lunes, 18 de julio de 2011

75 AÑOS DE LA GUERRA CIVIL


    Estoy a la espera de la declaración de Bono sobre los 75 años del inicio de la Guerra Civil Española. Bono se ha comprometido a ser ecuánime y huir del sectarismo. Que haga lo que quiera, él y los demás: diga lo que diga la derecha se callará y la izquierda lo reprochará.

    Unos y otros vienen cometiendo un error, no reciente: la derecha, no sé por qué, suele declarar tonterías cuando se habla de las fosas de la guerra. De unos años a esta parte se han dictado diversas normas que han facilitado la investigación de restos de víctimas, represaliados y desaparecidos, pero nada parecerá suficiente mientras no se vea unidad parlamentaria en ese asunto. El PP tiene no sé qué reparo en coger la bandera de algo tan humanitario como el que todo el mundo se sienta apoyado en la búsqueda de sus familiares, bajo la tonta frase de que hay que olvidar, cuando mucha gente no puede olvidar del todo si no recupera a los suyos. Es tan obvio que no sé cómo sigue cayendo en el mismo error. La izquierda, sí sé por qué, comete el error o la maldad de seguir provocando al adversario con el tema de la guerra, queriendo que declare lo que no tiene ganas de declarar. El PSOE promueve mociones para que se condene el franquismo, lo cual no debería ser objeto de conflicto si no fuera porque alrededor de esa condena se enzarzan otros muchos juicios de valor en los que no hay por qué ser unánime. Pero lo saca porque le da votos, hay un sector que por supuesto no vivió la guerra pero que vive de su recuerdo, y que premia al gobierno cada vez que saca la bicha. Allá ellos y nuestros hijos.

   Yo le pediría a la derecha que se ponga a la cabeza del asunto de las fosas. Y le pediría a la izquierda que no metiera en el lote de condenas una serie de cosas que no tenemos por qué admitir. Toda mente democrática rechaza por definición las dictaduras –todas-, y por eso no debería ser preciso que los demócratas de derechas tengan que demostrar que no son fascistas, nazis, dobbermans y comeniños. En esa medida, la derecha no tiene por qué condenar el franquismo, no debería ser compelida a condenarlo, ni tampoco debería negarse a hacerlo una vez que el adversario demuestra tan poco sentido de la reconciliación.


   Voy a decir lo que creo que cualquier persona librepensadora de izquierdas o derechas debería poder decir: Lo primero es que la Guerra Civil y sus secuelas fueron uno de los episodios más tristes, terribles, crueles, irracionales, reprochables que se haya conocido, en el que se produjeron por todas partes y bandos los comportamientos más abominables junto a los más humanos,  hechos despreciables y otros heroicos, todo lo que ocurrió en un bando tiene seguro un paralelo en el otro y ninguno debía sentirse más limpio que el otro porque el horror, una vez que pasa de cierta línea y aunque algunos la rebasen más que otros, es igual de repugnante. Lo segundo es que el alzamiento no fue un repentino despertar de cuatro ogros africanistas que se alzaron en medio de una arcadia pastoril de gente buena y de izquierdas; que el pronunciamiento fue simplemente un eslabón más en una serie de irregularidades escandalosas que cada dos años sacudieron España y que fueron la llegada ilegal de la República en el 31, el golpe ilegal de Sanjurjo en el 32, la revolución ilegal de octubre del 34 y el clima de absoluto caos ilegal que se formó tras las elecciones del 36, con la diferencia de que el de Franco fue el eslabón que trajo una guerra de tres años que podía haber venido mucho antes por cualquiera de los otros episodios; que la supuesta “legalidad constituida” contra la que se levantó parte del ejército era una farsa de legalidad sin garantía jurídica alguna en la que sólo podía sentirse segura –incluso de su vida- una parte cada vez más pequeña de la  ciudadanía y cuya evolución era cada vez más radical y violenta; que los movimientos de la izquierda y la derecha españolas previos a la guerra no pueden desentenderse de la evolución europea de los regímenes soviéticos y fascistas y de la injerencia de unos y otros en unos partidos españoles en los que la democracia era sólo un palabro desprestigiado; que los sectores democráticos de uno y otro lado habían sido secuestrados mucho tiempo antes por los grupos más violentos en un proceso en el que la culpabilidad venía de muchos lados, y no sólo de la testosterona de cuatro caciques y espadones; que la mitad del pueblo y tan pueblo español eran los que apoyaban a una facción como a la otra y que la mayoría de la gente se vio atrapada en una lucha de locos sin querer ser identificada con ningún bando o al menos con ningún ejército... son muchas cosas las que parece que no se pueden decir aún sin que a uno le llamen de todo, por eso estoy en el mar. 

     Es verdad lo de los 75 años, pero yo me quedo con la cifra del 36. No la del año de comienzo de la Guerra, sino de los 36 años que duró el franquismo (1939 a 1975) y los 36 habidos desde que se murió (1975-2011). En los primeros 36, las mentes lúcidas se vieron bombardeadas por una propaganda casposa que hablaba de sólo-buenos-buenísimos y sólo-malos-malísimos; en los segundos 36 años (los de la democracia que llevamos), las mentes lúcidas esperaban que la libertad trajera algo más de sentido culto y veraz, pero me temo que sólo hemos tenido hasta ahora una nueva historia, pero al revés, de sólo-buenos-buenísimos y sólo-malos-malísimos. A mí me repugna tanto la una como la otra, con la diferencia de que a la actual sí se le debería poder exigir que fuera menos borreguil, toda vez que se supone que estamos en un régimen que propugna la reconciliación, el pluralismo ideológico, y que se presume con la suficiente libertad como para poder admitir que todos teníamos abuelos y bisabuelos y que no todos estaban en el mismo bando.

2 comentarios:

  1. hacen falta escritos asi para hacer justicia a todas las posturas y denunciar aquello que no esta bien, si algo hay que aprender de una guerra es no volver a comportamientos intolerantes y ofensivos que provocan discordias, si a la investigación y a esclarecer esa memoria historia pero de manera amplia y no partidista.

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  2. Creo que coincidimos, pero no sé cuántos somos.
    :)

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