(Hoy toca simplificar y recibir críticas)
Una cosa es la RIQUEZA. Y otra cosa es la REPRESENTACION DE ESA RIQUEZA. Cuando la riqueza está tan alejada de sus representaciones que los creadores de aquélla no pueden controlar a los que trafican con éstas, estamos ante el anuncio de un DRAMA.
En WALL STREET-2012 no se trafica con pollos ni terneras que son la riqueza porque nos dan la vida, sino con sus representaciones que son la acciones del KFChicken o de la hamburguesera McDonalds. El pollo y la vaca están a miles de kilómetros, y en New York se cambian papelitos o títulos. En pocos metros cuadrados se enjambran un puñado de brokers (brujos) que deciden por el mundo.
VERSALLES-1789 también era un lugar de unos pocos metros cuadrados donde se negociaba con muchas representaciones de riquezas lejanas y se cambiaba el mundo. Las representaciones eran los títulos, en este caso nobiliarios; ser marqués de tal, o conde de cual, significaba que su titular tenía derecho a tantas monedas o a tantas tierras o ganados, y allí se iban todos a rebullir juntitos. En Versalles se obtenían títulos, se perdían, se sumaban por matrimonio... A muchísimos kilómetros de palacio se morían de hambre aquellos que trabajaban de sol a sol para generar la riqueza que luego, en una sóla tarde, cambiaba de mano por una pérdida en la mesa de juegos de palacio o por un capricho del rey.
No siempre fue así, o no nos lo imaginamos así, aunque también cabría decir que en la antigüedad ocurría lo mismo si consideramos que una lanza o una piel de oso eran representaciones de una riqueza consistente en una fuerza física que auguraba liderzago.
En origen, la gente sabía qué era lo que tenía valor, y todo el mundo lo entendía, una manzana, una oveja, una casa, un caballo. La gente trocaba una carga de trigo, una cratera de vino o una tinaja de aceite y los oficios eran, en origen, formas de crear esos bienes de riqueza, eran los Productores. Al poco aparecieron oficios que consistían en intercambiar esa riqueza, eran los Comerciantes.
Poco a poco, la riqueza empezó a estar no presente sino a ser representada por otras cosas que facilitaban su comercio y su movilidad, la sal, la moneda en metal, la moneda en papel.... Surgieron así los oficios dedicados al intercambio de las meras representaciones. Muchos sujetos se hicieron especialistas en jugar sólo con esos símbolos, eran los Banqueros, los Agentes, los Corredores, los Aseguradores... gentes que sabían dar un valor al paso del tiempo, al riesgo, de forma que un mismo trozo de metal podía valer hoy una medida y mañana medida y media, y un rectángulo de papel podía hoy ser interesante y mañana un retal de celuloide. Las representaciones sufrieron un proceso por el que cada vez eran más difíciles de asociar con lo representado; su soporte material era cada vez más ligero, mas pequeño; pasó de ser tridimensional a bidimensional, de tener volumen a ser un asiento, y luego ni tan siquiera eso pues pasó a ser un soplo de luz que viaja por una red sin hilos que nadie ve, la representación se ha convertido en invisible, aunque todo el mundo cree en su existencia y trafica con ella como si fuera algo. Su poder es tanto mayor cuanto más liviano es su soporte, al final será verdad que el Todopoderoso es el puro Verbo.
Normalmente, el que trafica con representaciones de riqueza debe justificar la necesidad de su oficio, y por ello se rodea de un lenguaje críptico y unas fórmulas mágicas que nunca entenderá el que cuida la vaca o siembra el arroz. Con el verbo abstruso se garantiza su independencia y poder.
Estos mecanismos, que en principio son casi ineludibles cuando la población va creciendo y no toda puede dedicarse a cultivar o recolectar, se van convirtiendo en sospechosos cuando el traficante de riqueza empieza a ganar más que el que la produce, y pasan a ser insufribles cuando el que trafica con representaciones obtiene varias veces más beneficio que el que trafica con meros bienes. Al final, el privilegiado es el que se limita a tocar una tecla en Wall Street, o a saber servir bien una taza de café en Versalles.
