jueves, 27 de septiembre de 2012

GALLARDON Y LA REPRESENTACION DEL ESTADO EN CATALUÑA





 
Que lo digan Pujol, Carod Rovira o el obispo de Urgell es normal y hasta entrañable, pero que lo diga Gallardón que es Ministro de Justicia de España me parece o bien un desliz o bien una concesión innecesaria. Ayer escuché a Gallardón utilizar esa famosa cantinela de que “el President de la Generalitat de Cataluña es el representante del Estado en Cataluña”.

Cuando Goebbels –o quien fuera- dijo que una mentira dicha mil veces se convierte en verdad, debió estar pensando en Spanien. El éxito de ese tipo de manipulación se culmina cuando el perjudicado por ella la asume estúpidamente como propia, se la cree y la incorpora a su discurso. Eso es lo que ha hecho Ruiz Gallardón.

Es cierto que queda muy poco Cool, menos Casual y nada Indie dar importancia a estos temas. Lo siento, es posible, pero también es cierto que cuando los conceptos se van integrando en el consciente colectivo acaban ejerciendo su influencia. Por mi parte tengo claro que, si no fuera algo importante, no habría existido desde hace décadas una corriente empeñada en meternos el sonsonete por las orejas: La Generalitat catalana es la representante del Estado en Cataluña. ¿Ah, sí?

La maniobra no es inocente: consiste en demostrar que el Estado (Español) no es nada en Cataluña o que no hace falta porque ya está la Generalitat. Consiste en repetir el modelo de los Wifredos el Velloso o de tantos otros que siendo “representantes” en una zona determinada acaban legitimados por la mera posesión física, una especie de usucapión o, aún peor, de herencia del ausente, queriendo dar a entender que, ante la dejación o vacío de poder en que la Metrópoli nos deja, no hay que temer porque ya estamos aquí los de aquí para seguir aquí. “El Estado no está ni se le espera”. Obviamente, admitir que se representa al Estado es también una forma de hacerlo presente, o sea de reconocer su autoridad, pero eso es irrelevante en esta fase en la que, sencillamente, se trata de minar la idea de que el Estado existe por igual en todo el territorio español.

Bueno pues entro al trapo y les diré que pueden Ustedes utilizar la frasecita susodicha si lo que pretenden es hacer el ridículo. Si pretenden decir las cosas como son les recomiendo que destierren esa idea de “la representación de España por la Generalitat catalana”, porque es una falacia como tantísimas otras que componen nuestro sainete tribal. Gallardón, por ejemplo, hace el ridículo porque él en teoría es jurista y se le suponía de los buenos, que ya no lo creo -no sólo por esto-.

Pero abreviemos: En primer lugar, no hay que representar al Estado en ninguna parte de él, porque ya está él. España no se va a ningún lado como para necesitar representante, subsiste siempre iusqua celos ad infernos (desde los cielos a los infiernos). Por eso la Constitución sólo habla de representar al Estado cuando hay que salir fuera de él, y en tal caso es el Rey de España quien “asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales” (artículo 56.1).
Cuando estamos dentro del país, lo más que se dice en la Constitución es que “Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado” (art. 66.1). Vamos, que si hay que representar al Estado -y dejando de lado el tema de si el estado español y el pueblo español son lo mismo- para eso ya están las Cortes Generales, que son soberanas en todo el territorio, toda vez que también ”la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” (art. 1.2). Es decir, que si la soberanía reside en el pueblo español, y a éste lo representan las Cortes, son éstas en todo caso las representantes del Estado.

Tema diferente es el de la Organización Territorial del Estado, en la que aparecen Municipios, Provincias y Comunidades Autónomas. Con un matiz: los municipios y provincias son esenciales al Estado, las Autonomías no, pues así como todo el territorio nacional –español- queda repartido en municipios y provincias por definición sin que existan territorios que no lo sean (ellos o sus símiles isleños, etc.), las autonomías son opcionales, no es obligatorio que existan (art. 137: “El Estado se organiza territorialmente en municipios, en provincias y en las comunidades autónomas que se constituyan”). El mapa español no precisaba ser dividido completamente en comunidades autónomas pues el sistema inicialmente se pensó sólo para 3 o 4, otra cosa es que luego todos se dejaran llevar por la canción de la cabeza de ratón y trajeran cafeteras para todos.

