Lo
siento, les pido disculpas.
Hoy han
creado lo del Banco Malo, y quería hacerles un discurso de los míos con
numerosas soluciones que hubieran hecho innecesario dicho banco. Según yo lo
veo, ese banco va a resolver un problema y lo que había que haber hecho -hace
mucho tiempo- era evitar que el problema surgiera; para evitarlo era preciso
que el Estado (más autonomías y ayuntamientos) hubiera renunciado a recaudar un
poquito de dinero para sus bocatas de mitin, muchíssssimo menos dinero del que nos va a costar ahora la
solución.
Pero me
ha entrado mal cuerpo mientras escribía, cada párrafo me sumía más en la
desazón, el señor de Singapur sabe que dedico muchas líneas a escribir
propuestas jurídicas y políticas que resolverían muchos problemas, o al menos
los aclararían. Les prometo que lo del banco malo y la bolsa de inmuebles en
poder de los bancos era muy sencillo de resolver, si éste fuera otro país y no
una cueva de parásitos que todos los días tienen que comer sin trabajar. Otro
día les contaré más sobre esto, hoy me doy media vuelta y me voy a la Isla de
la Tortuga a beber ron con la tortuga, les dejo -y lo lamento por casi todos
Ustedes que no tienen barco para escapar- a merced de su banco malo, sus
etarras, sus autonomías, sus gremlins de romería, sus fantasmas y sus identidades,
sus sectarismos, sus molinos y sus gigantes, sus teorías sobre la educación, su
educación, sus mítines y sus teles, sus ocurrencias de almanaque, sus
Errehaches, su cainismo y su nula convicción, sus banderas y sus pirómanos, sus
informadores, sus deformadores, sus formadores. Ah, y con su futuro.
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