El otro día, en una encuesta de la
tele, una jovencita no sabía quién era Fernando Fernán Gómez. Me di cuenta de
que el que sobra soy yo. Pero bueno, para los que queden de cuando los años de
la Burbuja, sabrán que el título de hoy es un homenaje al ingenio de aquél.
Los líderes catalanes, cada vez menos líderes cuanto más catalanes,
están por fin acudiendo al diccionario de sinónimos para buscar cómo decir lo
que no quieren decir que saben que deben decir pero diciéndolo de forma que
nadie diga que lo han dicho pero tampoco que no lo han dicho, me entienden lo
que digo, ¿no? Que no se diga luego…
Ya van por la redacción “n” de su propuesta de independencia. Lo de “n” es otro homenaje, esta vez a los matemáticos, que suele poner “n” para designar la “enésima” o sea “ni se sabe cuántas ya” de una cosa. Como homenaje a Napoleón (hoy va de homenajes), yo pido que alguien me diga desde cuándo se usa la “n” para designar a lo indeterminado, porque si nadie me dice nada yo tengo mi teoría friki: en el Código Civil Español se usó la expresión “N” para indicar lo genérico en el artículo 769: “Cuando el testador nombre unos herederos individualmente y otros colectivamente, como si dijere: "Instituyo por mis herederos a N. y a N. y a los hijos de N.", lo cual debe venir de que el Código Español se inspiró en el francés de Napoleón (N).
Pues bien, van ya por la “n” redacción, porque no saben cómo seguir con el tema, por suerte ya llega el viernes y –como la cabeza parlante del Quijote, que los viernes permanecía muda-, ese día podrán hacer una pausa hasta el lunes, y usar el fin de semana para pensar lo que hacen.
Mientras tanto, son los demás lo que se devanan los sesos para buscar cómo hablar de independencia sin usar la palabra. Los de Iniciativa, el PSC con el derecho a decidir, el PSOE con el Estado Federal… Qué cansinos.
Todo por no darse cuenta de que las Independencias son para el Verano, y que una vez llegado el Otoño hay que volver al mundo, y trabajar, que el Invierno es duro y la Primavera cara, y que no puede basarse el Futuro de un pueblo en regurgitar el Pasado. En Verano están muy bien los ejercicios lingüísticos, todos en la playa y con la tortilla de patatas, leyendo el Marca, el As, el Sport o el Super Sport, pero lo inaudito es que en los momentos de ponerse serios sigamos con el follón, con la que está cayendo. Y aquí no culpo a los viscerales del independentismo, que ésos al fin y al cabo han nacido para eso; me lamento de los otros, los trepas que utilizan la diatriba nacionalista para ocultar sus corrupciones, sus ambiciones de canonjía, sus frustraciones de partido, sus impotencias y mezquindades. Que a estas alturas de Invierno sigamos con el rollo y estén ahora en a ver cómo salir del lío lingüístico (nunca mejor dicho) para no perder el honor, es descorazonador. Va a ser más fácil ponerle nombre a la niña de Rajoy que a la piña de Artur Mas.
No obstante, hay una lección que sacamos de todo esto, y que para mí es una evidencia desde hace muchísimos años (por eso no entiendo cómo desde el poder central no se ha usado este arma hasta hoy). Si Usted quiere desactivar un movimiento de masas que pretenda un referéndum sectario, lo que tiene que hacer no es mandar a los antidisturbios sino conducirles como en un embudo hasta que se vean obligados a contestar las dos preguntas siguientes: 1ª “¿Cuál es la pregunta concreta que hay que hacer?” y 2ª “¿Quiénes van a tener derecho a votar en ese referéndum, y por qué los demás no?”.
Si en lugar de tanta tontería, el Sr. Mas y sus Menos tuvieran que comparecer contestando a esas dos preguntas de una manera taxativa, se acabaría el 80% del lío, porque una gran mayoría se daría cuenta de que estaría siendo utilizada para algo que no es lo suyo. No hay nada mejor para vencer a un monstruo que ponerle un espejo delante. Como no se hace así, seguimos pedaleando, a ver si con suerte llega Julio, el Tour y la Diputación Permanente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario