lunes, 23 de abril de 2012

LA PIEL DE FRESA





Quisiera tener mi piel llena de semillas, como una fresa 
Quisiera que mis pulmones fingieran ser flores, como hace la buganvilla
Tomar el color de lo que piso, como el camaleón, y llorar tranquilo cuando hace calor, como el cocodrilo
Quisiera saber a dónde debo volver aunque nunca haya estado antes, como el salmón
Ser capaz de llevar muchas veces mi peso, como la hormiga, y dejar a cada paso cien huellas, como el ciempiés
Quisiera después de morir ser mariposa, como el gusano
Quisiera que alguien tocara una flauta para mí, como si fuera serpiente
Ver en la oscuridad como un búho, y a veces no ver nada aunque haya luz, como hace el topo
Quisiera crecer aunque fuera bajo tierra, como una cebolla
Y llevar un telar a todas partes, como la araña
Dejar que el sol tirara de mí, como ocurre al girasol, y llenarme los brazos de naranjas por sólo un poco de agua
Quisiera ser capaz de pasar horas y horas aseando a los míos, como un chimpancé, y de lanzarme desde las nubes al agua sin matarme, como un pelícano
Quisiera al llorar formar una perla, como hace la ostra
Quisiera que mi cara lo dijera todo de mí, como hace un perro
Y que alguien dijera a los demás que sus palabras no me son indiferentes, aunque yo no me inmute, como pasa con las plantas
Quisiera ser una parte de todo, como si no fuera un humano,
y no luchar por alargar mi muerte, como si fuera dos.

jueves, 19 de abril de 2012

MARCHEMOS FRANCAMENTE Y YO EL PRIMERO POR LA SENDA DEL SENTIDO COMUN


   Su Majestad el Rey de España ha dicho públicamente “Lo siento mucho, me he equivocado, y no volverá a ocurrir”. Se refería al desafortunado escándalo provocado por acudir a una cacería en Botswana. 

   Aunque hay comentarios para todos los gustos e interpretaciones, entiendo que la mayoría de la población coincide en que lo desafortunado fue el haber dado, con su viaje, una imagen de distanciamiento respecto a la penosa situación actual de muchos españoles. 

  Hay ya quienes consideran insuficiente este gesto del monarca, y están en su derecho. Por mi parte, me parece magnífico el gesto del Rey, especialmente si comparamos esta conducta con la de la inmensa mayoría de responsables públicos y privados que cometen errores o directamente tropelías dolosas. Es verdad que a un rey se le puede exigir más porque no está sometido a votaciones, pero no crean que –en mi opinión- eso sea muy diferente de tantos políticos a los que veo empotrados en las listas desde pequeñitos y que ni con salfumán porque ya sus papás o abuelos les forjaron un nido antivoto casi tan hereditario como el de un Borbón, o que están adheridos al aparato sin que sus propias democracias internas sepan cómo librarse de ellos, o que mantienen atrapado al cotarro por miedo, por atavismo, por pago. Aquí purezas las mínimas. Pero sigamos.

   El discurso de once palabras de ayer me parece (díganme si exagero) la segunda intervención más importante del monarca en toda su carrera. La primera sería la del 23-F, hace 31 años. En el golpe de Estado, Don Juan Carlos salió por la tele a decir lo que la inmensa mayoría de españoles necesitaba oír. Ahora ha hecho lo mismo, y creo que así se recordará dentro de unos años cuando se hagan reportajes sobre su relevancia pública. 

