miércoles, 12 de septiembre de 2012

CATALUÑA, ¿REFERENDUM A UNA O A DOS VUELTAS?




Cataluña ya está en la Fase II de la Revolución. Desde la Francesa y la Soviética, todo el mundo sabe que las Revoluciones tienen 4 fases:

I.- Revolución de los Privilegiados;
II.- Revolución de los Exaltados;
III.- Revolución de los Moderados;
IV.- Instauración de un poder personal

Difícilmente puede decirse, después del 11-S-2012, que Cataluña no haya entrado en la fase exaltada. Los privilegiados de Salón del Tinell, diccionario Pompeu y palco del Barça han dejado ya paso a las huestes de la hoz, el pasquín y la quema organizada de banderas. Ahí se lo coma el Señor Mas, que es mi consejo a Rajoy. En los asedios antiguos, las poblaciones cercadas sacaban fuera de la muralla a los viejos y a los niños, para que los capturaran los sitiadores para esclavizarlos o saquearlos, y los sitiadores solían obligarles a volver al recinto amurallado para pasarle el problema a sus propios paisanos, obligados a alimentarlos, aguantar sus gritos y a servir de lastre inútil para la defensa.

Ahora estamos igual, Artur Mas ha sacado a la calle a sus paisanos inútiles para que España-Castilla-Madrid los aguante, pero mi consejo a Rajoy sería que los devolviera a la Plaza de Cataluña para que le den la murga a Don Artur. Ojo, cuando digo inútiles lo hago desde el respeto personal hacia unas personas que son en sí mismas víctimas de la manipulación informativa, una educación lamentable y una castración emocional en la que sólo se les ha fomentado odio y no cultura; son inútiles en la medida en la que para Artur Mas sólo sirven si es para sacar su Pacto Fiscal, y no le van a servir para ello (no deberían). Está claro que Mas también disfruta con la idea de independencia, pero supongo que no es tan tonto de no darse cuenta de que en una Cataluña independiente la suya sería la primera barretina que caería en la máquina del Dr. Guillot. Vamos, igualico igualico como en la Guerra dels Segadors, parece mentira que no aprendan.

No voy a perder ni un segundo en contrarrestar las posiciones independentistas. Está claro que cuando una población toma como símbolo una derrota, pone flores ante un señor que tras la Guerra de Sucesión vivió muchos años encantado de la vida bajo el poder Borbón, y llama a sus gudaris con el nombre y uniforme de una unidad que fue creada para reprimir a los catalanes rebeldes, es una población que no quiere saber ni la mitad de la mitad de su propia verdad, y para qué discutir con alguien así. Está también claro que, como MUY BIEN HA DICHO ARTUR MAS HOY EN LA TELE, para conseguir sus propósitos hace falta “voluntad, no sé qué más y ganas de resistir”, vamos, ninguna alusión a tonterías tales como “legalidad, justicia, verdad”, que son cosas muy molestas cuando uno quiere revolucionarse. Su apelación a la voluntad es perfecta, porque en eso consiste una Revolución y más aún nacionalista: a un nacionalista le importa un rábano qué ha sido Cataluña en la historia, porque sólo le importa lo que su voluntad le exige ser en el futuro; el pasado sólo le interesa en la medida en que es manipulable para justificar esa voluntad en trance. DER TRIUNF DES WILLENS (“El triunfo de la voluntad”), es el título de la película que Leny Rieffenstahl hizo para Hitler y le ayudó a consolidar su mito. Un nacionalista o un tirano (o ambas cosas) tiene un tesoro mucho mejor que el de cualquier saber académico, esfuerzo amoroso o sentido de justicia: tiene la Voluntad, que es lo que no tienen los demás. A partir de ahí, todo está perdido si frente a esa voluntad (deseo irresistible de vencer, que diría Napoleón) sólo se oponen frases del tipo “no quiero líos ahora”, “eso es algarabía, hoy no toca”, o las de los otros que son aún más patéticas: “El Estado no se rompe por eso”, “hay que seguir buscando el encaje del pueblo catalán…” Pamplinas; cuando en un matrimonio uno de los dos se pasa 30 años diciendo que está torturado por el otro, hay que darle la razón porque quizá la lleva, o aunque sólo sea para que se calle y nos deje en paz (“Dadme lo que quiero y me marcharé de aquí”, que decía el ser diabólico de “La tormenta del siglo”¿?, de Grisham¿?). Ahora dicen que “llevan 300 años siendo catalanes imbéciles” (lo dicen allí, no yo); yo creo que es verdad, incluso yo pondría muchos años más en tal estado beatífico, pero no por haber aceptado la sumisión sino por no haberse dado aún cuenta de todos los beneficios que han tenido por su integración en el proyecto de España (un proyecto que no es sino fruto de los catalanes o aragoneses como fue Fernando el Católico, que para Artur Mas seguramente debía ser originario de las Islas Mauricio o más pallá); y si hay que seguir el razonamiento del autor del slogan, yo diría que no son 300 sino sólo los últimos 150; en los primeros 150 años de borbonismo los catalanes no hicieron sino progresar gracias a la nueva España unificadita, con su mayor unidad de mercado, desaparición de trabas interiores, encargos oficiales a la industria catalana para todo el Imperio español, capacidad de comerciar dentro de un Estado “planetario”, etc… y la prueba es que cuando llega la guerra de la Independencia a ningún catalán se le ocurrió promover una independencia de España o unirse a Francia (ya la unió Napoleón sin consultarles, como Carlomagno y como Luis XIV), los catalanes tuvieron momentos de gran patriotismo hispano (mal que les pese recordarlo) como en Gerona, Barcelona, Tarragona… y en toda su superficie regional pagando un enorme precio. El cambio no viene en 1714 sino hacia 1850, cuando una Cataluña aburrida de que le fueran bien las cosas sacó su sentido de “región lemming” y, como hace esta especie animal, cuando progresa se suicida en masa tirándose por abismos (dicen que para evitar la superpoblación), cosas del ser humano tan entrañable.

