jueves, 19 de enero de 2012

EL JUEZ GARZON Y LOS MAGISTRADOS CURULES (MURIERON CON LAS TOGAS PUESTAS)

  Hoy larguito mixto. Rollo jurídico-político y acaba personal.
  A veces comienzo mis notas con una mención de antecedentes. Eso ayuda a alguno que esté fuera de España y entre aquí por error. Pero hoy no sé ni qué poner. ¿Cómo explico lo del juez Garzón? Los próximos tres párrafos son para los de fuera, aunque seguro que Ustedes de aquí también los leerán porque les encanta sufrir.

  A lo sencillo: el Juez Baltasar Garzón es un curioso señor de mechón blanco que hace años estaba en la Audiencia Nacional (órgano judicial especial creado básicamente para combatir el terrorismo y el narcotráfico). Se hizo muy famoso, como Pinocho y Heidi. De ahí lo fichó Felipe González en su campaña electoral del PSOE como adalid de la lucha anticorrupción; eran los años en que las alfombras del socialismo empezaban a airearse y la gente encendía los puros con los escándalos de El Mundo, antes de que al director de éste le pillaran en un vídeo porqueril. Felipe ganó las elecciones y entonces traicionó a Garzón, que de Shirley Temple pasó a ser Roger Rabbit. Vamos, que le dejó compuesto y sin Ministerio. Baltasar, que es el nombre del Rey Negro, dejó de verse en lo primero y empezó a verlo muy segundo, con lo que se salió de la política y volvió a su carrera judicial; eso sí, después de haberse dado un atracón de secretos de sus ex-compañeros. Tanto secreto supo que no pudo aguantar, y “por los viejos tiempos” se lanzó contra la cúpula socialista en el proceso del GAL (trama anti-Eta), empezando por los policías, directores generales, ministros y arañó en un momento de gloria la gloria de Felipe de su vida, cuya cornamenta hubiera sido el One, la Equis (x) de su colección de trofeos (se me olvidaba decirles que es amante de matar a tiros grandes animales vivos en cacerías y se hace fotos). No llegó a Felipe, pero se llevó por delante a Medio Ministerio del Interior, a medio partido, a media inocencia.

  El juez Garzón se ha hecho famoso por los numerosos Grandeasuntos en que ha estado involucrado, tantos que siempre le da tiempo de agraviar en uno nuevo a quien le aplaudió en el anterior. No me los sé todos. A veces ha hecho grandes servicios, como en la lucha contra ETA. A veces ha metido la pata como cuando secuestró todo un barco alegando que llevaba droga y no la encontró. A veces ha sorprendido al mundo como cuando apuntó a Pinochet. A veces es ridículo e histrión como cuando pide el certificado de defunción de Franco. A veces... son muchas veces para un sólo juez, únicamente le falta presentarse a Eurovisión.

  Hoy Garzón está acusado en tres procesos por presunto delito de prevaricación, al haber acordado en diferentes asuntos: 1) que se grabaran las conversaciones abogado-cliente en el “caso Gürtel”, que es un asunto muy feo de presunta corrupción en el PP; 2) el archivo de una querella contra el Banco Santander, presuntamente enjabonado con el dinero pagado por ese banco a Garzón por unas charlas en USA; y 3) la tramitación de un proceso contra el Franquismo, presuntamente ilegal -el proceso- si se entiende que tal posibilidad quedó enterrada por la Ley de Amnistía de 1977, o que en su caso no le correspondería a él por no tratarse de terrorismo (salvo que debiera verse así).  Ah, la Prevaricación consiste en “dictar sentencia o resolución injusta”. El artículo 446 del Código Penal sanciona al “Juez o Magistrado que, a sabiendas, dictare sentencia o resolución injusta”. También se sanciona (art. 447) la conducta del que “por imprudencia grave o ignorancia inexcusable dictara sentencia o resolución manifiestamente injusta”.

  Ahora ya pueden empezar a leer los de por aquí. El caso que en estos días se juzga es el del Gürtel: a Garzón se le acusa de haber ordenado grabar secretamente las conversaciones privadas de los acusados con sus abogados. España se ha dividido en muchos grupos, y no sé cuál de todos ha de helarme el corazón. A todos les digo algo.

  A los que dicen que se trata de una persecución política, les diré que lo que se va a juzgar es si hay infracción al Código Penal, y que si sólo se dirimieran cuestiones políticas no tienen nada que temer.

  A los que dicen que Garzón no debe ser perseguido porque ha prestado grandes servicios, les diré que eso qué tiene que ver y si es que prestar ayer grandes servicios da licencia para robar mañana.

  A los que protestan airados porque se le abra proceso yo les digo que no está condenado y que nadie está libre de que se le denuncie en este país, los juzgados están llenos de denuncias a miles, muchas injustas, y nadie se manifiesta por ello.

  A los que dicen que se trata de una venganza yo les diría que sólo con venganzas no se condena a nadie si no se ha cometido un delito, y por si acaso les recordaría todos los casos en los que la actuación de Garzón ha parecido más vengativa que todas las que él sufre.

  A los que proclaman que las denuncias contra Garzón son absolutamente infundadas les recuerdo que Garzón podrá denunciar posteriormente a los otros por denuncia falsa.
 
  A los que dicen que es inmoral perseguir a quien persigue a los malos, les recuerdo que los jueces no deben tener en cuenta la vida anterior de los acusados sino sólo si han cometido el hecho imputado.

  A los que afirman que todo es un bluff de la derechona y que hay que desenmascarar a los acusadores de Garzón, les diré que la imputación o procesamiento no la hace la derechona sino un juez, o un tribunal (en este caso el Tribunal Supremo), mediante un Auto motivado, y que una acusación malintencionada no genera por sí sóla una condena penal sino sólo el ridículo de quien la vocea.

  A los que ya vienen diciendo que el Tribunal Supremo también es fascista, les digo que vayan buscando otras palabras aún más fuertes contra el Tribunal si se diera el caso de que además de juzgar a Garzón cometieran la herejía de condenarlo.

  A los que dicen –incluido Garzón- que había que grabar a los abogados porque también estaban en el ajo (“trama nuclear”) y había que impedir nuevos delitos, les diría que entonces qué ha sido de esos abogados, por qué no los ha metido en la causa, por qué no les ha respetado a ellos sus derechos, por qué se cree a salvo de incurrir en el llamado “delito provocado”, y por qué, si lo sabía, no ha perseguido o espiado a esos abogados fuera de la cárcel para impedir esos nuevos delitos, qué diligencias ha acordado en seguimiento de esos abogados tan malísimos (lo que significaría, si no ha dictado ninguna orden respecto a tales abogados, haber cometido otro delito de “prevaricación negativa” si no ha hecho lo que debería haber hecho para evitar tales nuevos delitos), que por qué siguió grabando cuando los abogados cambiaron, o es que todo abogado de Gürtel es traficante por naturaleza...

  A los que centran toda su escandalera en Garzón, les diría que la orden de las escuchas han sido también ratificadas por el fiscal y jueces que han seguido la causa, así que si hay proceso debe haberlo contra más acusados.

  A los que dicen –Garzón incluido- que del material recogido sólo se sacaría lo trascendente, les diría que la próxima vez que se traguen un hueso de aceituna se rajen las entrañas y saquen sólo el hueso (que es lo trascendente), que seguro que lo demás no se verá afectado.

  A los que creen que hay una mano invisible en la Justicia para acabar con Garzón, les diré que la Justicia española no necesita manos invisibles para cargarse a nadie porque se basta solita con sus propias disfunciones.

  A quienes aplaudían al rey cuando decía que la Justicia es igual para todos, les pregunto que qué hacen ahora llamando fascista a un Tribunal Supremo sólo por tramitar una causa contra alguien que no es yerno del rey (y que puede quedar en sentencia de inocencia), o es que quizá la frase que les gusta es la que termina diciendo “la Justicia es igual para todos... los demás”.

  A los que sospechan que la Alta Justicia está politizada, le diré que si se han dado cuenta ahora, y que de cuándo vienen esos lodos.
Garzón dice que los abogados eran parte de la “trama nuclear” del asunto. Vayamos, pues, a otra parte de la “trama nuclear”: el Art. 51.2 de la Ley General Penitenciaria. Dice tal artículo que las comunicaciones con los abogados “...no podrán ser suspendidas ni intervenidas salvo por orden de la autoridad judicial y en los supuestos de terrorismo.” Al respecto, se ha afirmado que “es una limitación que se establece sólo en supuestos de terrorismo” (http://www.uned.es/dpto-derecho-politico/serr2.pdf). Yo entiendo que el “y” se preste a dos lecturas, pues los anti-Garzón pretenderán decir que “orden judicial + supuesto de terrorismo” son dos requisitos complementarios, deben darse ambos y que la actuación es ilegal pues no se trataba de un asunto de terrorismo, mientras que los pro-Garzón dicen que son alternativos, es decir, que debe darse un caso u otro, y que por tanto es correcta la actuación de Garzón pues sí había dado una orden aunque no fuera un caso de terrorismo. Todo esto, en realidad, no les importa mucho a sus defensores, pues el presente razonamiento interesa sólo a quien debe dictar la sentencia en el momento final, mientras que los defensores de Garzón se ponen en un momento anterior: se rasgan las vestiduras por el mero inicio del proceso.

  En Derecho se suele decir que cuando se usa el copulativo “y” en lugar de haber usado el disyuntivo “o”, es porque se pretende dejar claro que no se puede elegir uno u otro requisito sino que deben ir juntos. Parece que las sentencias han ido por esa misma vía, aunque para gustos la fruta. Por mi parte, me aburren las toneladas de sentencias que se dedican a explicar o reconducir el sentido de ciertas palabras dudosas de algunos artículos, cuando lo más fácil sería directamente corregir la norma cuando se ve que genera “lustrosa polémica” (lustrosa no en el sentido de brillante sino de quinquenal).

  Yo, que voy buscando grupo en el que recibir pedradas, me quedaré en uno que no sé si tiene ya fans o soy el primero: el de los fascinados por la toga de Garzón en el juicio.

  ¿Han visto en la TELE a Garzón con su toga de defensor de la ley mientras se le juzga? ¿Le han visto quitarse la toga para declarar como Bogart Capitán del Caine, y volvérsela a poner cuando se sienta en la trinchera como Batman, o se mete en el cajón como Nosferatu? ¡Qué arte! No sé si le darán calabazas, pero de momento yo le daba el Oscar, con su toga y su código, hecho El Hombre que encerró a Liberty Barrionuevo...

  Confío en que el Señor Juez no me lea y no se enfade conmigo, no sea que me meta en la “trama nuclear” de algo, aunque yo creo que estoy a salvo porque como aún estoy vivo carezco de certificado de defunción (que ya se sabe que es lo que a él le pone) y además no cazo luego no le voy a privar de los 40 ciervos adultos que a él le toquen (este párrafo es broma. Este).

  Lo que no es broma es que me da la sensación de que Don Baltasar nos quiere restregar su TOGA en todo daguerrotipo que le saquen, curiosa religión en que el Mártir y su Hagiógrafo son el mismo. Quiere recordarnos su dignidad, no sé si sus compañeros de Sala pensarán lo mismo cuando le vean lucir la misma puñeta que ellos, la misma manga, el mismo color (seguramente la toga de Garzón estará más nuevecita que la de los otros). Yo no voy a discutir eso, porque imagino que se trata de cuestiones gremiales que entre ellos se entienden y respetan, como en el Juicio de Nüremberg. Cada palo que aguante su vela que yo ya tengo las mías.

  A lo que sí me ha recordado el episodio, -y lo que voy a decir no tiene nada que ver con todo lo anterior- es a mi juventud en tierra, al ver en la Tele a Garzón tan magistrado sentado en su butaca, envuelto en su toga desafiante, a punto de ser abatido y asumiendo su destino. Me he acordado de mi Escuela de Primeras Letras, donde intentaron enseñarme algo de Latín. Una vez nos arrojaron sobre un texto de Tito Livio, de “Ad Urbe Condita”.

  El texto trataba de la invasión de los Galos, cuando asolaron Roma hacia el 390 antes de Cristo. En aquel episodio, los jóvenes romanos, soldados y niños se encerraron en las defensas de la colina Capitolina esperando salvarse. Los romanos más viejos, que no querían ser una carga para los defensores ni competir por sus víveres, decidieron dejarse morir, y eligieron una forma elegante: se quedaron en sus casas, con las puertas abiertas para ofrecer su desprecio al invasor. Muchos de ellos, que habían sido “magistrados curules”, conservaban sus togas de magistrado y sus sillas curules (que eran aquéllas especiales sobre las que ejercían su cargo, y que eran intencionadamente incómodas para evitar que se aletargaran en ellas, vamos, lo mismo que hace el Burguer King clavando las sillas al suelo para que no podamos estar cómodos y dejemos antes el sitio para otro cliente). Esos ancianos se vistieron con sus mejores togas, se sentaron en sus sillas que para ellos eran tronos, y esperaron impávidos el saqueo y la muerte. Los bárbaros al verlos se quedaron impresionados por la majestad, les pareció incluso sospechoso o brujeril, hasta que al poco comprobaron que sólo eran un puñado de viejos sublimes o locos, y acabaron con ellos.

Recuerdo que la traducción correcta de la frase que me presentaron debía ser: “Los magistrados curules se pusieron sus togas, de manera que murieran en su condición”.

  Por desgracia para mí y para toda la clase, el maravilloso diccionario que consultamos mi compañero de pupitre y yo nos ofrecía múltiples traducciones de la palabra latina “Ut”, pero ninguna de ellas nos parecía encajar en el contexto, salvo la última, que decía “Ojalá”. Por supuesto, no nos interesó en absoluto la traducción “de manera que”. Así que, encantados de haber descubierto la piedra filosofal, tradujimos: “Los Magistados curules se pusieron las togas. ¡Ojalá se murieran en su condición!”. Evidentemente no habíamos entendido mucho del texto, ni sabíamos entonces nada de la guerra de los celtas, ni de Tito Livio ni de los gansos capitolinos; sólo nos pusimos en la mente de un señor mayor que ve venir a quienes le van a matar y se viste elegante mientras les desea lo peor. En fin, un desastre, porque todos los compañeros de clase estaban igual de perdidos y nos copiaron íntegramente la traducción por aquello de la fama, con resultado previsible: el profesor no sabía si reírse más de la horrorosa traducción, o del hecho de que absolutamente todos hubieran seguido al mismo lazarillo equivocado.

  Les he contado este episodio porque estoy melancólico, pero algo tiene de aplicable al caso Garzón y en el fondo me reconcilia con mi pasado que al fin se me muestra útil. Garzón se ha vestido con su toga “de manera que muera en su condición”; si ha de caer será como juez, con las puñetas puestas como Custer y los Magistrados Curules. Pero seguramente lo que él piensa por dentro es lo mismo que yo pensé en aquella tarde de Latín: “¡Ojalá se murieran en su condición!”. Su vestido es su protesta, su planchado es un dardo. Qué estará pensando este hombre cuando mira a sus acusadores, él que ha puesto en cuarentena a Franco, a Pinochet, a Felipe, a Rajoy, a la ETA... ¿Siente dignidad? ¿Siente indignación?


  No sé lo que él siente. Sí sé lo que siento yo: tan sólo tengo ganas de leer a Tito Livio. Y en versión española, por si acaso.

4 comentarios:

  1. Con Garzón me pierdo. Una lástima, pero no me entero bien, y he pasado por alto las discusiones que he leído estos días sobre él. Me da la impresión de que en su caso la política y la justicia están tan mezcladas que es difícil que haya un resultado justo, al menos si nos referimos al justicia como el ideal de justicia que es y no a la justicia subjetiva, que es lo que suele pasar cuando se habla de política y tribunales. Por cierto, que el nombre de Garzón sí me suena aunque viva en el extranjero, realmente es de lo que más suena, lleva años sonando. :-P

    Lo de los romanos... Es que todo está ahí, en los romanos. Leyéndolos parece que fuera ayer... Y han pasado más de dos milenios. Qué geniales eran. Hasta falsificaban las columnas... Echo de menos irme a ver sus ruinas, con lo que me gustan.

    Cicero

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  2. Sí, Cicero, quizá en mi texto hay demasiados guiños a los que están aquí todo el día y pillan mejor cada insinuación, pero da igual porque yo a donde quería llegar era a Roma, todo lo anterior es una excusa.
    Eran geniales por lo que hacían y también -quizá más importante- por cómo lo contaron; las historias y las gentes son muy parecidas en toda partes, pero si tienes a cronistas geniales todo parece más épico. Has elegido una buena época para echar el ancla.

    ¿Qué es eso de falsificar las columnas?

    Zarafin

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  3. No, si yo me entero bien de lo que pasa. Leo la prensa todos los días, aunque rara vez veo la tele. Me pierdo más en las series de televisión y en los programas que en las noticias. Pero en los guiños no me pierdo, me pierdo en Garzón. Siempre anda en el candelero por una cosa u otra, pero, quizás por eso, tengo cierto desinterés por su biografía.

    Los cronistas romanos eran geniales, pero la época era genial también. Las grandes civilizaciones tienen eso, que perduran milenios aunque los imperios se hayan derrumbado tanto tiempo atrás. De todas formas, no es que haya echado el ancla en Roma. Me gusta mucho, tiene mucho que ver conmigo porque me crié viendo ruinas romanas, sin embargo, no me hubiera gustado vivir en la época.

    Con lo de las columnas falsas me refiero a columnas de ladrillo estucadas imitando a las de piedra o mármol. Es posible que no sean denominadas como "falsas", pero yo las veo así, como una sofisticada falsificación, que ya en la época las apariencias y el quiero y no puedo tenían su lugar. A día de hoy las falsificaciones siguen estando al día. Columnas como esas había en Pompeya y Herculano. Tuve la ocasión de verlas cuando estuve y me causaron una profunda impresión.

    Te dejo la dirección de una foto:
    http://lh3.ggpht.com/_TQGwJR7tPsk/TG1PO5KqYqI/AAAAAAAALMU/0DCIrX_bLQ0/Villa%20San%20Marco%20-%20atrium%20by%20Gauis%20Caecilius.JPG

    Saludos

    Cicero

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  4. Hola, Cicero, ya he visto la foto, ¿dónde es? dice Villa San Marco. La verdad es que las columnas de la foto son la "falsedad elevada a n", pues hay varias columnas falsas en una, por los tramos que combina de estuco, marmol, ladrillo (no sé cuál es el verdadero).

    Coincido contigo en que una cosa es admirar una época y otra querer vivir en ella. yo sólo viviría en la mía, y cuando alguien dice otra cosa me limito a preguntarle qué haría en cada época si tuviera un dolor de muelas, ahí se acaba la discusión.

    saludos

    Zarafin

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