   Habrá también quien crea que su gesto no sólo es insuficiente sino falso, condicionado, hipócrita... ya lo veremos en la siguiente ocasión, pero no hay por qué dudar de una sinceridad mientras no haya base para ello. Esas dudas me han recordado a aquella otra frase magnífica (por lo escénico y carpetovetónico) que profirió el abuelo del bisabuelo de nuestro Juan Carlos. Me refiero a Fernando VII cuando, tras el alzamiento de Riego en enero de 1820, se vio obligado en un Manifiesto de 10 de Marzo del mismo año a jurar la Constitución de Cádiz de 1812 que él mismo había abolido. El rey Fernando dijo en aquél manifiesto que “marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional”. No sé si alguien le creyó, pero lo cierto es que tardó unos dos años en demostrar que no era sincero. En los primeros dos años se comportó como lo que entendió que le pedían que fuera, un rey relativamente decorativo y complaciente. Riego no era su enemigo mortal pues convivieron durante el trienio liberal de forma más o menos tolerable, llegando Riego a desempeñar cargos de Capitán General de Galicia y Aragón y de Presidente de las Cortes. Tampoco era Riego republicano, pues como se vio lo único que pretendía era que el monarca dejara impregnarse al país de principios liberales, y ello a pesar de que el sector republicano se haya apropiado de la imagen y del mito de Riego y hasta de su himno (que en ningún momento alude a la República ni a la necesidad de derrocar a ningún rey).

   El Rey de España ha hecho una declaración que para muchos podrá ser equiparada a la de Fernando VII, pero yo sólo quiero recordar una cosa: Fernando VII hizo lo posible para alejar el liberalismo de España. Por el contrario, Juan Carlos I es quien ha pilotado este país para que disfrute de una democracia que al llegar él no existía (no quiero decir que haya sido él quien trajo la democracia porque sería despreciar a los millones de españoles que se dejaron la piel o algo más para conseguirlo). Fernando VII usó la corona contra los más demócratas; Juan Carlos se jugó la corona por los demócratas. 

   Esto no es un alegato en pro de la Monarquía (otro día lo haré, conste, por puro snobismo). Es una valoración y un mensaje para aquellos que nunca están contentos, para decirles que se alegren un poquito de que hoy las instituciones de España están un punto más sanas que anteayer.

lunes, 16 de abril de 2012

EL ELEFANTE Y LA POCA VISTA DEL JEFE.




  Pues me refiero a Aníbal y no al Ciudadano Juan Carlos, pero sé que con este título picaría más de uno para el Trendintópis. Sorry. Nunca me oirán decir nada contra la Corona Española que me dio mi patente caducada, y a la que tanto respeto (a la Corona, no a la patente), aunque tanto me duelan algunos de sus errores. Eso sí, me podrán oír alguna vez meterme con los asesores, con los pelotas o con los estrategas de la Zarzuela (el palacio, no la obra, la obra musical, no la otra, la otra obra, no la otra señora), si es que queda alguno con los recortes. Las risas sobre la Monarquía me saben amargas porque sé que son avena para un caballo de hierro, y si hago sorna es con afán terapéutico al modo del Padre Feijoo, o de Erasmo con su Elogio de la Locura. No, de Fray Guillermo de Baskerville.

   Aníbal era el Jefe de los Cartagineses en la Segunda Guerra Púnica, que según la Wikipedia va del 218 al 201 a.C. y según yo aún no ha terminado porque no mereció el final que tuvo. Aníbal no era rey porque en Cartago no lo había, era más bien una especie de caudillo genial nombrado por un Parlamento a regañadientes, vamos, como Marlborough. Metido en la harina itálica, Aníbal se vio envuelto en la pérdida de sus elefantes y la de un ojo, y de ahí el título de esta entrada tan estafante con el elefante, y tan trampantojo con lo del ojo. Los elefantes se perdieron al parecer casi todos con el paso de los Alpes y antes de la batalla de Trebia. Para la de Trasimeno, según creo, quedaba sólo uno llamado Surus, el que montaba el propio Aníbal y que era un poquito más grande y fuerte que todos los otros (raza de paquidermos de tipo africano pero pequeñito, hoy extinguida).

 Aníbal y su elefante llegaron a la batalla de Trasimeno, y en sus prolegómenos fue cuando el cartaginés perdió el ojo derecho. Se cuenta que de una infección por los mosquitos de los pantanos en que hubo de ocultarse en la estrategia previa a aquella victoria, aunque sepan que sobre Aníbal siempre hay versiones varias por la sencilla razón de que la que él fue confeccionando se perdió y aunque no se hubiera perdido daría igual, así que Tito Livio y Polibio for ever.

  Todo este ejercicio de anibalismo lechteriano ha sido una excusa para juntar en un mismo texto a un jefe, un elefante y una pérdida de visión. Entonces fue en la campaña de Italia, allá por el menos 217. Ahora ha sido en Botswana. De todo lo dicho me quedo con la pérdida de visión, que no era propia de nuestro jefe con o sin elefante blanco. Algo está pasando para que quien tanta visión demostrara durante decenios se muestre ahora más perdido en la niebla que los legionarios romanos derrotados en el lago Trasimeno. No seguiré con los paralelismos porque acabaré mordiéndome la lengua. Señores estrategas de Zarzuela, léanse las crónicas de la Guerra Púnica, y aconsejen al ciudadano Juan Carlos que siga el ejemplo de Fabio Máximo o sea quedarse quietecito cuando la bicha anda suelta, que ella sóla de puro torpe se deshará; si el ciudadano se deja ver mucho en estos tiempos para echar Canas al aire corre el riesgo de acabar como Paulo Emilio y Terencio Varrón en las otras Cannas, o sea sin cadera y sin algo más. Háganlo por mí.

viernes, 13 de abril de 2012

CAMBIO REPSOL POR MESSI

  Pueblo español y amado pueblo hermano argentino:

   Los gobernantes y la prensa quieren que nos peleemos por la nacionalización de REPSOL, todo por culpa del yacimiento de VACA MUERTA, que es la única vaca que queda en esta crisis (pasó el tiempo de las vacas gordas e incluso el de las flacas). 

   Miren, yo creo que los pueblos no deben pelearse y cada uno debe tener lo que quiere. Los argentinos quieren su petróleo y los españoles quieren a Messi, así que yo propongo que cada gobierno dé gusto a su pueblo y punto. Si España nacionalizara a Messi podríamos ganar otra vez el Mundial, hagan una encuesta y verán como la gente me apoya.

   REPSOL se gastó unos 15.000.000.000 € adquiriendo la sociedad YPF, y su actividad incluye unos 46.000 empleados en Argentina. Messi sólo es un empleado, pero hay que ver cómo se hace notar.

   En cuanto a los españoles, me parece que no se sienten muy aludidos por el tema, aunque el Gobierno de Rajoy parece que ha cogido el micro. Digo que a los españoles les resbala algo el caso (no digo que no debiera preocuparles pero el caso es que ya nada les preocupa, por puro agotamiento), quizá porque al pueblo nunca le llegan los beneficios de esas supuestas 35 grandes empresas que componen el IBEX y que nos restriegan sus beneficios mientras los demás vamos a la cola de la sopa de Cáritas. ¿Que REPSOL tiene pérdidas? nos suben la gasolina; ¿que tiene ganancias? también nos suben la gasolina. No sé por qué quieren que el pueblo español se alegre de los beneficios de sus grandes empresas cuando por regla general esos grandes beneficios son precisamente a costa de nosotros. Así que a buenas horas, mangas verdes.

   Tampoco estamos para patrioterismos que nos hagan deformar la realidad; no estamos para discutir de temas de los que realmente no sabemos nada, pues están al otro lado de un charco tan grande como el que en la película "La Misión" demostraba lo mucho que podía hacer un Oceáno para separar dos cerebros. Digo eso, y también digo que ni acepto ni rechazo -porque tampoco lo sé y ojalá alguien me lo aclare-, si REPSOL ha actuado en Argentina de forma adecuada, o avasalladora, o petulante, o neutral, o ilegal, o benedicta, no hay por qué convertir esto en unas nuevas Malvinas ni en el antimito de Evita trayendo la carne (de bovino) a España. Se supone que Argentina es un país tan maduro como España, y si alguien dice que Argentina ha cogido la pandereta debería primero mirar a España para ver qué estamos cogiendo aquí. La verdad debe ser, realmente, esa cosa que conocen tres y cuyo conocimiento por la masa no va a cambiar las cosas, porque al final se hará lo que quieran aquellos tres.

   Yo sólo pienso en que esos 15.000.000.000 de euros hubieran podido estar mejor invertidos en España en placas solares, en investigación energética, en plantas eólicas, en mejoras de canales hidráulicos, en educación ambiental... Vamos, en hacer cantera, como con Messi.

miércoles, 11 de abril de 2012

SEÑOR MINISTRO DEL INTERIOR DE ESPAÑA




     Señor Ministro del Interior de España,

   No sé si me permite Usted dirigirle esta carta como ficción (ficción la carta, no Usted). Acabo de oír que quiere Usted endurecer los delitos o las penas o las cárceles o lo que sea para atajar la violencia callejera, las quemas de contenedores, las protestas sin testas y las Huelgas sin monasterio.

   Le contaré un secretito, lo primero.... Estoy con Usted. Como cada vez que hablo hago nuevos amigos, le confesaré que me indigna tanta “Indignación”, no entiendo que cada protesta contra la sociedad deba traducirse en una lesión a la propiedad, ni a la pública ni a la privada; no sé por qué cada expresión de idea sólo vale cuando ocasiona daños y nos toca pagarla, tampoco sé por qué piensa la gente que la policía (o el policía) es sorda para tener que gritarle o que habla algarabía para hacer que no la entiende. Me da vergüenza ajena que los políticos de representatividad nacional se dediquen a aplaudir a los niñatos y a los borrachos del Motín de Esquilache para que Spain siga siendo different, y que las pancartas legales de la manifestaciones lleven un forro reversible con lemas que ni Robespierre. Hace usted bien en propugnar una Reacción Thermidor que salve lo poco que queda de alumbrado público y de adoquinado, ahora que sabemos que no habrá para farolas nuevas hasta el 2058.

  Pero, Señor Ministro... ¿Por qué nos toma por tontos? Quiero decir, que por aquí alguno es tonto y no puedo decir que sea Usted por si me aplica a mí ahora el nuevo Código, así que debemos serlo los demás...

  Nuestro Código Penal tiene desde hace muchos años normas de ese tipo. Sobran los artículos que castigan todo lo que se hace diariamente en la calle, ¿para qué quiere Usted hacer nuevos preceptos? ¿para crear más confusión? ¿para demostrar que hace algo? ¿siente envidia de Guindos y Montoros y quiere Usted también hacer su reforma? Mire, sus adversarios no se lo van a premiar haga lo que haga, y sus amigos tampoco. Sólo los ciudadanos de a pie lo van a sufrir mientras Usted hable y no haga, pues entre Comisión de Estudio, Senado, crítica de los Vascos que se darán por aludidos, enmienda de CIU que pedirá que quede claro el Hecho Diferencial, debate de la Noria, aviso de recurso de los Sindicatos, estudiantes en Internet mandando SMS, reseña del New York Times con foto del neumático quemado, piquete ante el Constitucional gritando “fascistas”, y aparición en El Escorial, puede irse el asunto a la legislatura de cuando vuelva Zapatero (no es broma, volvieron los pantalones campana y está en puertas el calcetín blanco).

   Señor Ministro del Interior de España, es posible que Usted no conozca los delitos ya existentes de daños, desobediencia a la autoridad, atentado, amenaza y coacción y lesión a funcionarios públicos, desorden público... digo que es posible porque ya no se encuentran en España los antiguos Códigos Penales pues todas las librerías cerraron hace tiempo cuando los últimos 300 Autónomos digo Espartanos se fueron a las Termópilas a oponerse a los Golfos Pérsicos, y los libros que había en las casas han sido quemados para calentar a sus dueños (que ya no podían pagar la calefacción). Pero Usted debe tener acceso aún a las bibliotecas del Congreso donde quedará algún ejemplar. Si no sabe cómo llegar, pregúntele a Rajoy que se sabe todas las salidas por el garage del Senado por si le acosan los periodistas (“si me queréis, ¡irse!”). Caso de no encontrar un Código actualizado, no se deprima, le sugiero que busque el mugroso de las Partidas de Alfonso X y verá cómo ya en la PARTIDA SEGUNDA, TITULO XVI, se consideran infracción los ataques o agravios a los oficiales del rey pues para eso están y si no que los quiten que cuestan pasta.