Ah, que no se me enfade ningún catalán por todo esto, tengo simpatía por los catalanes e individualmente son tan personas y tan fantásticos como todos. Lo que pasa es que cuando una comunidad se deja dirigir por ciertos seres, y les entrega el micrófono de portavoz durante tantísimos años sin enviar ni un solo mensaje amable a la centrífuga, algo de responsabilidad tendrán en lo que ocurre, digo yo, así que yo no les digo nada en lo personal, a cambio de que no me consideren tan lerdo de desvincular al 100% los dirigentes y su población. Cada uno lo suyo, como cuando Hitler subió al poder que parece que nadie se enteró hasta 1945.

Que se coma cada uno sus patatas, la democracia me obliga a acatar lo que diga la mayoría pero no a tragarme sus sapos. Apelando a mi herencia común del desierto, plantaré mi taburete en la puerta de mi tienda y veré pasar los restos de España, no voy a ser el único tonto que sufre cuando todo su país se empeña en suicidarse, así que buen humor y una cañita, que el 98 aún no ha acabado. Limitémonos a bosquejar un futuro…

En el futuro inmediato, no sé de cuántos años o meses, los exaltados romperán todo lo que pillen por delante, o sea España y el Estado y la prima de riesgo y los presupuestos nacionales (de España) y los archivos de Simancas y nos pasearán por Europa con la foto de Sánchez-Gordillo, Joan Báez y Bolinaga, alguno del Sinn Feinnnn y el Bardo de Astérix. La duda es cuánto tardará en llegar la reacción de los moderados (Fase III, reacción Thermidor / Kerensky)  que pongan algo de sentido a todo esto, y cuánto tardará en aparecer un héroe regional (Fase IV, Napoleón / Lenin-Stalin) que catalice los ánimos de los burgueses catalanes cansados de caceroladas antisistema, y cuando los embajadores extranjeros empiecen a pedir orden, ley y policía. Por supuesto, doy por hecho que eso llegará o deberá llegar si seguimos haciendo las cosas como ahora.

Por eso, ahí va mi planteamiento: Debe hacerse un referéndum, porque no podemos seguir así. Y debe ser un referéndum a una o a dos vueltas, según queramos que Cataluña se quede en España o se vaya (a mí, que conste, me da ya igual). Si se hace a una vuelta, ganará la Independencia; los nacionalistas echarán toda la carne en el asador, y las hordas de la estrella campearán como hoy Gordillo en la piscina del Marqués, es lo habitual en todo Akelarre, no se para hasta que se les da lo que quieren, y lo tendrán.

Si se quiere que Cataluña siga en España, hay que hacer un referéndum a dos vueltas. La primera servirá para que desfoguen esos 300 años de flojera que dicen, que les hace mucha falta. Pero una vez sacada toda la bilis, ¿qué quedará? No hay nada más desolador que el paisaje de una Revolución al día después. En la película Lawrence de Arabia hay una escena así, en Jerusalén ¿O es Damasco?, en los despachos vacíos y de papeles tirados tras entrar las masas… e irse. Cuando uno está enloquecido, no le importa defenderse de quien sea; cuando está enloquecido de nacionalismo, además ataca. Y ataca como un perro de presa que no va a parar hasta tener su trofeo; la cuestión es qué hace con él al minuto siguiente.

Siempre pasa igual. Lo mejor para neutralizar a un revolucionario es darle lo que quiere, porque a partir de entonces no sabe construir donde sólo supo destruir. En Cataluña saben mucho de eso con su experimento en la República, en la Guerra Civil… está en los libros (de Castilla). El “Estado Español” ha salvado muchísimas veces a Cataluña del desastre, porque no hay nada más peligroso para Cataluña que dejarla sola… Pues eso es lo que habría que hacer, dejarla sola ante su propio resultado, dejarla ver qué ocurre después de ganar un referéndum independentista. Si ganara el SÍ en una primera vuelta, saldrían las masas a la calle, se organizaría la quema de carteles, asaltos a sedes, arrancada de césped del Espanyol, etc. … Hasta que los propios catalanes (los laboriosos y normales, o sea todos menos los energúmenos) se dieran cuenta de la bicha que habían formado y llamaran, como han hecho siempre, a los castellanos para que pongan orden. Es ley de vida

Una vez que la orgía de cuatribarras y homenajes hubiera pasado tras la primera vuelta victoriosa, todos empezarían a hacer números, a mirar cenizas y llamar al banco. Ese sería el momento de hacer una segunda vuelta, y entones ganaría el NO, y la romería a Montserrat. Yo no pienso que la ruina del país sea un obstáculo al nacionalismo porque el dinero nunca ha importado a un poseso; ni creo que Europa no les dejara entrar porque Europa es como la gran meretriz del Apocalipsis, se monta un paraíso fiscal en Reus y todo arreglado. 

Si Cataluña quiere ser independiente lo será, y estará en Europa; mi única ilusión es que se quede en España, pero que se quede convencida y culta, para sumar, y para eso sólo hace falta una cosa: que se vea en su propio espejo y se dé cuenta de la falta de estética de su empeño, como cuando el personaje agreste y deforme de “El natalicio de la infanta” de Wilde entendió por primera vez que él no era guapo sino bizarro; hizo falta que se topara con algo muy sencillo que nunca le habían puesto delante: un espejo.

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