martes, 12 de junio de 2012

EL REINO DE LOS CIELOS






   Como el presente es esencialmente cutre, es una suerte disponer del pasado para divertirnos.

   Hace dos días pusieron por la tele la película de Ridley Scott “El Reino de los Cielos”, ambientada en las Cruzadas y que cuenta las peripecias de Balián de Ibelin enamorando a la princesa Sibila y defendiendo Jerusalén de Saladino.

  El dicho Reino me libre de hacer crítica a una película histórica; es tontería juzgar una película por la verdad que tritura, al igual que lo es despreciarla por el libro que envilece. Cine es cine, como fútbol es fútbol.

  Pero dicho eso, y como el tema me pone, no me resisto a insertarles unos cuantos “sniffs” por la ocasión perdida de hacer honor a una verdad muchísimo más bella que la del guionista borracho que ha engañado a Ridley, o más hermosa que la que el productor ha querido pagar. Les pongo algunos sniffs y luego les hablo de romanticismo (ah, por supuesto y como siempre no pretendo ir de listo, así que si alguien cree que me equivoco le ruego que lo diga, pero citando la fuente, que yo diré la mía aunque ya adelanto que por casi todas me remito al maravilloso Sir Steven Runciman que lo venden en Alianza y baratito)

1.- Balián de Ibelin (Orlando Bloom, Legolas en moreno) no era un pobre herrero de un sitio que ni se sabe antes de donde se habla italiano. Era un caballero de una familia de cruzados residente en Tierra Santa y venida a más en las dos generaciones anteriores.

2.- El padre de Balián no era un cruzado que apareció por el horizonte con la nariz de Liam Neeson para adoptar al pobre herrero amargado. Balián ya tenía padre por consanguinidad y muy importante, era Hugo de Ibelin, que había estado casado con la ex-reina de Jerusalén Inés de Courtenay (antes casada con el rey Amalarico de Jerusalén y divorciada de él).

3.- Balián no estaba soltero y disponible para coquetear con Sibila pues estaba casado con otra ex-reina de Jerusalén, la reina María Comneno, princesa de Bizancio (también casada y divorciada del ínclito rey Amalarico de Jerusalén).

4.- Balián no tuvo ningún amorío que yo sepa con Sibila, y no porque ésta no fuera enamoradiza ni porque las crónicas quisieran pasar de largo sobre este tema: Sibila estuvo enamorada y festejada, pero por un hermano del casado Balián, llamado Balduino. Sibila había sido casada de casi niña con Guillermo de Montferrato, que murió pronto, y luego con el rey Guido de Lusignan, al que apoyó siempre a pesar de lo que aparece en la película. Balduino apareció entre ambos matrimonios. El amado Balduino de Ibelin era un cruzado importante pues Saladino pidió –tras capturarlo- un rescate equivalente a 1.000 prisioneros musulmanes más un dinero. Sibila se enamoró de Balduino cuando aquélla contaba 17 años, el joven era apuesto pero su origen plebeyo arruinó el proyecto que muchos súbditos veían con buenos ojos. Al caer Balduino prisionero de Saladino, Sibila (entonces aún viuda del Montferrato) le escribió a la prisión musulmana ratificándole su amor. Balduino salió contento de prisión con la promesa de pagar la parte de dinero que faltaba, pero ella entonces le dijo que no se casaría con un hombre endeudado; ello motivó que Balduino acudiera a Constantinopla a pedir el dinero de su rescate al Emperador bizantino, suegro de su hermano Balián, que se lo dio gustoso. Pero al volver Balduino a Jerusalén con el dinero, resultó que Sibila se había prometido ya al futuro rey Guido de Lusignan, y ahí acabó la historia de amor de Sibila y Balduino de Ibelin. Guido, por cierto, apenas tenía lustre propio, aparte de pertenecer al linaje mágico de Lusignan derivado de la sirena voladora Melusina cuya historia es otra historia.

5.- Balián no tenía ningún dominio sobre el lugar de Ibelin, que es ése que en la película constituye su refugio particular y donde hace maravillas con los regadíos. El lugar de Ibelin había dejado de pertenecer a su familia en la generación anterior, cuando Balián el Viejo (padre del Balián que estudiamos) cedió Ibelin a los Hospitalarios. Balián de Ibelin, por tanto, no heredó Ibelin, pero sí poseyó otro lugar, Nablus, por dote de su esposa María Comneno.

6.- En la película aparece que Balián no va a la campaña final que termina en desastre sino que permanece en Jerusalén. Sólo vemos a Balián que, tras la derrota, acude a ver los restos de la debacle. Lo cierto es que Balián formó parte del ejército derrotado, concretamente en la trascendental batalla de los Cuernos de Hattin, de 4 de Julio de 1187. Balián formaba parte del núcleo de las tropas reales, y por tanto difícilmente podía eludir su concurso. Eso sí, fue de los pocos que, en los peores momentos, consiguieron romper el cerco que formó Saladino, junto con Raimundo de Tripoli y Reinaldo de Sidon, de modo que Balián pudo escapar de la masacre.

 Tras escapar de la batalla de los Cuernos de Hattin, Balián no acudió directamente a Jerusalén, sino que huyó a Tiro, en la costa. Saladino acudió allí a los pocos días, pero no pudo rendir las murallas y marchó a hacer otras conquistas. En Septiembre, Balián quiso traer a Tiro a su esposa María y a los hijos de ambos; María había dejado su feudo de Nablus para refugiarse en Jerusalén, y Balián pidió a Saladino que le diera salvoconducto para viajar hasta Jerusalén a recoger a su familia. Saladino, cortés por definición, le dio ese permiso pero siempre que sólo pasara una noche en la ciudad y no llevara armas. Balián accedió. Sin embargo, al entrar en Jerusalén, todo el pueblo indefenso le aclamó como protector, y el corazón se le partió al ver tanta gente aterrada. Entonces pidió a Saladino que le liberara de su juramento y le permitiera quedarse en Jerusalén para defenderla. Saladino no sólo accedió, sino que le mandó una escolta para acompañar desde Jerusalén a Tiro a su esposa María, hijos, tesoro y séquito, así como su sobrino Tomás de Ibelin y el hijo menor de Hugo de Jebail, y dicen que Saladino lloró al ver pasar a aquellos niños que hubieran podido ser reyes de Jerusalén algún día… Balián quedó en Jerusalén para organizar la defensa.

7.- En la película aparece el patriarca de Jerusalén bastante tonto y queriendo defender a sangre y fuego la Ciudad Santa, frente al criterio pactista de Balián. Fue más bien al revés. Jerusalén fue sitiada y Balián la defendió muy bien, demostrando ser merecedor del respeto que le profesaba Saladino, sin embargo no pudo conseguir de éste un acuerdo que le pareciera suficiente. Por ello se propuso en los últimos momentos hacer una salida suicida al estilo de “morir matando”. El patriarca Heraclio fue de los que se opuso a que hubiera tanta muerte inútil; no lo hizo sólo por piedad cristiana, sino que él mismo tenía muy pocas ganas de morir ni de que muriera su amante Paschia de Riveri, esposa de un pañero de Nablus que fue conocida en todas partes como Madame la Patriarchesse, y es que al parecer el Patriarca era muy guapetón y festero. Balián aceptó negociar una rendición más rebajada, que Saladino convirtió en generosísima por pura galantería.

8.- En la película aparece el demócrata Balián que al defender Jerusalén tiene un gesto hermoso medio copiado de la película Excalibur consistente en nombrar caballeros a todos los hombres de la ciudad, para que lucharan con más orgullo. Lo cierto es que Balián nombró caballero a todo muchacho mayor de 16 años pero siempre que fuera de familia noble, y además a 30 miembros de la burguesía (o sea que lo de democracia lo dejamos para otro día si bien para la época ya resultaba jacobino).

9.- En el asedio a Jerusalén, aparece Saladino mostrando al rey Guido prisionero subido en un burro al revés y con capirote. Dudo mucho que Saladino hiciera algo tan grotesco con un rey. Lo cierto es que Guido, un ser bastante mediocre, hizo un papelón algo diferente a ése, pidiendo a sus súbditos de Ascalón que se rindieran pues así esperaba conseguir la libertad para sí mismo. Saladino hizo algo de esto pero poco después ante Tiro, exhibiendo ante las murallas a su prisionero el viejo marqués de Montferrato amenazando con matarle para intentar vencer la resistencia del hijo del marqués, Conrado, defensor eventual de la plaza. Conrado sabía que Saladino era incapaz de hacer daño tan alevoso a un prisionero, y despreció la amenaza, con acierto, pues Saladino no la cumplió sino que levanto el sitio de Tiro.