  Señor Ministro, no quiero ser duro y no por bondad sino por lo de antes, que tengo miedo de Usted o del Satélite. Pero... ¿no es más fácil reunirse con los Delegados del Gobierno, con el Fiscal General, con el Consejo General del Poder Judicial, con el Señor Rubalcaba, con los liberados los libertarios los liberales y los libertinos, con El Osito Mischa y la madre de Bambi, con el Ministro de Justicia (el orden es indiferente), con María Antonia Iglesias e Isabel Durán, y hasta con los Beatles de Cádiz, y decirles: “Señores, hoy me he levantado y he pensado que,  por una vez y sin que sirva de precedente... ¡vamos a cumplir la Ley!”?

martes, 10 de abril de 2012

BEETHOVEN, 1793. EL TRIO Nº 3 Y EL PRINCIPE LICHNOVSKY.



   En 1793, Beethoven compuso en Viena tres Tríos para piano, violín y cello dedicados al Príncipe Lichnovsky. Los tríos fueron publicados en 1795 y constituyen el primer éxito de Beethoven como compositor. Tenía 23 años.

   Hasta ese momento Beethoven apenas había empezado a dar muestras de su talento de creador, no así de intérprete -muy pronto reconocido-. Ludwig, originario del oeste alemán (Bonn, a orillas del Rhin, 1770) marchó a Viena con 17 años para perfeccionarse. Allí estudió con Haydn, cuya influencia es palpable en sus primeras obras. La fama de Beethoven como ejecutante e improvisador le llevó hasta el príncipe Karl Alois Lichnovsky, afincado en Viena aunque de título prusiano por Silesia.

   La apuesta del noble por el joven artista no dejaba de ser una prueba de buen juicio. Lichnovsky había apadrinado antes a Mozart, recientemente fallecido (1791), e igualmente le debemos haber rescatado numerosas partituras de Bach. Por ello, el Príncipe bien merece que los amantes de la música le conozcan y reconozcan.

   Los tres Tríos de 1793 fueron compuestos por Beethoven a la sombra del aristócrata. Era el sino de los genios: por aquellas mismas fechas, el gran Goethe se hallaba acompañando al duque de Sachsen-Weimar, Carlos Augusto, a la campaña del Cerco de Maguncia en la guerra de la Primera Coalición contra la Convención Francesa surgida de la Revolución. Mientras en Francia ese mismo año se guillotinaba al rey Luis XVI y a cientos de nobles, los demás países luchaban por mantener el modelo aristocrático hasta el punto de tomar las armas. Goethe nos lo contó en su magnífica “Campaña de Francia”, y también nos contó en otro sitio cómo escapó de la guerra subido en unos troncos por el Rhin, barbudo y hambriento, hasta dar con la mansión celeste de Maxe de la Roche (hija de Sophie, y madre de Bettina Brentano), aquélla que veinte años antes también le había servido de refugio tras las penas de amor de Werther cuando Beethoven apenas era un bebé.

   La publicación de los Tríos en 1795 constituyó una sorpresa para la población vienesa. Gracias a su éxito, el joven compositor empezó a generar sus propios ingresos. La relación con Lichnovsky fue fructífera en los años siguientes, y a aquél están dedicadas otras obras como la Sonata Patética (1798), la Sonata nº 12 Opus 26 (1801) o la Segunda Sinfonía (1802).

   En 1806 la amistad se enfrió por un incidente típicamente beethoveniano. En apenas un año, Napoleón había derrotado a los austríacos en Austerlitz y a los prusianos en Jena. Los oficiales de L´Empereur campaban por las germanias y los nobles de pro les rendían pleitesía. Lichnovsky así lo hizo, pero Ludwig no le siguió el juego (recordemos su desengaño contra Bonaparte al autonombrarse Emperador) y ello motivó una discusión grave entre ambos. Nunca volvieron a tratarse como antes, sin perjuicio de que el Príncipe continuara tutelando a distancia la carrera del músico.

