domingo, 3 de febrero de 2013

LOS ESCRITOS "APOCRIFOS" DE RAJOY








   Hace falta entrar en la Catedral de Valencia y acercarse al altar mayor en un día de diario. Eso ya descarta al 98 % de los españoles. Para el resto, y para los extranjeros normales, les propongo una experiencia para entender qué significa realmente “apócrifo”.

   Rajoy ha metido la pata sin saberlo al aludir a los papeles de Bárcenas como “apócrifos”. La suerte que tiene es que sus contrincantes, en lugar de dedicarse a leer, prefieren salir a la calle en invierno y se les congelan las sinapsis entre grito y litrona. Lo que no hizo la LOGSE lo hará el entusiasmo demócrata.

   Rajoy ha querido decir que los papeles que publica El País son falsos. Pero apócrifo no significa “falso”.

   Vuelvo al principio: la Catedral de Valencia. En el crucero de la Catedral quedan algunas obras de arte que no se llevó por delante la alegría legítima de 21 de Julio de 1936. Entre ellas figura un conjunto de 12 imágenes de óleo sobre tabla, y entre ellas una de Yáñez de la Almedina de 194 x 227 centímetros (supuesto alumno de Leonardo) titulada La Dormición de la Virgen. Alude al episodio en el que la madre de Jesús quedó dormida para poder ascender a los cielos, pues la muerte no la alcanzó.

   El cuadro tiene algo maravilloso. Aparentemente se trata de una escena ordinaria dentro de lo extraordinario que rodea a cualquier concepto religioso. Vemos a una mujer recostada en su lecho mortuorio, y a diversos personajes que la acompañan en su final terrestre, discípulos, evangelistas… hay cuatro de esos personajes que portan o leen un libro en posiciones espontáneas; se trata de los cuatro evangelios llamados canónicos (Mateo, Lucas, Marcos y Juan). Uno puede mirar ese cuadro docenas de veces y no fijarse en una cosa que yo les diré ahora y que hace falta que se la digan a uno porque si no puede uno morirse o dormirse mil veces si descubrirlo: debajo del almohadón de la Virgen hay otro libro, del que apenas vemos los bordes. ¿Qué significa?

   Significa que ese libro es el texto donde aparece relatada la Dormición. Como tantas cosas de la imaginería cristiana, hay muchos relatos que no figuran en los cuatro evangelios principales sino en otros textos, o incluso en la tradición oral. La Dormición de María no es narrada en ninguno de los cuatro evangelios “canonicos”, sino que aparece concretamente en los textos de Juan el Teólogo, el Evangelio de Bartólomé, el Tránsitus Latino, y la narración de Juan, Arzobispo de Tesalónica.

   El momento clave para todo esto fue el año 325. Constantino el Grande quiso rentabilizar en beneficio del Imperio el ímpetu de una religión cristiana que se negaba a desaparecer, así que encerró (con sello, de ahí lo de Con- silio) a todos los obispos en Nicea para obligares a adoptar una serie de medidas, de unidad institucional, de unidad contra el arrianismo, de unidad doctrinal… todo para instrumentar un nuevo arma para perpetuar la gloria de Roma ya fuera en Roma o en Constantinopla. Una de las consecuencias fue que la Iglesia debió reducir todos sus relatos sobre la vida de Jesús a cuatro, descartando todos los demás. Los evangelios salvados fueron llamados canónicos simplemente porque los cuatro actúan como un "canon", siguen un mismo orden (que tampoco es tan cierto, pero no entraremos en esto).

  Los textos “descartados” fueron los “apócrifos” (apokryphos no significa falso, sino oculto u ocultado). Los evangelios apócrifos fueron, simplemente, los que no cupieron en el saco de cuatro que se decidió proclamar como mensaje oficial de la vida de Jesús de Nazaret.

   Con el tiempo, y por la aureola de disidencia que podían fomentar, se fue pasando de la connotación de “ocultado” a la de “oculto”, y de esta a la de “falso”. Es cierto que la nota de oculto podía hacer referencia también a ciertas partes de los textos que parecían más dirigidas a un grupo de iniciados que a una audiencia heterogénea y no selectiva; pero eso son matices que la propia Historia de la Iglesia fue adquiriendo a veces a favor y a veces en contra de su voluntad. En estas Navidades hemos tenido otro ejemplo de esta riqueza con la polémica sobre la mula y el buey del Belén o sobre el origen hispano de los Reyes Magos; se trata en muchos casos de datos que revolotean en los textos y en la tradición y sobre los que la Iglesia ha basado muy poco la trascendencia de su mensaje, al revés de lo que hacen sus detractores que se entusiasman cada vez que se dice en voz alta que muchas de estas referencias tienen un valor más tribal que trascendente. Allá cada uno con lo que busca.


   El cuadro de la Catedral de Valencia, por tanto, nos está dando una lección de Teología, Cultura e Historia de la Iglesia en cuatro trazos de pincel, como tantas veces ocurre en el arte religioso –nos guste o no el arte y nos guste o no la religión-. Nos está diciendo que la historia de la Dormición de María no está escrita en ninguno de esos cuatro libros que el mismo cuadro nos muestra de una forma patente, explícita; su relato está en otro libro, otro texto “ocultado”, “apartado”, en este caso bajo el propio cojín en el que se apoya la cabeza de la Virgen; es posible que no haya forma más hermosa de contar un secreto. Ah, el cuadro hay que verlo en día de diario porque está pintado sobre una de las dos cubiertas que cierran el retablo y éste suele estar cerrado; en los festivos se abren las dos planchas que hacen de puerta y entonces sólo se ven las pinturas del interior, que son otras seis joyas.


   Pero en fin, todo esto venía a cuento de que cuando Rajoy alude a los papeles de Bárcenas como “apócrifos”, estoy seguro de que está queriendo decir que son falsos, pero que tenga cuidado porque lo único que está diciendo es que son papeles “ocultos” o, peor aún, “ocultados”. Así que, el día que en lugar de dar un pantallazo se permita salir al ruedo y nos permita hacerle preguntas, la primera que habría que hacerle es “¿Qué ha querido decir Usted con “apócrifos”? ¿Decidieron Ustedes en algún momento ocultar esos papeles?

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