Ha dicho el
Señor Montoro,
Ministro de los Erarios,
que han subido los salarios
en la vieja Piel de Toro.
Piensa el ministro que el oro
vuelve a manar de la fuente
rebosando alegremente
por las nóminas de España,
y yo digo que se engaña,
o que el espejo le miente.
Señor
Montoro, salarios
ya no quedan entre nos,
ni queda un duro, ni dos
con que alegrar los osarios
de este reino de incensarios
que antaño tuvo dinero.
No se ponga jaranero,
que sólo quedan subsidios
para pagar los presidios
de su viejo tesorero.
Aunque quizá
se refiera
con tamañas mejorías
a Ustedes, las Señorías
de política carrera,
pues a Ustedes la cartera
sí les engorda y les crece
y a todo el que les parece
merecedor de favores…
¡Ay, Montoro, echando flores
mientras el pueblo perece!
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