Se cuenta que, cuando el Rey José I entró en España e iba camino de
Madrid en su carroza, dos mujeres le observaron y una dijo a la otra: “¡Qué
hermoso ahorcado haría!”
Para quien no lo sepa, hablamos de José Bonaparte (el llamado Rey Intruso,
Pepe Botella, Rey Plazuelas, y un largo etcétera peyorativo derivado de que la
gente lo odiaba al venir impuesto por su hermano Napoleón, a quien también llamábamos
de todo -Napoladrón entre otras cosas-).
El pueblo había cogido una aversión especial a los franceses ocupantes
por múltiples motivos que no son del caso; sin embargo, esas dos mujeres aún
sabían tener el gracejo castizo de la asesina amable, la verdugo compasiva.
Desearía ver ahorcado al rey, pero no por ello dejaba de reconocer que era –pues
lo era- un hombre agraciado, apuesto y con encanto personal.
Por mi parte, me parece una de las anécdotas más deliciosas de toda la Guerra de la Independencia.
Hoy, doscientos años más tarde, tenemos democracia, Ministeros de Cultura,
enseñanza obligatoria, estamos globalizados y sabemos cómo saludan la Reina de Inglaterra y Sharon
Stone, tenemos tutoriales en Youtube para la mayor nimiedad y nos educan para
la ciudadanía por si falla la tele. En definitiva, se supone que somos la España más preparada de la Historia y que nos hemos
gastado un pastón en campañas de Igualdad, Feminismo y Democracia. Y ahí los
tenemos, a los más preparados de la
Historia llamando FEA a una juez.
Sólo saben de ella que es una profesional, técnica, trabajadora, callada,
jueza, funcionaria, autoridad. Pero la insultan llamándola FEA. Ah, y HORTERA.
Además de PEPERA.
Creen que lo que más le puede doler es que la ataquen en lo que creen
que para ella es lo principal: su estética, su belleza, su apariencia física.
Es más curioso aún que quienes así la insultan sean parte del sector ideológico
que más dice haber batallado por la dignidad de la mujer. Y más curioso aún, e
indignante desde el punto de vista político, es que nadie desde la cúpula de
esos sectores haya reprobado a sus “bases” o “fieles” el orientar de esa manera
su protesta.
Por descontado, a nadie se le ha ocurrido –para defenderla- reaccionar
como se debe frente a lo que son unos verdaderos delitos de insultos y de
coacciones. Tampoco a nadie se le ha ocurrido –para atacarla- recusarla si es
que es verdad que se deja llevar por su peperismo. Para qué recurrir a cosas
tan aburridas como una denuncia o una recusación, eso pasaría en países
civilizados pero no en España.
No esperaba yo una denuncia ni una recusación, pero sí una nota –mínima,
en la página de contactos de un periódico, o en las noticias de la Sexta de ésas que ponen al
volver de la publi una vez al mes contra la izquierda para presumir de
periodismo-. Pero ni eso.
La única que ha dicho algo es Susana Díez, que está queriendo demostrar
que hay cerebro más allá de ZP y Rubalcaba, y no lo está haciendo mal si además
de cerebro para pensar demuestra tener manos para actuar. Pero se ha quedado
muy pero muy cortita en su “protesta”, pues ha dicho aquello tan peneuvista de “condeno
todos los ataques o insultos a los jueces” (más o menos). NO, Doña Susana: ya
que se pone Usted a condenar, hágalo bien o quedará peor aún. No diga eso de “todos”,
porque aquí lo que ha habido es un ataque muy FEO Y HORTERA a una juez en sus
propias calles de su Sevilla, en sus Juzgados, a la puerta de su casa prácticamente.
Lo que hay que decir es “Condeno los ataques e insultos a la
Juez Alaya, por ilegales y por
injustificables, y además condeno todos los demás ataques semejantes”. Hay
veces en que, cuando uno quiere ser valiente, debe serlo de verdad o no serlo.
Pero en fin, Doña Susana es lo más a mano que teníamos para quedar bien,
ya que Bibiana está con Caperucita en Manhattan.
Ya lo ven, en la España
inculta y navajera la gente tenía más gracejo para aludir a un rey, y lo del
Hermoso Ahorcado ha pasado a los libros. No creo que ninguno de los gritos vulgares,
twitteados y “predictivos” de los manifestantes de los ERES y las gambas de UGT pase a ningún anal
–va sin segundas-.
Y es que antes, en España, hasta la incultura era sagrada. Ahora sólo es
sagrado el aborto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario