El tema de moda de hoy es EL ENEMIGO. Para el que no lo sepa, en Valencia (Spain) ha ocurrido en los últimos días un episodio lamentable de orden público, que les indico brevemente y a mi breve manera:
Unos jóvenes estudiantes salieron a la calle a protestar por la falta de calefacción de su centro, falta causada por los impagos de la Administración de la SuperUltraderecha (lo diré yo antes de que digan que no lo digo, y así alguien se calma). Los estudiantes ocuparon la vía pública, la policía les apercibió de que se retiraran, y ante la negativa de aquéllos a retirarse por las buenas hubo que retirarlos por las malas. Hasta ahí todo era normal.
La actuación de la policía en dicha retirada ha sido mejorable, pues en algún momento algunos agentes parecen haber soltado el brazo más de lo necesario. El jefe de los policías, que estaba más guapo en su casa, ha hablado por la tele y ha usado la palabra “ENEMIGO” para hablar de su cometido, referido a los manifestantes, lo que claramente sobraba. A partir de ahí se ha liado más aún, y le están llamando de todo a un señor que no estaba destinado a dar titulares sino a expresarse con frases hechas.
Lo cierto es que si los policías han pasado algún límite, se debe abrir un expediente y depurar las responsabilidades. Sí, es lo que pido yo calmadamente como corresponde en un suceso más de tantos que hay todos los días en tantos sitios y que deben corregirse si procede.
También es lo que pide un sector a voz en grito, pidiendo dimisiones desde la de delegados hasta de ministros, ocupando horas y horas de medios de comunicación como si esto fuera Pearl Harbour, y auspiciando una escalada de conmoción colectiva que recuerda a la de La Guerra de los Mundos, de Wells. Los que más critican al que ha dicho EL ENEMIGO, parecen ahora querer darle la razón, porque se están citando para “quemar Valencia”, “tomar la calle”, “primavera Valenciana” ... al estilo Praga, como si sentar los vaqueros y el móvil en una acera en 2012 fuera lo mismo que jugarse la vida propia y la de toda la familia enfrentándose a los tanques soviéticos en 1968. Se ve que algunos necesitan inventarse un ENEMIGO para sentirse importantes (ya lo decía Napoleón: los hombres se miden por la talla de sus ENEMIGOS), y buscan como sea la excusa para poder quemar su primer contenedor, como los guerreros africanos buscaban cazar su primer león para sentirse adultos.
A mí lo que hagan los jóvenes me molesta más bien poco, aparte de que sean un poco petardos y a veces parezcan poseídos, porque están en la edad de aprender, de sus aciertos y de sus errores. “IOCANDI GRATIA” es la expresión que usaban los romanos para quitar importancia a los actos de los menores, pues se entendían hechos como “gracia jugando”. Se quejan de un día sin calefacción pero yo creo recordar que jamás tuve calefacción en mis aulas, será que los Times are Changing que diría Bob Dylan. Se quejan de que no les dejan libertad de expresión pero a mi jamás se me ocurrió que una ciudad tuviera que oirme en medio de sus carriles de aceleración, y se quejan del recorte en los presupuestos pero ellos han ocasionado un gasto absurdo en docenas de policías durante varios días por no querer subirse a la acera. Pero no pasa nada porque esto va a beneficio del Iocandi Gratia y de su futuro.
Lo que sí me intriga es lo de los adultos (los adultos no policías). No entiendo que los padres, los profesores, los políticos, los tertulianos que están tratando este tema, dediquen tantas horas y adrenalina a sobreactuar en un episodio acotado, y no tengan el más mínimo rubor en dejar pasar, una vez más, otra ocasión de oro para aleccionar a sus hijos, alumnos, votantes, oyentes. Yo pensaba que los educadores están para decir a los educandos que vivimos en un sistema de convivencia entre mucha gente que no toda piensa igual; que los espacios públicos no están para su privado; que la conciencia de lo justo no ha de confundirse con la licencia del antojo; que la fuerza en la palabra no es lo mismo que la fuerza de la palabra; que el mayor logro de la democracia fue el imperio de la ley y no el sacrificio de la ley; que todo acto tiene sus consecuencias; que madurar es aprender a asumir responsabilidades... Que insultar a un policía es un delito, que desobedecer a un policía es un delito, que quemar contenedores es un delito, que manifestarse sin permiso es una infracción...