10.- La que no está claro que estuviera en Jerusalén para el momento del sitio es Sibila, que posiblemente estuviera en Nablus para entonces, dejando en entredicho el bonito cruce de miradas entre ella y Balián en la película durante el asedio. No obstante, sobre este punto las fuentes son contradictorias y es posible que fuera a Nablus tras la rendición, así que como tal lo dejo apuntado.

11.- En el ataque a Jerusalén, la película lo centra en la puerta de San Cristóbal, diciendo que es la puerta más débil. Puede que sea así; yo lo que sé es que empezó el ataque por las murallas norte y noroeste, el 20 de septiembre de 1187, pero desistieron porque el sol daba en la cara, mientras en la película aparecen todos con el sol a sus espaldas (ver escena de ataque con las torres móviles). Después los zapadores lo intentaron en la zona de la puerta de la Columna.

12.- Sobre Saladino, aparece una hermana del mismo que es asesinada por los cristianos en una razzia previa a Hattin. No tengo ninguna noticia de eso, pero sí de una hermana de Saladino que, años después y ya en la tercera cruzada, fue ofrecida como esposa no muy seriamente a Ricardo Corazón de León, a fin de propiciar un tratado de paz y una dinastía cristiano-musulmana al tan disputado Reino de los Cielos. Por supuesto el matrimonio no se celebró, y el Reino siguió disputado.

13.- Otro personaje de la película también es curioso, el llamado Tiberias (Jeremy Irons). Realmente “Tiberias” no existe como tal nombre; se trataba del señor de la plaza de Tiberíades, y se llamaba Raimundo de Trípoli, su mujer era la condesa de Trípoli, y resulta que es en parte por causa de esta mujer que se produce la apocalíptica batalla de los Cuernos de Hattin. Resulta que esta mujer estaba sola en su castillo (vamos, con una pequeña guarnición) de Tiberíades, que es un punto fortificado al borde del famoso lago de la Biblia. El marido, Raimundo, estaba en Jerusalén como séquito del rey Guido. Entonces Saladino atacó Tiberíades queriendo provocar el ataque cristiano pensando que nunca dejarían indefensa a la condesa de Trípoli. Pero  Raimundo sabía que era una trampa, y sabía que un ataque a Saladino en ese punto sería suicida pues no contarían con agua suficiente mientras  que Saladino estaría ubicado al borde del lago Tiberíades. Por tanto, Raimundo se pronunció en contra del ataque aun sabiendo que eso podía significar perder a su mujer y sus dominios. Al final, el orgullo y la inercia y la rivalidad y la tontería de los demás triunfaron y el ejército se fue para las desérticas colinas de Galilea con la Vera Cruz y todos los bagajes a inmolarse ante Saladino, como así ocurrió. No sé aún quién fuera Tiberias, pero quizá en los libros anglosajones le llamen así.

14.- Sobre los templarios que aparecen, es ridículo que en cierto momento se diga que unos templarios han ido en plan comando a acabar con Balián. Si miramos al tal comando, se trata de tres soldados vestidos con mallas y telas blancas adornadas con cruces negras (a mayor inri cruce latinas y no griegas aunque sobre eso no insisto porque habría matices). La cruz negra sobre fondo blanco pertenece a la orden Teutónica; la blanca sobre fondo negro a los hospitalarios, y a los templarios corresponde la roja sobre fondo blanco. Es cierto que los templarios usaron el blanco y negro, pero no para sus cruces de ropa sino para sus estandartes (el boucent, o algo así). O sea, que el supuesto comando que aparece es de teutónicos y no de templarios. Para entonces, además, ya se habían dictado las normas que fijaban los signos de cada uno (que hasta en eso se habían generado disputas), y creo que es el Papa Eugenio III en el capítulo de la Orden en París en 1147 que especifica que las órdenes se distinguirán por los colores de las cruces y los fondos, y no tanto por su forma.