Algo misterioso hace que, además, el proceso no sea sostenible sino que progresivamente se envilece a sí mismo, de forma que la minoría que maneja títulos es cada vez más exigua aunque detenta cada vez más poder, mientras que la mayoría que maneja cosas es cada vez mayor y más pobre, porque las cosas que produce o que intercambia son devaluadas segundo a segundo por la magia de la Bolsa, o de la Corte.
Como me he prohibido usar la palabra REVOLUCION, diré que al final de ese proceso SE CITAN TODOS PARA HACER UN PICNIC, Y LOS SIERVOS DEL TERCER ESTADO ENTREGAN AMOROSAMENTE SUS ULTIMAS SEMILLAS DE HABICHUELAS A LOS TRAFICANTES DE LAS REPRESENTACIONES. AH, Y COLORIN COLORADO, QUE ESTE CUENTO ESTÁ EMBARGADO.
Está muy bien, nada que criticar. Coincido plenamente incluso en lo del picnic, aunque puedes usar las palabras: "insurrección, motín, sublevación, asonada, levantamiento..." en lugar de revolución. Lo mismo no eres un revolucionario pero eres un amotinado o un insurrecto... Todo es cuestión de encontrar la palabra exacta.
ResponderEliminarHay reformas que son necesarias. Pensaba estos días en la gente embargada y el hecho de que haya tantos pisos vacíos y creo que el Estado debería intervenir con el fin de que esos pisos se pudieran usar para que esta gente se aloje temporalmente. No puede estar medio millón de familias en la calle en la más absoluta marginalidad y miseria. Por otra parte, hay que poner freno a la especulación para evitar las burbujas, que son muy destructivas.
Cicero
Uf, Gracias, Cicero, me quitas un peso de encima. Temía perderte hoy para siempre. :)
ResponderEliminarInsurrecto me gusta, o hereje (que no es lo mismo que agnóstico, ni ateo, ni apóstata, ni pecador, ni mala persona).
Zarafin.
Ah, habrá que ver cómo se toman esto en Versalles. Yo, haciendo amigos.
ResponderEliminarZarafin.
¿Tan mal concepto tiene Vuestra Merced de los agnósticos?
ResponderEliminarSepa, Insurrecto Zarafin, que yo me dejo llevar por el agnosticismo, que me lleva, me lleva, aunque no me subleva. Pecado es, pero témome que no haya nadie a quien responder de este pecado, por lo cual, sin juez, no me pueden condenar.
En Versalles se lo tomarán bien, no se preocupe -parece aquí usted como esos jóvenes sublevados de ideas progresistas de los que hablaba Dostoievsky-. El próximo post que sea de cal. ;-)
Cicero
Hombre, lo de que Versalles era un lugar con unos pocos metros cuadrados... Caramba, ya sé que todo es relativo, pero habría que ver cómo es su barco, entonces. Igual es que pilota usted el Titanic.
ResponderEliminarNo entiendo por qué se prohíbe a sí mismo emplear la palabra Revolución, como si no estuvieran prohibidas ya suficientes cosas. Ah bueno, claro, no, usted piensa que aún no es suficiente, ya que he leído por ahí que aspira a que las faltas se conviertan en delitos. Es usted insaciable.
Mire qué bien encaminado va monsieur Cicero: un amotinado, o insurrecto, sí que podría ser usted, si se conforma. Ah, sí, acabo de leer que le gusta. Perfecto.
Ahora vayamos por partes, porque se acumulan los asuntos y se me va a olvidar alguno, seguro. Veamos, con respecto a la pinza errante, me sorprendió que cuando le dije que no me gustaría que los Reyes Magos entraran de pronto en mis aposentos, extrajera usted en conclusión que hay otras visitas que sí me placen. Yo deduciría lo contrario. Sabed, monsieur, que lo que más me place encontrar allí es una caja de bombones y algún buen libro. Prefiero que mis aposentos sean un remanso de paz al que regresar tras mis intrigas y aventuras, para poder descansar en soledad unas horas. Las emociones que busco son de otro tipo más complicado.