El que la estructura territorial se componga de municipios, provincias y comunidades autónomas significa que en Cataluña son tan parte –y no representantes- de la Organización –y no de la esencia- Territorial del Estado unas entidades como otras. Es más, no son dependientes entre sí por criterio de jerarquía, sino independientes por criterio de competencia. Lo aclaro: La autonomía no está por encima de un ayuntamiento, el cual tiene la garantía constitucional de la autonomía municipal (art. 140.1). La autonomía puede tener funciones de control sobre los ayuntamientos, pero porque las habrá recibido delegadas del Estado, y sin que ello suponga prelación pues también los jueces tienen control sobre los Ayuntamientos y no por ello se les considera superiores a éstos. Es decir, que las autonomías tienen su terreno, y los ayuntamientos el suyo. Entre estos niveles puede existir cierto tipo de dependencia ramificada, pero se trataría en todo caso de un sistema delegado por el Estado, y reconducible en cualquier momento ya fuera por voluntad propia o ya fuera por retirada de competencias por parte del Estado, que es finalmente en quien se manifiesta la soberanía a través de las Cortes Generales.

El caso de las provincias es algo más difuso, pues ellas son al fin y al cabo pelusas municipales que actúan por ósmosis y de manera residual o supletoria respecto de los municipios, y por tanto las meteremos en el mismo saco que los ayuntamientos.

En definitiva, que el Estado entendido desde el punto de vista político no tiene representante como tal en Cataluña (a salvo el Rey, que más que representante es Jefe del Estado). En cuanto al Estado como organización territorial se proyecta sobre varios compartimentos estancos (autonomía, provincia y municipio) que conservan cada uno su esfera propia competencial. Y en cuanto al Estado entendido como una Administración más, también tiene su representante en Cataluña para todas las competencias que sigue desarrollando el Estado en todas y cada una de las Comunidades Autónomas, y dicho representante es el Delegado del Gobierno de España (remedo del antiguo Gobernador Civil).

Así que, señor Gallardón, si quiere hacer guiños al pancatalanismo póngase una senyera estelada en el coche, pero no me cambie la Constitución, Usted no.

martes, 25 de septiembre de 2012

EROSTRATO VUELVE A NEPTUNO.






Madame D´Herinan, a quien no puedo considerar prisionera de mi barco sino invitada perpetua con derecho a rescate, me dice que no tengo empatía con los señores que han estado en la plaza de Neptuno protestando por lo mal que va España.

No se trata de eso, pero Madame es de sangre caliente y yo soy carente de calor. No es que no sienta empatía, es que espero otra cosa de ellos, o de cualquiera que quiera cambiar las cosas. Los que actúan a la manera de los que rodean Congresos son, para mí, vulgares Eróstratos, y yo les pido mucho más si quieren que les empate.

Eróstrato, -esta explicación va para el señor de Singapur que no tiene por qué conocer el Egeo ni Itaca, no es como Artur Mas- era uno que incendió el templo de Artemisa alias Diana en Efeso, un 21-J (21 de Julio) de 356 a.C. Lo incendió simplemente porque quería ser famoso; quería unir su nombre perpetuamente al de una de las Siete Maravillas, y no se le ocurrió mejor idea que destruirla. El castigo, en consecuencia, fue que se prohibiera decir su nombre, lo cual por lo demás fue la mejor forma de que dicho nombre perviviera y todos sigamos contando su historia, para satisfacción póstuma del pirómano.

Eróstratos son todos los que hacen una barbaridad para pasar a la historia. El que mató a Lennon, el que atentó contra Reagan, el que estaba enamorado de no sé quién… unen su destino a algo grandioso, lo cual es en cierto modo unir la historia de un minúsculo a la de un mayúsculo, como un injerto enclenque de laurel en la rama de un roble. El fin justifica los medios y por eso no tienen reparos en cometer un delito horrendo; es más, parece que sin delito horrendo no hay fama. No conocemos el nombre de ninguno de los sicarios viperinos de Saladino o del Viejo de la Montaña que tan eficazmente asesinaban en silencio a sus enemigos, pero sí conocemos el nombre de los que en plena calle mataron a Canalejas o en pleno teatro a Lincoln, hay que ser bestia para alcanzar la fama. Jean Paul Sartre tiene un cuento sobre Eróstrato que va de esto, y me consta que la figura tiene aún más espejos en los libros, no en vano es atractiva la figura del que lo da todo en un momento para alcanzar la gloria sin ser Aquiles.

Pero a mí me aburren los Eróstratos si además de estetas pretenden ser moralistas. Cuando el que hace una burrada pretende decirme que además de fama busca arreglar el mundo, entonces empiezo a sospechar. Porque, normalmente, o bien el mundo ya está arreglado o bien la supuesta barbaridad que va a cometer el iluminado va a producir más alteración que otra cosa y generalmente degenera en daño a inocentes o en involución. “Prefiero el orden a la libertad”, que dijo Goethe; yo no digo eso, pero me cansan los profetas de la libertad que sólo la usan para causarme desorden y no me hacen más libre que antes. Para eso me quedo como estoy, y si alguien quiere liberarme de algo que me pregunte primero y ya le diré yo mil cosas que podemos hacer juntos para arreglar el mundo sin necesidad de rasgarme las velas del barco, que me son muy necesarias.
Eróstrato se cargó el templo de Artemisa. Con ello no sólo destruyó el templo sino que también quemó para siempre toda la obra de Heráclito que estaba allí depositada y quedaron sólo unos cachitos, causando con ello que al filósofo se le llame Heráclito el Oscuro simplemente porque sin conocer su obra no podemos entenderle muy bien. Artemisa (Diana en Roma) era hija de Zeus y sobrina de Poseidón (Neptuno en Roma), el cual protegió a la madre de aquélla –Leto- para que pudiera dar a luz en una isla a salvo de Hera, esposa de Zeus infiel. Hoy un Neptuno de piedra hecho fuente en Madrid ha vuelto a recordar a su sobrina Diana, aunque sólo sea porque miles de Eróstratos han pisado su plaza acosando o siendo acosados por policías –me da igual ya ese debate-.

¿Por qué llamo Eróstratos a los manifestantes? Pues porque las ideas de un hombre me parecen tanto más insignificantes cuanto mayor es el bien jurídico que deben violentar para defenderlas. Si un hombre debe quemar el Museo del Prado para explicar que quiere mucho a su vecina, ese hombre es un cretino además de un criminal. Si necesita cometer un magnicidio para hacerse famoso a sí o a sus ideas, es un lerdo y un vanidoso, cuando no un narciso. Admirables son los anarquistas de Sisí o de Cánovas que sólo atentaban para eliminar a un poderoso y no para hacer propaganda de su sapiencia. Gandhi, del que tanto se habla, no necesitó jamás insultar a un policía ni refregarse contra él, ni alentó la presión física ni las salidas de tono. Las ideas de Gandhi eran tan buenas que no necesitaba ir a ningún sitio para hacerlas brillar, era al revés y la gente acudía donde estaba él sentadito en el suelo con la rueca y la lana para escucharle.

Por eso me cansan los que creen que deben montar una gorda para que se les oiga y “se haga la justicia del pueblo”. No hace falta montar una gorda, señores, si sus ideas ya son gordas y valen la pena. No chupen rueda de un Congreso que ha hecho falta siglos para levantar y mantener, o no se peguen a la chaqueta de diputados que con todo lo que tengan de malo son al fin y al cabo símbolos de una institución que hemos tardado milenos en consagrar. Hay miles de kilómetros cuadrados en España y cientos de formas no ilegales para desarrollar una idea. Cuando lo hagan así les creeré, y creeré que Ustedes se creen sus ideas por ser grandes en sí mismas y no por el tamaño de la casa que van  a quemar, o por el cargo del político al que van a echar huevos. Decía Napoleón que los hombres se miden por el tamaño de sus enemigos y ustedes se lo han apuntado en la mano equivocada. Dejen de convertir la parte en el todo, y no se preocupen que estaré encantado de tener empatía con Ustedes cuando me demuestren que les gustan más sus propias ideas que el fiestorro que van a montar a costa de mis impuestos o que la pintada que van a hacer en la escultura de Neptuno.

