lunes, 21 de marzo de 2011

LIBIA, AVISPERO O PANAL

Quien lea esto esperando que haga una comparación entre Libia e Irak puede ya desconectar. No deberíamos perder ni un minuto en aprovechar el presente para ganar las batallas del pasado, aunque en España seamos tan dados a ello. Sí puedo dedicar una frase –sólo una- a avergonzarme de que el partido gobernante de España no haya sabido agradecer el silencio y apoyo del partido de la oposición, que tanto podría decir, y se haya dedicado a urgar la paja del ojo del Aznar antiguo sin dar prioridad a la viga que le va a caer al Zapatero presente. Prometí sólo una frase.

Libia es un país raro y eso lo hace difícil. Por el norte es obra de la Roma unida, pero por el sur es obra de la Europa imperialista y dividida. Si uno mira el mapa verá que es de esos que se hicieron con escuadra y cartabón, y que tanta gracia nos hacían de pequeños al ver esas fronteras tan rectas, tan artificiales es decir absurdas… pensemos que a España, o a cualquier país europeo, le hicieran eso y nos trazaran una línea por los Monegros, la Alsacia o el Gran Sol… vamos, como un tablero de juegos, que es lo que fue.

Al igual que ocurre con Japón, deberíamos dedicar todos nuestros esfuerzos a analizar el presente para anticiparnos al futuro, en lugar de aburrir a los más jóvenes con el pasado gris. Libia está muy cerca, demasiado. Mallorca está tan cerca de Trípoli como de La Coruña o Frankfurt. Irún está a la misma distancia de Bengasi que de Tenerife, y nosotros paseando con la Sexta Flota como Nelson y Napoleón en la aventura africana. Mientras en Japón hacen grullas de papel para que vuelen llevando amor, nosotros ya estamos con los F-18 volando para llevar otra cosa. No me creo nada de lo que se cuenta, no digo que esté en contra ni a favor, porque por desgracia eso es un privilegio de los informados y ninguno de los contribuyentes lo estamos. Por eso lo primero que debemos exigir, antes de opinar, es que se nos indique qué está pasando, y qué queremos –quieren- que pase. A partir de ahí podrán venir los profetas y los del sí y no a la guerra. Sinceramente, no veo que nadie mande aquí, EEUU parece que se mete a contrapelo, para apoyar a Francia y Reino Unido y que se hagan otra vez la foto de Montgómery, es el precio al apoyo para el XXI; los europeos quieren marcar terreno y les da igual que sea aquí o allá, pero pronto o perdemos el pódium; la liga Arabe y la Unión Africana ya están avisando de que no es esto, como Ortega, veremos si de ahí pasan al “pido cartas y subo”…

Quizá la pista de lo inmediato nos la esté dando el presidente mauritano: ha pedido que la tormenta no haga peligrar la integridad ni la unidad de Libia. ¿Se trata de provocar una partición más tribal, más religiosa? ¿Se está buscando un Vichy libio con dominio sobre la zona petrolífera? ¿Cuánto tardarán en removerse las fronteras movedizas del Chad, Sudán y Nigeria tan encallecidas por el cartabón libio y por los salteadores de petróleo-diamantes-esclavos?

Libia es un avispero, que no un panal, como algunos creen.

3 comentarios:

  1. Hola, yo no habría intervenido en Libia, que se apañen ellos con su guerra civil. Que estúpidas son las circunscripciones políticas. Que pena todo el norte de África, lugar que alberga tanta cultura y tantos vestigios del pasado.

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  2. Ufffff Qué difícil tomar una posición ahí. Por una parte está el hecho de la "dictadura-locura-peronotontería que no hay quien le aparte las manos del petróleo" de Gadafi y la masacre de civiles, intragable a todos los efectos si lo que vendemos desde nuestros civilizados países es democracia y esas cosas -a ver a quien convencemos después...-. Por otra está que cualquier injerencia de Occidente en asuntos árabes, aparte de los más que claros intereses económicos que motivan dichas incursiones culturales, suele acabar muy malamente y eso si se acaba.

    El caso es que lo mismo así -apoyando al nuevo ganador- nos ganamos el gas natural para las centrales térmicas, que cualquier día tenemos que cerrar las nucleares. Es prudente tener cerillas y velas en casa, por si acaso, y reinventar internet con señales de humo.

    Cicero

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  3. Me apunto a los dos: la duda insalvable de Cicero y al final la inclinación hacia la inacción de Basúribus, quizá por la convicción de que Europa tiene mucho más que perder que que ganar en ese asunto. La revuelta de los libios es -aparentemente- tan heroica como la del Guetto de Varsovia o la de la Primavera de Praga, y nadie acudió a ayudarles.

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