Los gobernantes dicen ahora que la verdadera lacra de nuestra deuda es la parte privada, la de las hipotecas. Han descubierto el argumento perfecto, “la culpa es de la gente por querer tener pisos”.
Primero empezó el Estado con que la parte peor del déficit no era suya sino de Autonomías y Ayuntamientos. Ahora directamente se sale del sector público y carga contra el ladrillo, promotores, compradores tontos, burgueses avaros… Dice que nuestro peor problema financiero es la morosidad en los préstamos y la pérdida de valor de los pisos adquiridos.
Me recuerda a Nerón. Cuentan de él que quemó Roma, y encima echó la culpa a otros (los cristianos) de tal destrucción. Digo “cuentan” porque Suetonio, que vivó a menos de cien años del incendio, nunca lo atribuye a los cristianos sino a que el propio Nerón “no podía soportar la fealdad de los antiguos edificios, la estrechez y la sinuosidad de las calles”. Pero la imagen ha quedado, con la Deborah Kerr en el Coliseo y Ursus en el Spa, como símbolo de un tirano que no sólo arruina a los débiles sino que además les echa la culpa convirtiéndolos de víctimas en criminales. Podría citar también a Hitler quemando el Reichstag y echando la culpa a los comunistas para declararlos ilegales; a EEUU destruyendo el Maine para declarar la guerra a los españoles; a Felipe IV de Francia procesando a los templarios para quedarse con todos sus bienes… no me permitan divagar.
Pero yo digo: ¿Cómo puede Usted, señor político, echar la culpa de la deuda a los particulares? Es cierto que mucha gente no está pudiendo pagar sus hipotecas, pero… ¿por qué ocurre esto? El Estado, para pagar su propio déficit, nos ha empobrecido a todos. Bajo la excusa de que hay que alegrar a la Merkel nos sube los impuestos, baja los sueldos, elimina prestaciones, quita cheques bebé, quita becas, congela pensiones, suprime desgravaciones… en definitiva: se va quedando con todo nuestro dinero, y si no se lo damos por las buenas nos lo quita por las malas porque tiene leyes y sheriffs como en tiempos de Robin Hood; las leyes le dan preferencia, sus créditos van siempre delante, el Estado siempre cobra, nunca me baja los impuestos, siempre me actualiza hacia arriba los catastros aunque los pisos valgan una castaña, nunca me baja la basura aunque yo ya no tenga ni basura que sacar y si la saco viene antes otra familia y se la lleva para comérsela, toda reforma de tarifas es siempre a su favor como en la electricidad, en la gasolina, cuando quiere sube el IVA, luego las retenciones, luego lo demás… Es desquiciante la forma en la que el Estado se va llevando poco a poco el dinero, las monedas, los billetes…que se escapan como antaño se escapaban por las rendijas de la ventana en un anuncio de Tesa Moll.
El Estado se lleva todo mi dinero, y lo que me quedaba se lo lleva la Comunidad Autónoma y el Ayuntamiento, lo que uno me baja me lo sube el otro por cinco, lo que uno me cobraba como impuesto viene el otro y me lo cobra como gran servicio de empresa, más el IVA y más la cuota de mantenimiento y revisión, obligatoria cada dos años y no ya cada cinco, es por mi bien, claro, cómo no verlo.
Si aun así les falta dinero, dejan de pagarme si –por desgracia- soy una empresa que les vendía cosas, les suministraba un servicio. Saben que tendré terror de exigir que me paguen por si me inspeccionan, si me miran la licencia, si sacan del cajón aquél expediente en el que hicieron la vista gorda. Y que aunque les exija siempre aparecerá el típico funcinoario que resolverá a su favor o me pedirá un aval, o el juzgado que nunca me atenderá y si lo hace será a mis nietos. Miles de millones están debiéndose por los poderes públicos, a cuántos están arruinando por no pagar a las gentes.
Ah, y una vez esquilmados para que todos los políticos se hagan la foto con nuestro dinero, y la Merkel les de la palmadita diciendo que han hecho bien los deberes, vuelven sus ojos a nosotros los apestados y nos acusan con el dedo, nos riñen y nos llaman tontos, especuladores, nos dicen que les estropeamos las cuentas, que por qué no pago a mi banco, o Usted al suyo, y que somos unos temerarios que nos hemos lanzado a una compra suicida y antipatriota.
Oiga, señor Estado, ¿quiere ver cómo pago mi hipoteca? ¿De verdad? Pues entonces empiece por pagarme lo que me debía; no me suba los impuestos sobre inmuebles cuando éstos valen la mitad; no me quite más liquidez subiendo las retenciones, no me aumente el impuesto del valor añadido cuando aquí ya nada añade valor; no me cobre ahora más por la luz para pagar los molinillos de dentro de treinta años; no me haga pagar sus fiestorros, los sueldos de sus amigotes, de los emchufados de las Cajas de Ahorros, los días del orgullo de cada quisqui, las campañas de autobombo y las televisiones de autoplacer, si es posible –incluso- déjeme en paz, porque sin Usted yo sí podría pagar. Págueme y yo pagaré a mis empleados, habrá quince familias que comen y pagan sus hipotecas y son felices y tienen comida y piso y el banco que las cobra tendrá liquidez y le podrá luego prestar a Usted, mucho más barato seguro que los mercados de fuera, ¿lo ve? No es tan difícil, basta con tener algo de –no digo sentido común sino- VERGÜENZA.
este escrito provoca mas indignación positiva y ganas de luchar, que los concentrados en las calles, porque es la pura verdad.
ResponderEliminarBueno, todo suma, cada uno en su estilo, (pero gracias!)
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