miércoles, 8 de agosto de 2012

MERCADOS Y SUPERMERCADOS, O SANCHEZ GORDILLO Y EL TEMPRANILLO.





Carta a la Sra. Merkel. Angela, mira lo que pasa en España y dime si merecemos un préstamo, te lo cuenta uno a quien llamarán antipatriota. No sé si sabes lo del alcalde de Marinaleda.

España es hoy –quizá siempre lo fue- un país maravilloso por sus gentes sueltas pero que agrupado es políticamente mediocre y zafio. Desde que los franceses nos robaron las merinas nuestros rebaños dejan mucho que desear, solemos producir personajes entre valleinclanescos y barojianos y eso nos hace fascinantes; el problema es que a esos personajes hay que ponerlos en las salas de cine para la catarsis, pero no exaltarlos en grupo para una catequesis. Cuando los gobernantes, parlamentarios, políticos o maestros se dejan seducir por un iluminado puede ocurrir cualquier cosa, desde un golpe de Estado a una campaña de Ceja. Y así nos va. Nos IVA.

Te lo resumo porque eres alemana. El alcalde de un pueblo sevillano, llamado Marinaleda el pueblo y Sánchez Gordillo el alcalde, ha asaltado con una cuadrilla dos supermercados en los pueblos de Écija (Sevilla) y Arcos de la Frontera (Cádiz). Te ahorro los cuentos robinhoodianos que ha soltado el instigador, sobre que si es para el pueblo, que si los bancos roban más, que si la Tercera República y el pueblo unidos contra Mercadona y el 3 x 2, todo eso que genera la España que ya no es de Mingote ni de Forges sino que ha vuelto a Vizcaíno Casas. Que si daremos de comer a la gente y a saber qué ha sido, que si tal y que si cual… y mientras tanto la cuadrilla de Buñuel empujando y agrediendo a las cajeras y haciéndolas llorar, ellos los defensores del trabajo y de la mujer. Este señor no es un jerónimo anónimo, es un alcalde de un pueblo, y es diputado por Izquierda Unida en el parlamento andaluz (ése que Usted no entiende para qué sirve, y con esto ya lo entenderá mejor).

Obviamente, lo ocurrido es un –presuntamente, uf, se me olvidaba, ¡menos mal!- delito. Más aún cuando está planificado llamando a los medios de comunicación, aprovechando seguramente el cargo público y caudales públicos, sin afeitar, con ojos de Abate Faria y el libro de Mao al sobaquillo para tapar la foto del Che. Todo eso ya se sabe, y no importa porque el personaje es digno de encomio, como Mocito Feliz, como Tamara-Ambar-Seisdedos, como Arrabal…

A mí no me sulfura lo que haga un Tirano Banderas salido de los anaqueles del Ateneo, lo que me avergüenza es lo que hacen todos los demás. Los mercados no nos castigan por tener a un Friki de grumete, lo que castigan es ver que lo ponemos de capitán del Titánic, o mejor, que la tripulación del Titánic se pone a apludir al friki mientras el Iceberg asoma por estribor. El señor Sánchez-Gordillo ha oído que la culpa de todo la tienen “los mercados”, y en su éxtasis berniniano ha pensado que ello se refiere a “los supermercados”, como si el “súper” los hiciera más culpables, qué más dan molinos que gigantes. Y allá se ha ido carrito en mano por los pasillos del súper como Ben Hur con la cuádriga azotando cajeras y pasando por encima de Mesala riendo hasta enseñar el diente de oro, vamos, que ni John Silver el largo con su pata de palo mejora la estampa del Alcalde Poseído. Pero Angela, eso me da igual, por desgracia.

Lo que es lamentable para un país es ver cómo los restantes rebaños ríen este tipo de gracias, porque eso es lo verdaderamente dramático. Cuando el friki es marginado o incluso automarginado (ya sea el Merlín de Monmouth o el Empédocles de Hölderlin) la sociedad lo contempla hasta con cierta admiración. Pero cuando la corte entera pide para él la oreja, entonces los del Tercer Estado podemos echarnos a temblar. Y la corte ha hecho eso. Su partido Izquierda Unida y sindicatos directamente lo aplauden, qué podemos esperar de un partido que aplaude todo lo que está fuera de la Constitución (sea la vulneración de la ley, la bandera que no es la oficial, la forma republicana que no es la prevista constitucionalmente, los independentismos que no están previstos en una España Estado, por poner cosas sencillitas…).