NO SOY ROCOCÓ. Me niego a serlo. Odio visceralmente el XVIII. Soy una dama a quien las circunstancias hicieron nacer en el XVII y que estudia apasionadamente el XVI. Llamarme rococó es el peor insulto que pueda usted hacerme, por encima de huguenot du diable!
Espere, espere, continúo en otro, que es mucho para un solo comentario y si blogger me lo borra después de haberlo escrito todo, me desmayaré del disgusto.
Y mire, me lo habría borrado! Menos mal que tuve la precaución de copiarlo antes.
Bueno, le decía, si esta cosa me deja, que para su tranquilidad, y aunque no puedo responder por todos los franceses, sí puedo darle al menos mi palabra de que en estos tiempos actuales suyos -que no míos-, no he vuelto a escuchar semejante expresión. Eso me resultaría tan pintoresco como el popular "perro judío" de los españoles. No sé qué les habrán hecho los judíos, pero ya debió de ser para que aún perdure.
ResponderEliminarPero estábamos con lo de Rococó, afrenta que tardaré en olvidar, le advierto. Sigo captando su estilo: antes de colocar su mandoble, elige usted un adverbio edulcorante para amortiguar el impacto: "primorosamente", "adorablemente"... Tendrá que aprender a ocultarlos mejor.
Monsieur Cicero, mi estimado caballero romano (pues también a usted le he tomado ya afecto): no es preciso que las pinzas ni todo lo demás sea tal como usted lo conoce ahora. Las damas de la corte nos sujetamos los cabellos y nos ponemos bigoudis (¿bigudíes?).
Pensé que habían vuelto a engañarme los españoles con el idioma. Como soy extranjera y de otra época, cada vez que les pregunto cómo se dice algo se enseñan alguna barbaridad. Mire que decirme que huguenot se decía facha! Yo los mato. Cualquier día soltaré un taco y ni me enteraré.
Feliz tarde a ambos y bisous para monsieur Cicero y mi insurrecto favorito.
Estimado Cicero, no tengo ningún mal concepto de los agnósticos, simplemente me he insertado en otro grupo.
ResponderEliminarEs bonita la idea del pecador que no encuentra juez que le condene ni verdugo que le castigue, está entre lo sublime y la terribilitá. Me pongo como hereje porque me identifico con el que quiere estar dentro del sistema pero en una forma que los demás consideran merecedora de exclusión. Sniff.
Sobre Dostoievsky... sí, podría estar en El Doctor Zhivago sin problemas, corriendo delante de los cosacos... algún día atracaré en San Petersburgo y se enterarán de quién soy.
Madame,
ResponderEliminarsobre los metros cuadrados... no debe Usted fijarse en lo que mide mi barco, sino en lo que mide el mar, que es mi espacio. El barco sólo es mi transporte, como para el rey de Francia son sus zapatos o su caballo.
Estoy seguro de que el rey de Francia no puede considerarse seguro más allá del espacio de su palacio, pero yo sí me siento seguro en el océano como si fuera mi casa.
Me prohibo la palabra revolución por deferencia, para no herir la sensibilidad del caballero Cicero ni que me tomen por revolucionario ni agresivo. Ojalá sintiera temor o vergüenza por algo.
"Yo preferiría que esos señores no aparecieran de pronto en mis aposentos. Me causarían un gran sobresalto, pero no de los que me gustan." Es vuestra frase. Aunque no querais verlo como yo, se deduce a sensu contrario que hay sobresaltos "de los que os gustan", y que si se tratara de esos libros, bombones o cosas que ya conocéis nunca se produciría un sobresalto pues se trataría de algo que habríais puesto vos misma en el aposento. Es decir, si existe un sobresalto sólo puede deberse a que haya habido intromisión de algún ser humano imprevisto. Seguramente no recibís a nadie en vuestra cámara, como decís, pero mi deducción no puede considerarse malintencionada sino a lo sumo errónea.
