Que lo digan Pujol, Carod Rovira o el obispo de Urgell es normal y
hasta entrañable, pero que lo diga Gallardón que es Ministro de Justicia de
España me parece o bien un desliz o bien una concesión innecesaria. Ayer
escuché a Gallardón utilizar esa famosa cantinela de que “el President de la Generalitat
de Cataluña es el representante del Estado en Cataluña”.
Cuando Goebbels –o quien fuera- dijo que una mentira dicha mil veces se
convierte en verdad, debió estar pensando en Spanien. El éxito de ese tipo de
manipulación se culmina cuando el perjudicado por ella la asume estúpidamente como
propia, se la cree y la incorpora a su discurso. Eso es lo que ha hecho Ruiz
Gallardón.
Es cierto que queda muy poco Cool, menos Casual y nada Indie dar
importancia a estos temas. Lo siento, es posible, pero también es cierto que
cuando los conceptos se van integrando en el consciente colectivo acaban
ejerciendo su influencia. Por mi parte tengo claro que, si no fuera algo
importante, no habría existido desde hace décadas una corriente empeñada en
meternos el sonsonete por las orejas: La Generalitat catalana es la
representante del Estado en Cataluña. ¿Ah, sí?
La maniobra no es inocente: consiste en demostrar que el Estado (Español)
no es nada en Cataluña o que no hace falta porque ya está la Generalitat.
Consiste en repetir el modelo de los Wifredos el Velloso o de tantos otros que
siendo “representantes” en una zona determinada acaban legitimados por la mera
posesión física, una especie de usucapión o, aún peor, de herencia del ausente,
queriendo dar a entender que, ante la dejación o vacío de poder en que la
Metrópoli nos deja, no hay que temer porque ya estamos aquí los de aquí para
seguir aquí. “El Estado no está ni se le espera”. Obviamente, admitir que se
representa al Estado es también una forma de hacerlo presente, o sea de reconocer
su autoridad, pero eso es irrelevante en esta fase en la que, sencillamente, se
trata de minar la idea de que el Estado existe por igual en todo el territorio
español.
Bueno pues entro al trapo y les diré que pueden Ustedes utilizar la
frasecita susodicha si lo que pretenden es hacer el ridículo. Si pretenden
decir las cosas como son les recomiendo que destierren esa idea de “la representación
de España por la Generalitat catalana”, porque es una falacia como tantísimas
otras que componen nuestro sainete tribal. Gallardón, por ejemplo, hace el
ridículo porque él en teoría es jurista y se le suponía de los buenos, que ya
no lo creo -no sólo por esto-.
Pero abreviemos: En primer lugar, no hay que representar al Estado en
ninguna parte de él, porque ya está él. España no se va a ningún lado como para
necesitar representante, subsiste siempre iusqua celos ad infernos (desde los
cielos a los infiernos). Por eso la Constitución sólo habla de representar al
Estado cuando hay que salir fuera de él, y en tal caso es el Rey de España
quien “asume la más alta representación
del Estado español en las relaciones internacionales” (artículo 56.1).
Cuando estamos dentro del país, lo más que se dice en la Constitución
es que “Las Cortes Generales representan
al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado”
(art. 66.1). Vamos, que si hay que representar al Estado -y dejando de lado el
tema de si el estado español y el pueblo español son lo mismo- para eso ya
están las Cortes Generales, que son soberanas en todo el territorio, toda vez
que también ”la soberanía nacional reside
en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado” (art. 1.2). Es
decir, que si la soberanía reside en el pueblo español, y a éste lo representan
las Cortes, son éstas en todo caso las representantes del Estado.
Tema diferente es el de la Organización Territorial del Estado, en la
que aparecen Municipios, Provincias y Comunidades Autónomas. Con un matiz: los
municipios y provincias son esenciales al Estado, las Autonomías no, pues así
como todo el territorio nacional –español- queda repartido en municipios y
provincias por definición sin que existan territorios que no lo sean (ellos o
sus símiles isleños, etc.), las autonomías son opcionales, no es obligatorio que
existan (art. 137: “El Estado se organiza
territorialmente en municipios, en provincias y en las comunidades autónomas que
se constituyan”). El mapa español no precisaba ser dividido completamente
en comunidades autónomas pues el sistema inicialmente se pensó sólo para 3 o 4,
otra cosa es que luego todos se dejaran llevar por la canción de la cabeza de
ratón y trajeran cafeteras para todos.
El que la estructura territorial se componga de municipios, provincias
y comunidades autónomas significa que en Cataluña son tan parte –y no representantes-
de la Organización –y no de la esencia- Territorial del Estado unas entidades
como otras. Es más, no son dependientes entre sí por criterio de jerarquía,
sino independientes por criterio de competencia. Lo aclaro: La autonomía no
está por encima de un ayuntamiento, el cual tiene la garantía constitucional de
la autonomía municipal (art. 140.1). La autonomía puede tener funciones de
control sobre los ayuntamientos, pero porque las habrá recibido delegadas del Estado,
y sin que ello suponga prelación pues también los jueces tienen control sobre
los Ayuntamientos y no por ello se les considera superiores a éstos. Es decir,
que las autonomías tienen su terreno, y los ayuntamientos el suyo. Entre estos
niveles puede existir cierto tipo de dependencia ramificada, pero se trataría
en todo caso de un sistema delegado por el Estado, y reconducible en cualquier momento
ya fuera por voluntad propia o ya fuera por retirada de competencias por parte
del Estado, que es finalmente en quien se manifiesta la soberanía a través de
las Cortes Generales.
El caso de las provincias es algo más difuso, pues ellas son al fin y
al cabo pelusas municipales que actúan por ósmosis y de manera residual o
supletoria respecto de los municipios, y por tanto las meteremos en el mismo
saco que los ayuntamientos.
En definitiva, que el Estado entendido desde el punto de vista político
no tiene representante como tal en Cataluña (a salvo el Rey, que más que
representante es Jefe del Estado). En cuanto al Estado como organización
territorial se proyecta sobre varios compartimentos estancos (autonomía,
provincia y municipio) que conservan cada uno su esfera propia competencial. Y
en cuanto al Estado entendido como una Administración más, también tiene su
representante en Cataluña para todas las competencias que sigue desarrollando
el Estado en todas y cada una de las Comunidades Autónomas, y dicho
representante es el Delegado del Gobierno de España (remedo del antiguo Gobernador
Civil).
Así que, señor Gallardón, si quiere hacer guiños al pancatalanismo póngase
una senyera estelada en el coche, pero no me cambie la Constitución, Usted no.