Pero es que los otros dos, los mayoritarios, también le ríen la gracia, más disimuladamente pero lo hacen. El primero, el PP, que gobierna, no persiguiéndolo de forma inmediata y clara; aunque el ministro del interior ya ha reaccionado y ha dado orden de que lo detengan (que es una mentirosa), el Ministro de Justicia se limitó a decir al Fiscal General del Estado que mirara a ver si había delito. Pero bueno, señor Gallardón, ¿no hizo usted oposiciones a fiscal? ¿No sabe Usted que entrar a saco en un sitio, tomar las cosas ajenas, coaccionar a los empleados e incluso golpearles o amenazarles está dentro del Código Penal? Vamos, yo pensaba que se lo había leído al prepararse lo del aborto, pero quizá no. ¿A qué tanta milonga? Puede decirse que es un caso aislado y que se ha reaccionado, pero no es cierto, no es aislado sino que por permisividad se está dejando hacer diariamente una vulneración de la ley, la ley de la convivencia (como toda ley, que está hecha para la convivencia).

Pero es que luego está el otro, el PSOE; éste ha dicho que es una “barbaridad”, pero no que es un delito, al menos al principio. Ha dicho que no se deben hacer cosas contra la ley, pero lo dice con la boca pequeña y a estas alturas nadie cree a este lobo que llama a la puerta del cerdito segundo, como cuando los curas vascos llamaban chicos descarriados a los asesinos de ETA. El PSOE y especialmente Rubalcaba se lleva pasando todo el mandato del PP hablando de tomar la calle, riendo la gracia a todo el que se encadena (salvo Tita), rompe farolas o se planta ante parlamentos, sedes del PP, etecé etecé; con ese cuento de que hay que “oir a la calle” se ha embreado con la idea de que 10.000 personas en la calle son más pueblo que 10.000.000 de votantes, y que la voz de la calle es la que más grite, o simplemente la que grite, como si los que no gritamos no tuviéramos nuestros cabreos con unos y con otros. Rubalcaba dice su poquito y con la boca pequeña, especialmente porque ahora debe parecer bueno con la que le puede caer por lo de las escuchas, pero en el fondo debe estar encantado con Sanchez Gordillo porque gente así le ahorra tener que mandar SMSs con la “excusa del día” para tomar la calle, y de paso no gasta pancartas. “Cualquier vulneración de la ley es una bararidad…” pues mire, señor oposición, dígaselo a Patxi con las banderas, a la de Andalucía con la insumisión fiscal, a Ustedes recurriéndolo todo ahora para hacerse fotos en el TC para el “yo ya lo dije” y que yo les digo "¿y cuando mandaban Ustedes dónde estaban la pancarta y el abogao?"…

Casi, el que más respeto me provoca es el propio delincuente, que por patético me parece más salvable que el simplemente hipócrita o irresponsable. Él no es de izquierdas ni de derechas, simplemente está malito, pero las izquierdas y derechas sí tienen su culpa. La izquierda porque desconfía de la ley y confía en los hombres para vencerla; la derecha porque desconfía de los hombres y confía en la ley para vencerlos. La atrofia de la izquierda consiste en que sólo respeta la ley que han hecho los hombres de izquierdas, y la de la derecha consiste en que sólo entiende a los hombres que han sido formados en la ley de derechas. Así nos corre el pelo.

El Alcalde de Marinaleda es otra cosa, como el Niño Salvaje de Truffaut. Con su ataque camisardo en Ecija, no deja de ser un trasunto de Los Siete Niños de Ídem, con sus Juan Palomo, Tragabuches, Tempranillo… remedos de Robin Hood enseñados contra el francés pero ensañados contra el español, todos delinquiendo y echando a correr por Ronda, por los pueblos blancos… De Arcos de la Frontera era el Tragabuches, donde ahora ha atacado el Sandokán de Marinaleda, en Ecija dio el Tempranillo su mayor golpe contras las arcas de Hacienda… quizá Juan Palomo –jefe de los Siete Niños de Ecija- atracaba también Supermercados cuando le atribuyen lo del “yo me lo como”.

No sé, pero sí les digo algo que era diferente entre aquéllos tiempos del XIX y los actuales: los bandoleros antiguos acababan siendo empleados públicos, y ahora es al revés, los empleados públicos se vuelven bandoleros. El Tempranillo pasó de ser el terror del monte a ser el terror de sus excompañeros, pues en 1832 se acogió al perdón y acabó de vigilante de caminos junto con el Lero, el Venitas y El de la Torre (miren Ustedes qué moderno Fernando VII, para que hablemos de reinserción de etarras, imagínenlos de empleados de balística en el Ministerio de Defensa, o a los camellos de la droga como aduaneros en Melilla). La mala suerte hizo que en su nuevo trabajo se enfrentara con su viejo amigo, el Barberillo, que lo mató a bala.

Hoy el político hace al revés, de hombre legal se pasa a “maquis de ultramarinos”, y todos los demás riendo la gracia, callando como frutas o cacareando a ver si escampa. Toma nota, Angela, que se supone que eso es romanticismo y algún día cotizará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario