Yo creo que les va el sado de la peineta, porque si no no entiendo la inquina. Primero fue J. J. Millás, al que hasta ayer admiraba por su ironía tirando a culta; ahora ha sido J. M. Izquierdo, a quien (sólo) respeto como a todo humano que hace lo que debe para ganarse el pan. En los últimos días, ambos han dejado su semilla en El País, medio que lo es porque ha renunciado a ser algo entero; aspiraba a conformar el pensamiento único y lo ha conseguido: sólo tiene un pensamiento –y obsesivo-, todo lo contrario al goce de pensar.
Tanto Millás como Izquierdo le han cogido gusto a meterse con la Peineta y Mantilla de la Cospedal, el primero las repudia en el artículo “Toda la cutrez del mundo”, hablando de superstición, España negra, ataque a la ilustración y sotanas. Izquierdo junta en un mismo párrafo a la Cospedal de la peineta con los “delincuentes financieros”, el “exterminio del adversario”, el “cohecho”, y los “escribas reaccionarios” a los que les da “oro, incienso y mirra” (no digamos en el resto del artículo, que es una joya y se refiere en el título a los “ultraliberales y ultracasposos”, mezclando a Murdoch, Aznar, los banqueros, la peineta y todos los horrores que omito). Algunos ya se han dedicado a contestar al primero, pero es que hoy viene el otro, y no sé quién vendrá mañana con otro complejo de Edipo o sin haberse leido la Rama Dorada de Frazer.
Por supuesto, no cometeré el error de criticarlos, que para eso basta con leerles. Simplemente me lamento porque si estos señores son la cumbre de la intelectualidad izquierdista, mejor me bajo a los submundos. Lo que no entiendo es por qué hay mucho genio que cree que cada cierto tiempo hay que meter en el mismo saco al PP, el fascismo, la superstición, el extremismo y la nulidad cultural. Supongo que debe ser porque alguien se lo premia y a la gente le reconforta leerlo por si algún día tiene que pensar. En la Edad Media había una pena de muerte llamada el Culeum en el que metían en un mismo saco al reo, un gato, una serpiente y no sé qué mas y los tiraban al río, imagínense el “daño colateral” del mismo saco. Listos sí son.
Como sé que el Señor Millás no es tonto, sé que está provocando las críticas deliberadamente para luego sacar el contra-argumento, o por otro motivo, ¿cuál? Yo creo que obedece a la nueva estrategia de El País de pinchar al Gobierno de ZP. Doy por hecho que el muy culto Señor Millás sabe que una mantilla no es un “velo negro”, como lo llama él; por eso yo creo que el dardo realmente iba contra la Ministra Pajín, que en su día y en pleno éxtasis se pronunció a favor del velo negro musulmán como forma de enriquecimiento y diversidad cultural (qué pena que en ese fervor no hubiera incluido a la mantilla española, tan cutre ella y tan fashion el velo musulmán). Lo que yo me pregunto es si esa crítica a la mantilla la formularía Millás en persona y de palabra delante de la Cospedal (seguro que sí, pues Millás es un hombre coherente); y si lo haría permitiendo que se le grabara y pasarlo luego por la tele (seguro que sí, pues Millás es un hombre coherente); y si, ya puestos, reiteraría esa misma opinión tan fundada ante nuestra Reina, las Infantas, y la Princesa que tan a menudo se ponen peinetas y mantillas (seguro que sí, pues Millás es un hombre supercoherente). Con eso me conformaba.
En cuanto a la peineta, es posible que lo que el inteligente Señor Millás haya querido es hacer una crítica a la España del ladrillo, al hablar de “peineta que parece un andamio”. En ese caso ha sido generoso, pues hay peinetas mucho mayores que la de Cospedal, véase las de Martirio, y lo que yo creo es que, una vez más, ha querido pinchar al Gobierno de ZP atacando la política de igualdad de sus ministras. Sí, porque Millás sabe –por supuesto- que la peineta tiene un origen muchísmo más antiguo que el cristianismo; sabe que, según dicen estudiosos y cronistas empezando por Estrabón, la peineta era usada por las mujeres españolas como símbolo de autoridad matriarcal, y de independencia frente al hombre, y que al parecer traía su origen de cuando las mujeres iban a la guerra y se sujetaban el pelo con tal artilugio para que no les flotara y se lo pudieran agarrar fácilmente los enemigos. Esa imagen de la mujer española tan aguerrida, poderosa e independiente que usaba la peineta como símbolo de su poder le gustaría mucho a la Aido y por eso Millás intenta ahora cargársela, para que los de ZP no lo cojan como icono feminista.
¿O si no? ¡Claro! ¡Ya lo tengo! Lo que quiere El País es cargarse al Gobierno por la vía de la ruina del turismo. Dado que El Corpus -y el 99% de las fiestas y folklore que tanto atraen a nuestros turistas y tantísimos millones de riqueza generan- tienen carácter religioso (eso sí, casposo y cutre, como todo lo que crea riqueza), Millás ha decidido cargárselo para arruinar los brotes verdes de la Salgado. Ahora lo entiendo, y creo que lleva razón. Es mucho más intelectual, y ruinoso, proponer que el próximo año en vez de El Corpus se lean en la Plaza de Zocodover los Discursos Completos de Azaña y las Memorias de Pilar Bardem, va a venir a verlo una multitud de Hemingüeis y PaulBowles tan enorme como la de Indignados ante la Embajada de Cuba.
O no. Ya está. En el fondo lo del listo Millás era realmente para hablar del Ejército y las bandas musicales que acompañaban a sotanas, obispos y peinetas. Lo que ha hecho al decir que ya está bien de himnos, uniformes y líctores es ponérselo en bandeja a la Chacón –tan molesta al actual Gobierno- para que ésta pueda ahora ponerse una medalla diciendo que desde el 2010 hay un reglamento que establece el carácter voluntario de la participación de los militares en este tipo de actos, y que por tanto todos y cada uno de los uniformes que estaban ahí lo hacían por voluntad propia, afán de participar y disfrutar de un acto propio, de una historia, un paisaje, una comunidad, un pluralismo, una festividad, una emoción, una alegría, una ciudad, un... Era por eso, ¿verdad, J. J. ? ¡Qué grande eres!
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