EL BANCO MALO YA EXISTE: SE LLAMA GENTE.






Es que es muy fácil. Basta pensar. 130.000 MILLONES DE EUROS (según el “5 Días” de hoy) suman los activos tóxicos que irán a parar al banco malo. ¿Los van a pagar los bancos? NOOOO ¿Los pagará el Estado? NOOOOOOOO. O sí, pero no con su dinero. Ergo… Exacto, EL TERCER ESTADO.

Además habrá que pagar los millonarios estudios de Huston, los millonarios equipos de asesores, los multimillonarios sueldos de los gestores del Banco malísimo, etc., etc., que también lo pagaremos los mismos, y sigan contando.

Y todo para crear algo que ya tenemos: LA GENTE. Les propongo que me acompañen en un paseo de demagogia. Cuando crean que la demagogia empieza, pueden dejarme andar solo. La pregunta es: ¿Por qué un crédito (hipotecario) es tóxico? Respuesta: porque el inmueble que lo garantiza es tóxico, o sea que no vale para hacer frente al crédito. ¿Y por qué el inmueble no cubre la deuda? Respuesta: Pues porque cuando se subasta, con el dinero obtenido hay que pagar a mucha gente que se cuela en la cola de cobros antes de empezar a pagar al verdadero acreedor, que es el banco. Es decir, el piso podría satisfacer toda o casi toda la deuda si dejaran solos a deudor y acreedor, pero no si hay que pagar antes a todos los preferentes.

Cuando un deudor tiene un problema y ya tiene el proceso abierto, intenta vender su piso a LA GENTE como mal menor pero entonces comprueba que es muy difícil encontrar un comprador para el mismo, porque el comprador posible sabe que va a tener que dar primero de comer a todos los que están en la cola de cobros, y que el piso seguirá debiendo gran parte de pastón.

¿Quiénes están en esa cola? Veamos:

Por un lado los costes del pleito, costas de abogados, procuradores, peritos, en su caso administradores de concursos, etc., Todo eso se lleva un pastón, que podría evitarse si por ley se rebajaran drásticamente las costas de unos juicios que se suelen preparar dándole a unas cuantas teclas y no suelen presentar dificultad especial porque el afectado normalmente ya se ha tirado por un balcón. Además están los intereses, gastos, comisiones, y toda la pesca que puede caer en cuanto a uno le meten en la lista de los morosos ejecutados. Todos ésos cobrarán antes de que el banco empiece a ver la primera peseta (digo peseta contando ya con que nos salimos del euro). Y no les explico el concepto de Responsabilidad Hipotecaria para que no se me tiren por el balcón ustedes; quien lo haya experimentado ya sabe de lo que hablo.

Después tienen que cobrar los Ayuntamientos. Las Autonomías y el Estado. Nos van a freir con la Plusvalía Municipal, con el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales y con la Plusvalía en renta. En este país ninguna administración se baja del burro o sea baja sus impuestos (que, como la gasolina, dicen que los suben cuando sube el valor de mercado, pero jamás los bajan cuando baja el valor de mercado, al revés, entonces se sacan eso de que es la menor tasa de Europa o que España necesita el esfuerzo de todos). Vamos, que cuando LA GENTE intenta comprar un piso que está para ejecutar, sabe que el Ayuntamiento de turno vendrá a cobrar su pastizal por plusvalía y que le dará igual que le digamos que ahora eso se ha comprado por la quinta parte de su valor porque nos dirá que él aplica sus tablas mágicas. Y la Comunidad Autónoma o el Estado no cedido nos aplicará sus tablas requetemágicas para cobrar al comprador el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, y además si no hacemos caso de sus tablas de Huston nos aplica una revisión y un pedazo de sanción y ya se queda del todo el inmueble por aquello de los “impuestos confiscatorios” que la Constitución prohíbe pero al poder le encanta por aquello del Bienestar (el suyo). Y el Estado le pasará también al vendedor todos los incrementos de patrimonio en renta, para acabar la digestión. Todos los entes públicos pasarán a hacer caja, y les dará igual que lo tenga que pagar el vendedor o el comprador, porque al final sacan una ley para que el piso responda en todo caso, así que alguien paga (además, lo pague quien lo pague, estos conceptos también forman parte de la negociación cuando un deudor se plantea vender su piso tóxico, o sea que acaba encareciendo el precio).