Quizá sea que no les dicen todo eso porque no les interesa, porque prefieren utilizar a las criaturitas para su beneficio propio, para atacar al ENEMIGO propio con la mochipanda del niño. Flaco favor hacen a la juventud quienes les están enseñando episodio a episodio que la única forma guay de ser persona es tomando la calle, gritando más que el otro e invadiendo la esfera de los demás. Todo esto que digo podría parecer una exageración si fuera cosa de un día, pero por desgracia ha pasado de ser casualidad a ser coincidencia y de ser coincidencia a costumbre. TONTO EL QUE NO ACAMPE, parece ser la consigna, y ahí los tenemos en horas de clase, con el aplauso de los papás y la cámara a punto del padrino búfalo. Se lo saben todo lo del pásalo, cuélgalo, dígame su placa, no puede Usted tocarme, la calle es de todos, míreme a los ojos, read my leaps... pero no saben (pobrecitos míos) leer ni una sóla de sus obligaciones, será que no vienen por SMS.
Al comentar este asunto con mi prisionero Monsieur C. de la Baix Marine, me ha contado algo sorprendente. Me ha dicho que él, antaño, estuvo por pocas horas en ese mismo lugar, Instituto Luis Vives de Valencia, muchos años ha. No fue a manifestarse, ni a expresar su opinión, ni a romper nada. Por descontado, en el sitio no había calefacción, nunca la había. Acudió a ese sitio con otros tres compañeros de estudios provenientes de otro centro perteneciente a una orden exiliada, para examinarse de un premio extraordinario de bachiller. Eran simples estudiantes, que sólo pensaban en estudiar y en dar lo mejor de sí. Cuando veían un policía, se alejaban por si acaso, ni se les pasaba por la cabeza que pudieran plantarse delante del mismo y gritarle a la cara, ni provocarle, mucho menos contarle las penas. Fueron los cuatro jóvenes al Luis Vives, y ninguno aprobó su examen (tampoco lo habían preparado), pero salieron contentos de haber podido participar, porque ese derecho era en sí un premio. Su ENEMIGO, entonces, era sólo la vergüenza de no haberse esforzado para devolver algo de lo que recibían. Que curiosos enemigos tienen en la Francia...
Me habló también de otro ENEMIGO francés, éste aún no existe pero existirá, y creo que es el verdadero. Lo escribirá algún día un tal Baudelaire, en un soneto que se llamará así, L´ENEMI, y que terminará con los siguientes versos:
Ô, douleur, douleur! Le Temps mange la vie,
Et l´obscur Enemi qui nous ronge le coeur
Du sang que nous perdons croît et se fortifie!
(¡Oh, dolor, dolor! ¡El Tiempo devora la vida,
y el oscuro Enemigo que nos roe el corazón,
de la sangre que perdemos crece y se fortalece!)
El Tiempo es el verdadero ENEMIGO, que a todos vence y a todos coloca donde deben estar. Cuando alguien cambia este ENEMIGO por otro, es porque se cree inmortal, o porque se sabe Aquiles.
De acuerdo, Corsario. Pero corren malos tiempos para este tipo de opiniones. Hay que seguir la corriente que nos lleva a...
ResponderEliminarQue la mala policía no actúe, que los buenos barbudos de 14 años -deben haber tomado hormonas- insulten a la poli, que se enfrenten, que quemen contenedores, que se dejen atropellar por los coches, que quemen escaparates, las casas, que todo eso lo tenga que pagar el pueblo soberano con sus impuestos ya que ellos son insolventes.
Es lo mejor, tomar de la propia medicina para aprender. Qué tiempos más tontos vivimos.
Cicero
Tú y yo los vemos tontos, ellos los ven heoricos.
ResponderEliminarBendita la vida, que aparta a los que sobramos.
Zarafin.