martes, 29 de enero de 2013

DIVORCIO SOCIAL, REVOLUCIÓN, RENOVACIÓN.









   El DIVORCIO SOCIAL entre ciudadanos y política en España ya no tiene marcha atrás. La REVOLUCION sí se parará a tiempo. La RENOVACION vendrá en pocos años, pero no tendrá nada que ver con quienes están ahora ni con lo que hacen ahora.



   No digo que me guste nada de lo que voy a decir, simplemente lo digo, porque está de moda decir que “nadie veía venir tal cosa o tal otra”, y yo creo más bien que todos vemos siempre todo menos los que mandan. Lo malo es que además de mandar tienen los micrófonos y entonces parece que llevan razón.



   Aviso que no personalizo ni generalizo, pero me rindo ante una evidencia: en el sistema socio-político, basta la influencia de unos pocos para hacer descarrilar el tren, así que aunque la mayoría sean almas franciscanas no tienen la capacidad de volver a poner el tren en la vía, ni de cambiar las agujas para arreglar el rumbo. Como dije una vez a una amiga de la política, los partidos son como grandes árboles en los que hay un tronco duro y seco por el que apenas puede correr la savia nueva, inmutable y es el único que se reserva el monopolio del contacto con el suelo a través de sus propias raíces, un tronco que se va extendiendo en ramas también duras e inamovibles que tienen vetado el contacto independiente con el suelo, sólo permitido a través del tronco principal, apenas pueden aspirar a que nadie las corte y a servir para que de ellas nazcan otras cada vez más pequeñas a las que les pasa lo mismo en su escala; los últimos militantes, afiliados, simpatizantes, políticos de a pie, son las hojas, que por su juventud o su novedad tienen aún ganas de tocar la tierra y contactar con el suelo, pero para eso la única alternativa que les queda no es a través del árbol que ya tiene todas sus ramas anquilosadas, sino dejarse caer como hoja abandonando el árbol, lo que les propicia un momento hermoso de estancia en la tierra que sólo durará unos minutos hasta su extinción, mientras las hojas que restan en el árbol se precipitan para ocupar su lugar.



   El DIVORCIO SOCIAL entre los ciudadanos y la llamada “Casta Política” es un hecho tan evidente como la propia existencia de la casta, y ambas evidencias se alimentan recíprocamente. Lamento hablar de casta, quizá no la hay, pero para el 99% de la población la casta es como Evita: “se siente” aunque no se la vea. Podemos cambiarle el nombre, pero habrá que ponerle entonces otro a eso que se compone de: “nos ponemos de acuerdo para subirnos los sueldos, nos tapamos las corruptelas, nos indultamos entre nosotros, nos retiramos los recursos, nos hacemos las leyes electorales que nos convienen, nos aprobamos las subvenciones que nos da la gana, nos repartimos como queremos los tribunales, nos transfugamos para seguir todos en el juego, nos zampamos como queremos las cajas de ahorros, nos vamos de copas en aviones privados en lugar de vigilar lo que hacen los bancos con la pobre gente al firmar las hipotecas o al cogerles los depósitos para estafarles o al subirles las comisiones ilegalmente o al introducir cláusulas que a los 20 años anula un juzgado o al meter párrafos en los contratos con tamaño de letra que no leería ni Gulliver o al meter fórmulas que nadie comprende o etc etc., nos equivocamos y luego lo pagan otros subiendo impuestos y nunca nosotros, nos aprobamos contratos para los amigos y nadie protesta, nos miramos para otro lado cuando todos hacemos lo mismo, nos apuntamos al y tú más como forma de conseguir el y nosotros menos, nos pasamos la información contra periodistas y banqueros y profesionales y fiscales y jueces y empresarios, nos subimos los impuestos a todos menos a nosotros, rebajamos las pensiones a todos menos a nosotros, incumplimos nuestras promesas y nos olvidamos en el bar, nos reservamos privilegios para que sea más difícil llevarnos a un juzgado que a cualquier otro, nos revestimos de presunción de veracidad en todo lo que hacemos y hoy por ti mañana por mí, somos los únicos que tenemos las armas legales para corregir nuestros defectos o para denunciar nuestros vicios y no hacemos absolutamente nada porque nos va mejor así…”. No es una casta, pero espero que en “comentarios” me diga alguno de Ustedes cómo llamarlo entonces.



   Pues bien, cuando una ”casta” se enriquece pero hace también un poquito ricos a los demás, es posible que incluso caiga simpática o se la tolere como un mal menor. Cuando la casta cruza el río subida en los hombros de los demás que no hacen pie, la cosa empieza a sonar a Titánic y barcas de salvamento para vips, y entonces la cosa se tuerce. Es posible que al final venga alguien (diferente, por supuesto) a rescatar a los pobres, pero éstos no olvidarán jamás quién les dejo tirados. El divorcio mental está servido, y en España son ya cinco años de ver cómo se echan culpas y son incapaces de aunar, de explicar, de rectificar con diligencia, de darse prisa en ver lo importante, de ahorrar primero de todo en lo suyo, de dar ejemplo ellos primero de todo, de bajarse del burro ellos antes que todos los demás, de venir con los deberes hechos antes de pedirnos el voto y la ilusión… Nada de todo eso se hizo cuando era tan necesario. La decepción ha hecho cayo, y eso ya no lo arregla ni César Millán. Ahora puede que incluso nos salven (por supuesto, de la basura de descontrol, ineptitud y corruptelas en la que todo su sistema y su negligencia y su ambición nos habían metido previamente, porque este desastre no es culpa de las amas de casa ni de los domingueros del Marca), pero es demasiado tarde para que la población entienda ya la política como parte de la resistencia, más bien se la verá como parte de los colaboracionistas a los que, por piedad o por aburrimiento, se les dejó quedarse en el sistema una vez pasado lo peor.



   Lo que sí es posible que evitemos a tiempo es la REVOLUCION. Entiendo por Revolución un estallido violento, agrio, con comisión de delitos y todo, o quizá sin todo eso pero con una agresividad mucho más evidente que la latente que ahora nos corroe. La furia de Calibán que Shakespeare constreñía a la cueva de La Tempestad y Wilde se limitaba a citar en el prólogo al Dorian Gray, no puede estar demasiado tiempo constreñida o sólo citada, llega un momento en que se hace mayor de edad y actúa porque, como la maldad en el escorpión del cuento, el estallido forma parte de su naturaleza.



   Es posible, digo, que no lleguemos a eso a pesar de los 6.000.000 de parados, de los cientos de miles de desahuciados, de arruinados, de emigrados, de abandonados, de estafados, de desclasados, de excluidos… bastarán unas cuantas apariciones de la Merkel diciendo que España va bien, unos cuantos créditos a los sindicatos para que éstos se queden en casa, unas cuantas concesiones a empresas graciosas como la del juego o la del IKEA donde vayan la cámaras en día de rebajas, que España gane el Mundial de Brasil y Alonso el de Fórmula 1, y todo empezará a bajar como un souflé mal hecho, entonces saldrá Sopena diciendo que los empresarios no estaban tan mal y saldrá Verstringe a decir que todo era una conspiración de Corea del Norte, y si no es suficiente aparecerá Iker Jiménez con una psicofonía de Azaña e Iker Casillas con su propio Milán. España irá bien dentro de poco, y la duda es si la medalla se la pondrá Rajoy o Patxi López.



   Pero lo que no espere nadie es que las cosas vuelvan a ser como eran. Muchos de los políticos que ahora están no tendrán (no deberían tener) la caradura de aparecer como los artífices de la salvación, porque la gente ya se ha dado cuenta de que para ver actores se va mejor al teatro. ¿Qué pasará entonces?