Los bancos y los entes (públicos) actúan como perros de presa que, una vez agarrada a la víctima por el cuello, están programados para no soltarla, así que ustedes mismos. Cuando LA GENTE quiere interesarse por un inmueble tóxico, entiende que hay que destinar más o menos un 30% de lo que va a pagar a dar de comer a todos los de la cola, y que el 70 o 50% restante será lo que calme al banco, que conservará casi intacto su crédito. Demasiado complicado. LA GENTE no acude así al mercado.

Claro, los ENTES dicen que ellos deben cobrar sus impuestos, se ve que siguen teniendo muchos gastos, pero yo me pregunto: ¿Y SI EN LUGAR DE SUBIR MÁS Y MAS LOS IBIS, LAS TASAS, LAS PLUSVALIAS, LAS BAJARAN UN POQUITIN? Alguien debería hacer un cálculo. Seguramente, los ENTES perderían una cantidad de dinero en impuestos, 2.000 millones, 5.000 millones…? Pero nos ahorrarían unos 130.000 millones sólo de inmuebles tóxicos más las comisiones de las hijas de Chaves y las niñas de Rajoy. ¿No valdría la pena dejar que EL BANCO MALO FUERA LA GENTE, que ya está ahí? Recuperaríamos el mercado, todo el mundo pagaría (que sabemos hacerlo, cuando nos dejan y no nos quitan todo para pagar sus propias deudas)

Pero en fin, quizá ya he entrado en la demagogia y me he quedado solo. Por si acaso, y siguiendo con el tema, supongamos que un deudor no ha podido encontrar a LA GENTE para venderle su piso tóxico. Entonces sale a subasta, que es su última oportunidad para encontrar algún comprador entre la GENTE MALA, o sea los subasteros. Bien. En ese caso, a todos los parásitos que aparecen en la cola de cobros hay que añadir otros problemas que hacen que el piso sólo pueda colocarse por un precio aún más bajo: porque… ¿QUIEN QUERRÁ COMPRAR UN PISO en subasta cuando apenas hay medios oficiales para enterarse gratuitamente de las subastas? La consecuencia es clara: cuantos menos conocen la subasta, más regalado saldrá el piso y más quedará a deber al banco ¿Quién tiene ganas de pasar por el mal trago de las subastas tal como están concebidas? ¿Quién puede esperar a veces muchos meses y hasta años hasta que un Juzgado –que esto pasa- agilice los trámites para poder tener la adjudicación formal, el documento de posesión, la inscripción, etc.,? Que a veces un adquirente en subasta tiene que esperar un lustro para poder renegociar su piso, y así no hay quien concurra a comprar ese inmueble tóxico como inversor. O que un juzgado –que esto pasa- exija tener pagados todos los impuestos para entregar los documentos de propiedad, como si fuera competencia del juzgado ocuparse de esos temas. O que a veces nos enchufen –que esto pasa- hipotecas con rango cambiado gracias a las redacciones excesivamente creativas de algunos profesionales generando una inseguridad absoluta que sólo beneficia –como siempre-  al banco… ¿Quién va a pagar por un inmueble sujeto a todos esos peligros –y muchos más, que esto pasa- un precio que no pase ni del 25% del valor de compra de hace unos 5 años?

Si el gobierno dedicara unos 5.000 millones de euros, O QUIZÁ CERO EUROS Y EN SU LUGAR MATERIA GRIS a resolver esos problemas, no necesitaría crear un BANCO MALO para resolver un problema de 130.000 MILLONES MÁS LA PROPINA, pues ya estaría LA GENTE, LA GENTE BUENA.

… ¿HAY ALGUIEN POR AHÍ?

viernes, 14 de septiembre de 2012

¿DE QUÉ SIRVE ENDURECER LAS LEYES SI LOS QUE MANDAN NO CUMPLEN NI HACEN CUMPLIR LAS QUE YA HAY?






Anuncia el Ministro de Justicia un endurecimiento de las leyes penales. Esto ya parece el guiñol de Valle Inclán, pero los privados como servidor tendremos que seguir reaccionando para que no digan encima que somos los culpables de no achuchar a “la llamada casta” (vaya aburrimiento de vida, sufrimos sus errores, los pagamos de nuestro bolsillo y encima nos echan la culpa de no haberles frenado a tiempo).

Gallardón quiere hacerse la foto con el Código Penal de Chindasvinto. A mí me cae bien, conste, -Gallardón, y Chindasvinto- pero si quiere gastar energía en arreglar los problemas penales de España yo tengo una idea mejor: ¿por qué no se esfuerza en que se cumplan las leyes flojitas que ya hay, en lugar de endurecerlas para tampoco cumplirlas?

Yo lamento casi en carne propia el dolor de algunos amigos políticos que tengo cuando se saca el tema de “la llamada casta”, y no sé si de verdad existe la susodicha pero lo cierto es que hay diversos criterios que dividen a los españoles en dos, y uno de los más dramáticos es el de "los que están sujetos a la ley y los que no". En el primer grupo estoy yo con mi burro delante y todos aquellos a quienes nos pueden multar por pasar 5 km de velocidad, por tardar cinco días más de la cuenta en pagar la basura o por caerle mal a un funcionario de ésos cuyas actas tienen presunción de veracidad.

En el segundo grupo están los políticos y no sé si alguno más. Vamos, los aforados, los privilegiados por sus tipos penales, los que nunca pagan lo que deben y nadie les persigue, los que pactan entre sí para no recurrirse ilegalidades ni para investigarse corruptelas ni para retirarse sus favores ni sus clientelas, los que siempre tienen quien les deba un favor o quien les tenga miedo, los del hoy por ti mañana por España, los que eligen a los jueces y a los jueces de los jueces y a los constitucionales que corrigen a los jueces… los que deciden de un día para otro qué es legal y qué no y casualmente siempre se salvan ellos por su propia campana que también acaban de aprobar, los que pueden convertir mis tesoros en basura y su basura en tesoro con una varita de BOE, los que hacen las leyes y amparan con ellas al poder para la supuesta eficacia de una mano diabólica, los que pueden hacer retroactiva al pasado una obligación mía pero nunca cumplen las que mejorarían mi futuro y me mandan a una caja llamada urna para llorar un voto, eso sí, de cuatro en cuatro años…  No es una casta, seguramente, o mejor, no es casta, no sé qué otra cosa sea. Por supuesto, dentro de eso que no es una casta hay de todo como en botica, pero concédanme que si el boticario tuviera que guardar, por sistema, su multicolor variedad de productos en frascos lacados de cianuro, alguien se sentiría legitimado para proponer: “oigan, ¿y no podrían usar frasquitos lacados de azúcar?”

Un buen Ministro de Justicia –y creo que Gallardón tiene mimbres para poder ser el mejor de la democracia- debe preocuparse de hacer cumplir la ley antes que de cambiarla. Y es que, si su pensamiento es que hace falta cambiar una ley porque la que hay no basta, lo primero que debe pensar es “¿por qué no basta la que ya hay?” “¿Por qué hay que agravarla para que la gente entienda que debe cumplirla?”. Eso debe llevarnos a otra pregunta: “¿Por qué la gente no cumple la ley?”

Obviamente, nada obedece a una sóla causa, y menos en las ciencias sociales. Pero –al igual que a la fuerza ahorcan-, a la fuerza nos centraremos en una de las causas principales: el malísimo ejemplo de los gobernantes.

