noviembre se encontraban Fuster, sus dos hijos y su partida en la casa de José Pérez Congost, en las afueras de Alfaz; la Guardia Civil acudió y registró las casas de los benidormenses Guillermo Lledó Verdú (Berdín), y del abogado Jose María Pérez, sospechosos de rebelión carlista. También se registro la casa de Pedro Berdín en Polop. En informe del Ayuntamiento de Alfaz se proponía también investigar la casa de Jaime Pascual Pérez en la Lloma.



  Tiempos románticos y desmesurados entre las casas señoriales de los lindes de Benidorm y Alfaz, tan apropiados para aprovechar las carreteras y seguir salvando su idea de patria… por la carretera de Altea la finca la Media Legua se asomaba al progreso, a la tecnología, a las revoluciones. Por el otro lado, el de siempre, el Camino viejo, seguirían circulando los carros, los mulos, los pastores.



   Dejábamos al principio a Josefina Orts i Bosch contarnos las estancias de su tía María en la casa de Berdín, con Doña Rosario Fuster y su hijo Cosme Berdín. Cosme fue el padre de Pedro Berdín que fue quien llegó hasta nuestros tiempos. Fuster, Berdín, y los misterios de las casas con carabinas Winchester desembarcadas para armar una revolución. Me quedo con eso.



  Con eso, y con mis vivencias, que también cuentan. La Media Legua, Sanz, Almafrá… palabras que me recuerdan a la Ermita, las acampadas festeras, el cine de verano, los menús del Trinquete, las excursiones hacia Serra Gelada, el baile del Peuet, y los árboles, es decir el encanto de las araucarias de los marinos, las pinadas de los señores, y los algarrobos y olivos polvorientos de tantos recuerdos que, como el polvo, se diluyen y a nadie parecen importar.



Ah, por cierto, el título es una paráfrasis del Años y Leguas de Gabriel Miró, cuyo libro tan bien describió a Benidorm y cuyo padre, Don Juan Miró Moltó, se ocupó como ingeniero de sus carreteras.

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