Varias “hijas de” (va sin segundas) han aparecido en la política mundial de los últimos tiempos. Ayer tuvimos a la hija de Fujimori, hace unas semanas a la de Le Pen, que se suma a la nieta de Mussolini. Casi todas parecen marcadas por el populismo, más bien de derechas, muy poco feministas por cierto.
En España tenemos algunas “hijas políticas”, que suelen ser más de izquierdas, y ahí están Aido, Pajín, la hija de Chaves que no sé cómo se llama… y las hijas de Zapatero que aún no han dado el salto a la política desde el gótico (ni creo que puedan saltar con ese atuendo). La derecha española no tiene hijas, aparte de la hijísima que se casó en el Escorial como si fuera una Battemberg, y la nietísima que bailaba, pero sí tiene una niña: la de Rajoy.
Dejando el género aparte, -nadie es perfecto, que dijeron a Jack Lemmon- Zapatero está más lozano que nunca. Desde que salió del armario tiene cutis relajado de nene, como muchos otros de su partido, que han pasado de tener la mueca de Risto a sonreir como Teresa Rabal con calmantes. El nuevo Zapatero está gracioso, descamisado, salta y chupa cámara, no como antes cuando se hundía en el sky del congreso… sólo le falta empezar a hablar con acento tejano. Toda la grey socialista está encantada con la criatura cósmica que se ha formado semejante al bebé gigante de “2001 Odisea del Espacio” y lo inunda todo con su perfume, como cuando baila el Sol en las encinas del Escorial. Las encuestas lo dicen: de golpe, en cuestión de horas, el PSOE ha acortado a la mitad la distancia que lo separaba del PP, y todo porque muchos desencantados se han ilusionado con la retirada de José Luis.
¿Y decían que el problema no era Zapatero? ¿Por qué suben entonces las encuestas? Recuerdo que, cuando estalló la primera Guerra del Golfo, subió la bolsa; los especialistas dijeron que ello se debía a que era mejor una mala noticia que una incertidumbre. En tal caso, si a la desaparición de la incertidumbre se añade una buena noticia, el subidón puede ser espectacular, como creo que es el caso para los votantes izquierdistas. Nadie dijo que la niña tuviera que ser del mismo partido que el padre, aunque todos los daban por hecho.
Ahora Rajoy tiene que aguantarse con la niña que le ha salido y que amenaza con quitarle el poder y convertirle en “El príncipe destronado” de Delibes, o en “El Hombre que pudo reinar”, de Kipling.
Y la Niña es:
ResponderEliminarPajín. Según las Encuestas de El Mundo.
http://www.elmundo.es/elecciones/elecciones-2011/quinta-carrera.html
;-P
Cicero
Vaya, no lo sabía, gracias por la información!
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