15.- Hay algún punto más de éstos de heráldica curioso, como es el de unas banderas de Castilla esperando embarque en el puerto de Mesina, cuando Castilla no participa en las Cruzadas, ni creo que acudiera nadie con derecho a llevar las insignias de Castilla-León que aparecen ondeando. Que yo sepa y lo miré bien en su día, hubo españoles en las cruzadas, alguno muy curioso, pero reyes con derecho a llevar sus banderas sólo fueron reyes de Navarra (Teobaldo I y II). De Aragón quiso ir Jaime el Conquistador, pero una tormenta le obligó a dar marcha atrás por las Baleares. Su hija Sancha sí fue a Tierra Santa y estuvo de medio monja medio enfermera de hospital. Los reyes de España detentan el título de Rey de Jerusalén, pero eso es otra historia muy posterior.

16.- Hay una escena en la película, en el campamento de Saladino tras la batalla de Hattin, que da para todo un tratado sobre el significado del trato a los prisioneros y cómo Saladino ejecuta al siempre inoportuno Reinaldo de Chatillon. No lo ampliaremos aquí, aunque sí diremos que la escena real –alfanje incluido- ha quedado tan desaprovechada por Scott como casi todo el resto de la historia de las cruzadas.

DIECISIETE.- Este lo pongo en letras, para destacarlo. En él sólo quiero decir que entiendo que los artistas se tomen licencias con la historia si ésta les parece aburrida y creen que unos ligeros cambios le dan más emoción. Yo pienso lo contrario, pues nada me parece más emocionante que la verdad, pero admito que cada arte tiene sus leyes y hay que respetarlas. Lo que no tengo tan claro es que Ridley Scott haya acertado en este caso sustituyendo la verdad por algo ficticio supuestamente más “romántico”.

   ¿Les parece poco romántico lo que hemos contado sobre el verdadero amor de Sibila, Balduino el joven hermano de Balián, apuesto y valeroso, prisionero de Saladino y recibiendo cartas de amor de Sibila en prisión, que luego es liberado y marcha hasta Constantinopla para obtener del Emperador el dinero de su rescate que le haga digno ante los ojos de Sibila, y que al volver con el dinero a la Ciudad Santa se encuentra a ésta prometida al que ha de ser Rey de los Cristianos? Mucho mejor esta historia que la ñoña de Orlando Blum y su barbita meditando amargado todo el día sobre cómo sacar agua de un secarral –que además ya no era suyo, como hemos visto-.

   ¿Les parece poco romántico el gesto de todo un ejército cristiano que se lanza a la muerte con tal de salvar a una condesa de Trípoli encerrada en un castillo y sitiada por el fascinante Saladino? Con su marido renunciando a defender a la esposa, los maestres queriendo salvarla y acusando al marido de cobarde, el rey entre dos fuegos, el castillo sitiado de Tiberíades a los pies del lago…

  ¿Y les parece poco románico lo que ocurre –lo que ocurrió de verdad- en el castillo de Kerak? Claro, algunos no pueden contestar porque no lo saben. Kerak es el castillo que Saladino asedia a mitad de película, donde Balián el Demócrata se pone con unos cuantos caballeros enfrente de los miles de jinetes musulmanes para proteger la entrada en el castillo de un puñado de civiles. Precioso. Puede que sea verdad y eso yo no lo haya leído. Lo que sí he leído es que Saladino asedió ese castillo en 1183, y lo hizo por un motivo muy claro: en él se encontraba buena parte de la realeza de los Reinos Cruzados, con ocasión de la boda de la princesa Isabel (de Jerusalén) y el bello Hunfredo de Torón. La boda se interrumpió ante la horrorosa noticia de la aparición de Saladino por el horizonte. El ataque comenzó encarnizadamente, y mientras en las calles del arrabal se batían los hombres, la ceremonia continuó su rito, y después de ella los festines de corte, batalla y fiesta a pocos pasos, entre pedrusco y pedrusco de catapulta. Entonces Madame Estefanía, madre del novio (la reina María esposa de Balián de Ibelin era la madre de la novia) envió unos platos de la comida de festín a Saladino, que supo entonces que había una pareja de recién casados en la fortaleza. El musulmán preguntó entonces en qué torre se alojaba la joven pareja, y dio orden de que ninguna de sus nueve catapultas dirigiera los disparos contra tal torre, para respetar la luna de miel de los casados. Entre eso y la carga estúpida de Balián contra miles de enemigos, yo me quedo con lo primero, que quieren.

  Y con el que me quedo, y pido una película entera para él, es con el Rey Leproso Balduino IV.

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