   Pues que poco a poco se impondrá un nuevo tipo de político. La gente exigirá una RENOVACION bastante rápida de caras en los partidos. Eso no significa que sean jóvenes los renovadores, porque éstos pueden ser tan inservibles o tan poco fiables como sus mayores. La gente pedirá que se le dé la vara de mando al que durante todo este tiempo haya demostrado algo, la gente tiene memoria y en los momentos difíciles mucha más. Es HOY la gran ocasión de los políticos, porque aquéllos que de verdad demuestren sentido común, honestidad real, compromiso aun a costa de sí mismos, valentía, amplitud de miras, serán recompensados con la confianza para mucho tiempo. No creo que venga ninguna removida de ésas tipo 15-M, ni que aparezcan partidos radicales de uno u otro extremo, ni militares, ni tecnócratas, ni hombres de negro, ni que desaparezcan los partidos actuales (PP-PSOE), ni las instituciones habituales, ni tan siquiera la monarquía, y todo ello gracias a que (creo) no va a haber (por poco) ninguna revolución. Pero el divorcio social sí hará su labor y demostrará que todo lo anterior se ha corroído y ya no sirve. La crisis puede que nos dé esa nueva generación de políticos de verdad, algo que España se merece desde hace mucho tiempo. Dentro de unos 3-4 años espero que los veamos recoger lo que en estos años están haciendo, así que si yo fuera político empezaría a mirar a los ojos a la gente y a escuchar mucho, estudiar más y dar la cara a todas horas.

2 comentarios:

  1. Está muy bien el artículo. Y por primera vez en mucho tiempo te leo algo optimista, lo cual me alegra.

    Yo tampoco creo que haya revolución aunque haya algunos que así lo deseen. El resultado desalentador de los países árabes, que tanto camino deberán recorrer hasta lograr estabilidad es como para pensárselo y no creo que la gente esté por la labor.

    Pero sí creo que hay que cambiar muchas cosas. Y hay algo que me gustaria decir, no por defender a los políticos, sino porque creo que no son más que una muestra un poco más ambiciosa de lo que es la gente. La gente hace muchas trampas, pero piensa que está bien hacerlas. Hay una costumbre de hacerlas. Cuando las hace el político son trampas más gordas y más indignantes por abuso de poder, pero no deja de ser la misma estructura de contratar a los amigos etc. Y el político es gente, al fin y al cabo, de peor calaña muy probablemente, pero gente, el reflejo de una sociedad a la que pertenece.

    Saludos

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  2. Totalmente de acuerdo, aquí santos ninguno, y en todas partes cuecen habas. Me alegro de que me sigas todavía y de que esta entrada te parezca optimista. No es que yo sea pesimista, pero sí es verdad que prefiero escribir cuando estoy hasta el gorro de algo, si no luego se me pasa.

    Adjunto un comentario que puse en otro lado hablando de esto mismo, y en el que pienso que estamos en una verdadera "hora de la verdad" en cuanto a los políticos que tendremos en los próximos 20 años, y las dos posibilidades (la buena y la mala) que se nos ofrecen:



    Pues creo en la superviviencia de los 2 partidos PP-PSOE porque en general su composición es normal como la de todo, lo que falla ahora es (por arriba) la inercia marcada por sus líderes y (por abajo) el control que no ejerce el ciudadano. Si ambas cosas se rectifican por la crisis, la masa general de los políticos tenderá a hacer lo que todas las masas: hacer su trabajo. Después de los terremotos pasa eso, cuando ya no queda nada que repartir o robar, el poder deja de ser atractivo, y el terreno queda libre; entonces es el momento decisivo para los pueblos en el que, si tienen suerte aparecen unos líderes vocacionales que marcan para bien las siguientes dos generaciones, y si tienen mala suerte aparecen otros líderes que les impiden levantar cabeza para otros 100 años más.

    Salu2
    Zarafin

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