jueves, 9 de diciembre de 2010

RUBENS VUELVE A MADRID


Rubens es como lanzarse a una piscina sin bañador, y ahora está en el Prado.

La carne era uno de los enemigos del hombre hasta que Rubens hizo las paces con ella pintándola de rosa, al igual que Leonardo hizo las sombras azules y Rembrandt naranjas las costillas. Para muchos se trata sólo del “pintor de las gordas”, otros añaden que con él apareció la voluptuosidad y la baba de los caballos… Para mí es mi nuevo capricho, como lo es Greta Garbo después de tantos años de adorar a la Dietrich.

Dirán Ustedes que por qué me ocupo de Rubens sin decir nada de la larga semanita de las Elecciones Catalanas, el Clásico 5-0, la Cumbre Iberoamericana, la Ola de Frío y Lluvia, el Armagedón de los Controladores y el Estado de Alarma, el Sálvame de Rodríguez Menéndez, las agonías del IBEX… pues precisamente por eso, son demasiadas cosas para hacer algo más que observarlas; a Goethe le criticaron por no opinar nada durante la Revolución Francesa, pero es que el pobre no tenía tiempo entre susto y susto.

Rubens. Artista del color y el movimiento en el llamado “oscuro mundo católico de la leyenda negra”, mientras el progresista protestantismo encasquetaba a sus seguidores unos gorros negros como chimeneas, sus líderes iconoclastas quemaban cuadros y las lecciones de anatomía se hacían mirando a cámara. Rubens copió a Tiziano resucitando sus cuadros, y enseñó a reir a Velázquez que hasta entonces era un andaluz que pintaba bien (dicho andaluz con toda la admiración hacia la formidable escuela andaluza y la riada de andaluces de pro que dominaban la corte, cuando en Cataluña no pintaba “ni Deu”, lo siento por la exageración pero va por Puigcercós). Rubens fue un hombre de una vida apasionante, con un sueño, el de la paz de su tierra, y así se ve en sus cuadros con sólo leer entre líneas. Fue artista, vividor, embajador, espía, maestro, político... Dos veces visitó Madrid en vida, en 1603 y 1628. Muchos cuadros se quedaron aquí y han dejado muchos hijos, como la lista de Schindler, cómo cambia Felipe IV en los pinceles de Rubens, es otra España, otra Historia, la nuestra cuando estábamos en Europa sin necesidad de Sarcosí, no se lo pierdan…

Otra cosa es el esnobismo de las exposiciones. Una gran mayoría de los cuadros que se exhiben ya estaban en el Prado pero nadie les hacía caso; ahora se formarán colas enormes para ver lo que ya teníamos a mano. Pasó lo mismo con la magna de Velázquez, con Tintoretto, con… vayan a verla.

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