A partir de aquí, debo deciros que vuestro comentario es en exceso delicioso en matices y humor, y no me importa dorar la frase con edulcorantes aunque me hayáis cazado al vuelo, porque todos los azúcares son merecidos por vos. Os dije lo de Rococó pues me pareció ver una imagen vuestra en atuendo de Maria Antonieta, pero posiblemente sea un engaño derivado de mi obsesión por la Ilustración. Detestáis el Siglo XVIII, y eso os hace doblemente interesante y os convierte en todo un reto, bendita diferencia de edad. No obstante, es posible que si os computáis en la datación española y no en la inglesa de tiempos de la duquesa de Cleveland os podáis acercar más a mis calendas.
Nos honráis al señor Cicero y a mí como insurrecto cada vez que nos visitáis en estas humildes aguas, y contad con que nadie os querrá envenenar bajo mis velas, menos aún teniendo una edad tan respetable.
Parto por unos días al Gran Sol, a por una carga de ámbar, lo que me mantendrá muy ocupado. Ignoro si podré dejar mensajes en el puerto de Kiel.
Zarafin.
Mira qué diálogo entre dos genios de las finanzas del siglo XVII.
ResponderEliminarDiálogo entre Colbert y Mazarino durante el reinado de Luís XIV de Francia, el ‘Rey Sol’
Colbert: Para conseguir dinero, hay un momento en que engañar al contribuyente ya no es posible. Me gustaría, Señor Superintendente,que me explicara cómo es posible continuar gastando cuando ya se está endeudado hasta al cuello...
Mazarino: Si se es un simple mortal, claro está, cuando se está cubierto de deudas, se va a parar a la prisión. ¡Pero el Estado...!
¡Cuando se habla del Estado, eso ya es distinto! No se puede mandar el Estado a prisión. Por lo tanto, el Estado puede continuar endeudándose. ¡Todos los Estados lo hacen!
Colbert: ¿Ah sí? ¿Usted piensa eso? Con todo, precisamos de dinero, ¿y cómo hemos de obtenerlo si ya creamos todos los impuestos imaginables?
Mazarino: Se crean otros.
Colbert: Pero ya no podemos lanzar más impuestos sobre los pobres.
Mazarino: Es cierto, eso ya no es posible.
Colbert: Entonces, ¿sobre los ricos?
Mazarino: Sobre los ricos tampoco. Ellos no gastarían más y un rico que no gasta, no deja vivir a centenares de pobres. Un rico que gasta, sí.
Colbert: Entonces, ¿cómo hemos de hacer?
Mazarino: Colbert, ¡tú piensas como un queso de Gruyere o como un orinal de enfermo! Hay una cantidad enorme de gente entre los ricos y los pobres. Son todos aquellos que trabajan soñando en llegar algún día a enriquecerse y temiendo llegar a pobres. Es a esos a los que debemos gravar con más impuestos..., cada vez más..., ¡siempre más!A esos, ¡cuánto más les quitemos, más trabajarán para compensar lo que les quitamos! ¡Son una reserva inagotable!
Cien años más tarde le cortaron la cabeza a Luis XVI y se calcula que durante un año, decapitaron a un aristócrata o cura cada cinco minutos. Todo exceso en un sentido acaba con un exceso en el otro.
Ojala nuestros políticos estudiaran historia.
Muy gráfico, Laura, muy buena aportación. Gracias!
ResponderEliminarZarafin.
Mi muy ilustre Corsario, debe haber sido el ron o incluso alguna sirena que con su canto lo haya aturdido- espero su muy pronta recuperación- pero Dostoievsky y el Doctor Zhivago no tuvieron el gusto de conocerse puesto que el Gran Fiódor falleció unos años antes de que el Gran Borís Pasternák, creador de Doctor Zhivago, naciese.
ResponderEliminarCon los jóvenes sublevados de Dostoievksy me refiero a que ya él en sus tiempos hablaba de los movimientos de izquierdas que se fueron gestando durante décadas antes de llegar a la revolución de 1917. Desde el punto de vista histórico -y sobre todo si hablamos de historia de las doctrinas sociales- la lectura de Dostoievsky es sumamente interesante porque recrea magistralente un época. Se lo conoce más por su profundidad psicológica, pero la recreación que hace de su tiempo es magnífica. Me refería a que en este post, por insurrecto y porque parece de izquierdas, usted me recuerda a esos jóvenes que se rebelaban contra el sistema y se encaraban con el Príncipe Mishkin.
No se prohiba la palabra revolución, querido Corsario, puesto que no soy tan sensible y no temo a las palabras. Recuerde que la persona de la que tomé su ilustre nombre para hacerlo mío en la vida virtual no era la Dama de las Camelias, sino un orador romano que no temía a llamar a las cosas por su nombre ni a los idus de marzo. Pero le agradezco el detalle, cual mandoblazo, que me ha dedicado con su refinada ironía.
Tenga usted buen viaje, cuídese de tempestades y procure llevar fruta fresca, que en los barcos la avitaminosis causa estragos.
Cicero
Ma Très Chère Dame Masquée, creo que el plural de bigudí es "bigudíes". En cuanto a "les gros mots", creo que es mejor que las emplee en francés, evidentemente, no francés verlán, sino en el francés refinado, en el cual un terrible insulto puede sonar como el canto de los ruiseñores o el tañir de arpa de las doncellas que sueñan con unicornios en los atardeceres de los jardines de Versalles, lugar que conozco un poco por haber estado en varias ocasiones a pesar del anacronismo de mi apodo.
ResponderEliminarMa Chère Madame, el palacio de Versalles por dentro es un lugar en el que es incómodo vivir y cuya decoración me disgusta, sin embargo, sus jardines son el paraíso. ¿Sabe usted la delicia que es pasear por ellos en los atardeceres de agosto cuando las hordas de turistas ya han sido conducidas a su posada? Se quedan los jardines solitarios, con una luz magnífica y el sonido del canto de los pájaros y parece que en cualquier momento va a aparecer por allí el Rey Sol y su séquito. Menos mal que les dejan a ustedes, las almas del palacio, un rato de solaz.
En el caso de que desee usar gros mots en recio castellano es mejor que les dé un toque excéntrico porque sin perder su valor sonarían con gracia y donaire en labios de una dama.
Je vous prie de trouver ici, Madame, l'expression de mes sentiments distingués.
Votre dévoué serviteur
Cicero
MONSIEUR LE CORSAIRE:
ResponderEliminarOdiaría que llevarle la contraria se convirtiera en una irritante costumbre, de modo que no incidiré más en ello tras este comentario, pero vea que en las palabras entrecomilladas dice que NO me gusta esa clase de sobresaltos. Por tanto, cabe deducir que los sobresaltos que me gustan son de otra índole y están fuera de esos aposentos. Ergo si así lo hacemos, es lógico preferir libros y bombones que no me proporcionan sobresaltos donde no quiero recibirlos. Pero no se preocupe: sé que no ha habido mala intención por su parte. Usted sería incapaz de albergar alguna.
Si me lo permite, en esta ocasión, y sin que sirva de precedente, al decir que “si existe un sobresalto solo puede deberse a que haya habido intromisión de algún ser humano imprevisto”, me temo que su imaginación no ha alcanzado las cotas a las que nos tiene habituados.
Por último, tengo que admitir que me siento un poco decepcionada al saber que el barco es solo un transporte para usted. Pensé que para un corsario era mucho más que eso.
Le echaremos de menos, monsieur. Que tenga un buen fin de semana.
Bisous
MONSIEUR CICERO:
Así pensaba yo con respecto al bigudí, puesto que me han dicho que tienen ustedes una norma según la cual las palabras terminadas en i acentuada forman regularmente el plurar añadiendo –ES. Pero comprenda que ya no me fío de lo que me dicen, después del último patinazo (y espero que se diga patinazo, al menos). No es fácil, no es fácil el español.
Monsieur, a mí no me gustan les gros mots en ningún idioma, y de ahí mi angustia y mi espanto ante la posibilidad de ser engañada y acabar diciendo algo así en la inocente convicción de que digo otra cosa, igual que me ocurrió con los huguenots.
Tal vez le sorprenda lo que voy a decirle, pero detesto Versalles. Lo encuentro preferible en primavera, si no hace demasiado frío, pero ese nunca ha sido mi sitio, por más que me haya visto forzada a residir allí. Yo fui muy feliz en Fontainebleau.
http://dianademeridor.blogspot.com/2010/06/el-bosque-de-fontainebleau.html
Feliz fin de semana, monsieur
Bisous
Para Cicero, si aún está por ahí (he estado varios días perdido por la Corriente del Labrador)
ResponderEliminarHaces bien en puntualizar lo de Dostoievsky, y de aportar cosas que yo no sé como lo del nombre del Príncipe Mischkin. Aun así, yo no me refería (ni he dicho) que fueran contemporáneos él y Zhivago, sólo me refería al mismo ambiente, como tú cuentas. Mi impresión es que los revoltosos del Zhivago son los hijos de los marginados de Dostoievsky. He citado a Zhivago porque la idea de las correrías callejeras de Lara con sus pieles llenas de nieve me impresionó de niño, eran los previos a la gran revuelta, en fin... ¡qué personaje el de Lara!
Gracias por preocuparte de mi salud y las vitaminas. Si apareciera alguna sirena de ésas, no obstante, podría ser distinto todo, me echaria a temblar, pues su fama las precede.
Ah, atiendo tu invitación: ¡Revolución, Revolución, Revolución! (es todo broma)
Zarafin.
Madame de Méridor,
ResponderEliminarLa costumbre de llevarme la contraria podría ser irritante para vos, no para mí. No obstante, el que os pueda llegar a provocar emociones aunque sea la de que sintiérais odio me llenaría de orgullo y satisfacción.
Como bien decís, es mejor no inicidr más en los placeres y los sobresaltos, que todo lleva a equivoco. Aun así, si os parece que no he estado a la altura, no lo achaquéis a mi imaginación pues sólo intenté usar la lógica, que está en otro lado. La imaginación la guardo para el combate, y esto no lo era. Por tanto, dejadme ser un caballero y decir sin más "lleváis toda la razón, señora".
Vos sí me habéis provocado a mí una emoción, la de pesar, al veros decepcionada con mi concepto del barco. Pero no os aflijáis, porque aquí sí puedo y debo rectificaros. Mi relación con esta nave es mucho más rica, compleja y brava que la que suponéis, pero debía rebatiros la idea de que asocio mi barco con mi único espacio vital, cuando a efectos de espacio mi barco es sólo lo que perite trasladarme a través del mismo, que es el mar. En ningún momento he pensado que el barco sea sólo eso, aunque o cierto es que ni siqueira devbería decir nada: si leísteis la entrada del Señor de Singapur, recordaréis que allí dije que no poseo a mi barco sino que él me posee a mí; tendríais que hablar con él sobre nuestra relación.
Lo anterior no excluye el que, sea cual sea nuestra relación, esté marcada siempre por la despedida, lo que la convierte en sublime, pues ambos sabemos que cada noche puede ser la última del uno, del otro o de ambos. Ha habido y puede que haya más barcos en mi vida, y habrá habido y puede que hayan más corsarios en la vida de este barco; esa provisionalidad nos llena de pesadumbre y de amor, y a partir de ahí pueden empezar a explicarse todas las demás cosas quenos ocurren al barco y a mí, de hecho nunca pienso que seamos dos cosas diferentes, como me ocurre con todo lo demás.
Señora, quizá no he debido escribiros después de contemplar cómo una vela se consumía durante más de una hora en mi camarote.
Zarafin.