EL PRIMER ESPAÑOL QUE VIO A FELIPE V
Francia. Es el día de Todos los Santos del año 1700. Luis XIV y su Corte se encuentran en el palacio de Fontainebleau. Allí debe el Rey Sol celebrar tan marcada festividad y asistir a los cantos de las Vísperas de Difuntos, cosa que gusta hacer con gran solemnidad en lucimiento de su título de Rex Christianissimum, -otorgado pocos años antes por el Papa Inocencio XII-. El rito comienza tras la comida del mediodía. Nos encontramos, pues, en la tarde del 1 de Noviembre de 1700.
El monarca galo entra en la Capilla de Palacio y junto a él se sientan los demás miembros de la familia real. En el tercer taburete por su derecha se acomoda su nieto Felipe, un joven tímido, rubio y de piel clara. Cuenta apenas diecisiete años, es el hijo segundo del Delfín y ha recibido el título de Duque de Anjou.
Unos metros más atrás, entre el público invitado, se encuentra otro joven -éste español- de veintidós años, el menorquín Bernardo José Olives Nadal. Nuestro compatriota no es consciente, en esos momentos, de la magnífica realidad histórica a la que está asistiendo: ante sí tiene a su nuevo rey, quien habrá de gobernar como Felipe V. Hacia las tres de esa tarde había fallecido en Madrid el malogrado Carlos II, dejando en su testamento como heredero del reino a Felipe de Anjou, quien por tanto queda convertido de pleno derecho en el nuevo Rey de España. Así pues, el joven Bernardo es, con casi total certeza, el primer español en ver al nuevo rey de la Casa de Borbón, aunque los presentes aún no lo sepan.
Pero ¿quién es este menorquín al que encontramos participando como uno más en las pomposas ceremonias del Rey Sol?
Bernat Joseph Olives Nadal (así le llaman en los libros parroquiales) ha nacido en Ciutadella de Menorca el 27 de Febrero de 1678. Su padre, Marcos Olives Martí, había sido un prohombre de la isla cuyos progresos le llevaron hasta el Consejo del Rey con plaza de Ministro. La madre, María de Nadal Despujol, pertenecía a la pequeña nobleza catalana. El entorno familiar permitió a Bernardo gozar de una refinada instrucción, residir varios años en la corte de Madrid y aprender varios idiomas. La pronta muerte de sus padres y su condición de hermano mayor le obligarán a tomar las riendas de la hacienda familiar, lo que hará con buen temple y le ejercitará en el arte de observar, de enjuiciar, y también de escribir.
A finales de 1699, con veintiún años de edad, Bernardo ha conseguido estabilizar los asuntos familiares y se siente libre para iniciar lo que considera un elemento imprescindible en su formación: un viaje por Europa. Este viaje le llevará durante dos años por Cataluña, Francia, Italia, Saboya, Flandes, Holanda, Inglaterra, vuelta por Francia y regreso a España, donde desde Madrid atravesará Valencia y Cataluña hasta llegar a su Menorca natal. Nos ha dejado un modélico relato de sus experiencias en su Diario de viaje.
Quiere el azar que el 1 de Noviembre de 1700 Bernardo se encuentre en la corte francesa. Le ha servido de introductor el Embajador de España, cargo desempeñado por el catalán Manuel de Sentmenat, Marqués de Castelldosrius y amigo de la familia de Bernardo. Los dos españoles asisten al canto de Vísperas, por lo que el Embajador de España comparte con el menorquín el privilegio de la primicia en observar al nuevo rey Felipe V. Antes han participado en la comida real, y han podido observar cómo el Duque de Orleáns, hermano de Luis XIV, ha avisado a éste de la presencia de los dos españoles, a lo que el Rey francés ha reaccionado preguntando amablemente a los hispanos por su viaje.
La deferencia mostrada por el Rey Sol hacia los dos españoles se debe sin duda a que el monarca se siente ya próximo a culminar sus planes sobre España. Sus embajadores le han ido informando de los cambios en la última voluntad del rey español, el cual en la cláusula 13 de su tercer y último testamento -de 3 de Octubre de 1700- se decanta por la opción francesa.
Pocos días más tarde se conocerá en la corte gala la noticia. Felipe V emprenderá de inmediato su viaje a España de forma paralela al que efectúa Bernardo. Sin embargo, éste no siente especial apego por acercarse al nuevo rey, y marca intencionadamente las distancias en su itinerario. Queda para otro relato más extenso el analizar si esto se debe a prudencia, desconfianza, o directamente desafección. Las Baleares no son un territorio de pensamiento uniforme como se verá en las disensiones que de inmediato surgen ante las dos candidaturas, y que facilitarán el triunfo austracista en 1706. El recuerdo de la recién acabada guerra con Francia no ayuda a crear adhesiones, y Bernardo lo sabe bien pues tuvo que ver cómo su propia madre viuda se vio amenazada en Barcelona por los bombardeos franceses. Quizá ha sido informado por el embajador de los planes secretos y Tratados de Partición de Francia e Inglaterra para dividir las Españas en evitación del conflicto, y en los que Menorca junto con el núcleo de España había de quedar para el pretendiente bávaro (primero) o para el austracista después, ya que la orientación felipista no se objetivará hasta el último testamento de Carlos II, a menos de un mes de su muerte. Es posible también que Bernardo presienta que el Rey Borbón va a desatender el flanco Levantino, dejando que Inglaterra se cebe en el eje Gibraltar-Mahón-Tolón en su sueño por dominar el Mediterráneo, todo ello en una guerra previsible en la que Europa quiere decir Italia, e Italia quiere decir Milán, tan cercano a Menorca por los puentes imaginarios de Saboya, Turín, Génova, Cerdeña...
Puede que el fin de todo esto no pueda ser sino la pérdida de los fueros ante un criterio centralista que en Francia ya se ensaya... y con toda seguridad la revuelta civil, la inestabilidad y la ruina. Posiblemente Bernardo sienta el mismo desapego por cualquier otro candidato, pues la perspectiva de un conflicto devastador no podría ignorarse por cualquier espíritu preclaro como el suyo
Fuentes
- Europa 1700. J.L.Amorós y otros. Ed. Serbal 1993
- Almansa, un dia en la historia de Europa (Hermino Gómez y otros). Edit. Erein, 2005
- Historia de España Menéndez Pidal. T. XXVIII. Espasa Calpe 1993
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La Guerra de Sucesión en España y
la Batalla de Almansa. Fco. García Gonzalez (coord.)
Ed. Silex 2009.