   No fue la última vez que Beethoven, consciente de su valía, hiciera una de éstas ante los poderosos de herencia. Fue en el Balneario de Teplitz, en 1812. Se había citado con Goethe y mientras ambos paseaban se toparon con la familia imperial austríaca. Goethe se detuvo a agasajar al cortejo, mientras que Beethoven siguió impasible su marcha. Al parecer, Goethe, con todo lo egregio que era, seguía soñando con ser un Lichnovsky, o un burgués. Beethoven sólo quería ser Beethoven. La anécdota la contó la maravillosa y arriba citada Bettina Brentano y ya nadie sabe qué ocurrió realmente. Lo cierto es que hoy, en el paseo del balneario de Teplitz, sólo hay un busto, el de Ludwig van.

lunes, 9 de abril de 2012

MIS GAFAS DE 3-D



   Tengo en mi camarote una vitrina donde pongo las cosas que nunca más usaré. En ella conservo mi cédula caducada de corsario, mis medallas y la llave de una casa. Ahora añadiré unas “Gafas de ver cine 3-D”.

   O sea, para los más modernos: no pienso volver a ver una película 3-D.

   Soy mayorcito, pero no debe ser ésa la razón por la que la tecnología me espanta. De hecho no me espanta, o no sólo por eso; adoro cada nueva tecnología porque me hace enamorarme más aún de quienes usaban la antigua. La técnica es como el Doctor Jekyll y Mr Hyde, como Dorian y su Gray, o como Vincent y Theo Van Gogh, tiene un lado interesante y uno prescindible, no digo cuál es cuál. En el caso del cine 3-D, me temo que lo prescindible es tan irritante que se convierte en nocivo, así que deduzcan Ustedes.

   Cuando un nuevo aparatillo se pone al servicio del arte todo es una fiesta de la creatividad. Pero cuando es el arte el pretexto del aparatillo, para lucimiento de tres cerebritos de la Play, me dan ganas de pedir que me devuelvan el dinero porque yo he ido al cine a dar consuelo a mi alma y no a violentar mis neuronas. Me venden la asna de que me dan más, pero yo creo que me dan menos que antes.

   Digo esto desde un heroico esfuerzo de empatía, que es el arte de ponerse en el lugar del otro. Pues bien, me he puesto en el lugar de un director de cine al que encargan una Peli-3D, y en seguida he sacado las siguientes conclusiones:

1)  me van a pedir que quite minutos de diálogos y de cosas a la medida del hombre para meter cosas totalmente fuera de lo normal, sustos al público, piedras que se van hacia las butacas, caras que gesticulan mirando al público como en la familia de Carlos IV pero sin cristal en medio, bombas que estallan hacia las palomitas y la pepsi provocando espasmos en la fila de los mancos, velocidades que nunca se han visto para cosas que nunca se han visto...

2) me van a obligar a filmar las escenas de diálogos con tomas por separado para cada personaje, porque cada uno debe estar en un plano diferente para justificar la necesidad de la dichosa gafa y eso hará que los personajes no puedan mirarse y que yo no pueda poner a los actores abrazándose ni tocándose ni mirándose a las pupilas y renunciar al plano-secuencia, o sea más cartón y más vacío que en una huevera de docena;

3) me van a obligar a poner permanentemente cosas grandotas en primer plano que me coman la mitad de la pantalla para seguir demostrando que ha valido la pena pagar un pastón a los listos del 3-D, o sea bye-bye panorámicas;

4) me van a obligar a prescindir de Shakespeare y de todos aquellos que metían el teatro dentro del teatro y el espectáculo dentro del espectáculo en una caja de tres paredes en la que nosotros éramos la cuarta, porque ahora todo será como en la Fura dels Baus en la que la cuarta pared está tras nosotros y el director juega con nos en lugar de nos con su historia.

   Aparte de eso, por supuesto, mi inutilidad, mi amor al vinilo y al papel de calco, mi pasión por los libros de otros con notas a lápiz, mi afecto por los perros sin raza esto es de más de una, mi gusto por el olor a alquitrán y a cáñamo de vela y a aguardiente malo y a ancla oxidada, qué le voy a hacer si para mí 3 Dimensiones es lo que tiene un delfín y no una gafa.