No puede ser que en un Estado donde, por definición, se establece el monopolio del Estado en el ejercicio y cumplimiento de la ley, sea el Estado el primero que la incumple; y no sólo eso sino que exhiba garbosamente su incumplimiento, es como si el torero quisiera hacer a la vez de espontáneo.

Tenemos un sainete de país, donde los de Izquierda Unida y sindicatos asaltan fincas y se lanzan a las piscinas, roban en supermercados y vejan a las cajeras, los presidentes de autonomías se niegan a aplicar las leyes fiscales, declaran independencias, engañan con sus cuentas, estafan con sus subvenciones, los alcaldes y concejales queman banderas, no las colocan donde se debe, arrasan en los puticlús o se suben los sueldos por encima del primer ministro, los amigos de todos estos se colocan en las cajas y en las concesionarias y en las empresas públicas y tal y tal y se despiden con millones después de arruinarnos, los del PSOE se apuntan a todas las pancartas y a todas las acampadas y ahora a los muros del silencio mientras se bilocan mentalmente como Santa Ludwina para estar a la vez en el Estado y contra él véase PSUC, PSE y demás retratos de Dorian Gray. Y el PP, amigos, el PP observando todo eso y sin hacer nada, yéndose a Delfos a preguntar al oráculo si la quema de la bandera que acaba de ver por la tele pooodríiiiaaaa tener indicios de delito, o si el “podrá” de un tercer grado es un “deberá” en la Utopía de Moro, o si la independencia de Mas es un Te Quiero coqueto, o si la marcha de los gremlins por Andalucía merece descolgar el teléfono o si es mejor no invocar al fantasma de Casas Viejas porque a Aznar le gustaba Azaña… todo por el temor a prevaricar (uuuuhhhh, susto), cuando el ministro del Interior debería saber que igual de prevaricación en una autoridad es hacer algo ilegal como no hacer lo que la ley le obliga a hacer.

Una cosa que nunca entenderé es cómo los gobernantes no asumen el EFECTO DEMOLEDOR que tiene en la sociedad el mal ejemplo de los que mandan Y cuando digo “los que mandan” lo digo en sentido superamplio, es decir, incluyendo a todos los designados para cargos públicos, más sus compañeros de partido que se enteran de todo, más sus compañeros de otros partidos que también se enteran de todo pero se encubren por corporativismo, más sus asesores y beneficiarios y paniaguados y consejeros delegados y liberados y demás aspirantes a matar al padre… todos esos que se consideran siempre a salvo del Incendio del Borgo, con derecho a bote del Titánic, y que poseídos de su impunidad aprovechan todo lo que pueden antes de que den las doce y se conviertan en calabaza.

Los partidos han sido sobredimensionados en muchísimas cosas, y una entre ellas es la sobreprotección que ellos mismos se han propiciado. Las vacas de la India no son una casta, pero seguramente ellas a sí mismas se deben considerar así viendo la sobreprotección de que gozan, y es comprensible que la utilicen pues, al fin y al cabo, deben haber llegado a convencerse de que “ser diferente es lo normal”.

Hay muchísimo que cambiar, señor Gallardón, pero ya le aviso de que son muy pocos los delincuentes que se echan atrás por un endurecimiento de las penas. Al revés, los que se suelen echar atrás en tal caso son los jueces, que acaban diciendo: “pobrecico éste, como le voy a condenar, si en tal caso me veo obligado a meterle doce años en prisión…”. Esto que digo no es ninguna tontería, y les pongo un ejemplo: en la supuesta protección del medio ambiente, la configuración de los delitos ambientales en lugar de su consideración como falta administrativa no ha supuesto apenas mejoría, pues cuando algo es penado como delito actúan muchas más garantías a favor del supuesto infractor, y además los jueces tienen muchísima más cautela antes de condenar, con lo que al final el resultado puede ser contraproducente.

Por eso, señor Gallardón, piense mucho antes de cambiar la ley, y no se lo piense dos veces antes de exigir a los suyos y a sus colegas que cumplan las que ya hay.