sábado, 25 de junio de 2011

BILDU Y EL PASADO



   Según parece, uno de los mandamases del Bildu ha dicho que la bandera española y el retrato del rey sobran en las sedes oficiales vascas porque son “como cosas del pasado”. Yo no quiero criticar ahora las ideas de este hombre, entre otros motivos porque no sé si lo que tiene debe llamarse ideas o emociones, pero sí puedo criticar algo que casi siempre me aburre: la incongruencia.

   Resulta patético –ridículo- que un “abertzale” desprecie algo por ser propio del pasado, cuando su único argumento político es la salvaguarda de un pasado épico y falso que se han inventado entre cuatro. Sus mitos son el desembarco del Tubal bíblico en la tierra vasca, la existencia de una entidad que nunca existió de manera política, la pesadilla casposa de un señor llamado Sabino Arana que decía unas cosas que hoy sólo servirían para guiones de “Humor Amarillo”, o la pervivencia de un RH de cuando el meteorito de los dinosaurios. La pena es que estos señores no conozcan algo más de su propia historia aparte de los propios ideo-gluten que les han preparado sus chamanes, ésos sí que son perroflautas cuando repiten como zombies las cuatro frases bobas de siempre, victimistas y fáciles, como si fueran los únicos que han sufrido, los únicos que han sido globalizados, integrados, marginados, qué pena que no conozcan los privilegios que durante tantos siglos les ha propiciado el estar dentro de ese rebaño que tanto les cansa y al que tanto cansan. Qué pena que sus valles sean tan abruptos que hayan dificultado a muchos de ellos el viajar, y qué pena el que a pesar de haber tenido tantos vascos viajeros, geniales, intrépidos, ilustres y cultos, hayan cogido el testigo los más cutres de los ignorantes convirtiendo una historia interesantísima en un panfleto aldeano, y hayan transformado una lengua apasionante en una jaula.

   Se nota que no soy nacionalista, será porque mi barco me lleva por tantos puertos que a ninguno puedo llamar el mejor. Para aquéllos que gusten de protestar contra lo políticamente incorrecto, les ahorraré el gusto diciendo que respeto cualquier idea siempre que no atente contra los derechos humanos y, sobre todo, que no genere sufrimiento gratuito ni incremente la idiotez social; en esa medida, que cada uno se lo aplique y haga examen. Hoy sólo quería hablar de lo del pasado. El rechazo de éste es lógico en Bildu en cuanto a la bandera, dado que la de ellos es mucho más moderna que la española, pero en cuanto a la entidad política les ruego que se aclaren, porque no pueden criticar ese origen antiguo si el propio nacionalismo se basa en la recuperación de una supuesta comunidad Neanderthal previa al Horror Hispánicus. Quisiera saber cuántos científicos de prestigio han votado a Bildu. Cuántos antropólogos. Cuántos juristas. Cuántos historiadores que no hayan estudiado allí mismo.

   Toda esta diatriba sobra, porque a ellos les da igual. Si no te convencen, te gritan, y si te tapas las orejas, te pegan. Chateaubriand dijo que cuando la discusión lingüística no da un vencedor, una de las partes acude a la grosería y contra esa no tiene defensa el alma culta. Menos aún la tiene contra la violencia. Frente a eso, los individuos no tenemos nada que hacer, porque para eso inventamos la ley, la ley de todos, y dimos el monopolio de la fuerza al Estado para hacerla cumplir. Cuando el Estado renuncia a hacer cumplir la ley, los individuos nos podemos retirar a casa y dejar el campo a los groseros. Los mismos que apuraron al máximo los recursos legales para poder presentarse, ahora están incumpliendo las leyes de banderas, las que impiden ensalzar a terroristas y usar los medios públicos para actos ilegales, las que proscriben las coacciones, los insultos, las que prohíben proponer referéndums ilegales, etcétera. El Tribunal Constitucional no les ha parecido del pasado cuando les ha dado la razón para poder presentarse, qué casualidad. 

    Aun así, reprocho muy poco a Bildu y al Tribunal Constitucional sus incongruencias. El primero hace lo que ya se sabía que iba a hacer; el segundo ha actuado en una fase muy inicial del problema y no puede arreglar lo que otros dejaron borroso para quedar guapos en el BOE. Mi reproche es mucho mayor contra Gandalf Rubalcaba como ministro competente incompetente, contra su amigo Sam Pepiño Blanco que dice que si se hace algo ilegal habrá que aplicar la ley (Señor Blanco, ya lo están haciendo, y Usted no hace nada salvo el Don Tancredo), a los cientos de fiscales, al Fiscal General del Estado, a los miles de políticos y funcionarios del PP y del PSOE y de todos los demás partidos electos que son autoridad y podrían iniciar acciones penales por lo que ya están haciendo hoy mismo. Todos esos señores “podrían” estar cometiendo un “presunto” delito de prevaricación, por permitir que se esté incumpliendo la ley y no ejercer sus funciones para hacerla cumplir. Como no lo hacen ni tienen intención, siguen desviando la atención sobre el Señor Pascual Sala y los otros del TC, como si después de su brillante intervención no se estuvieran produciendo docenas de situaciones que permitirían solicitar la ilegalización de las personas y de la entidad triunfadora. Centrar la atención sólo en el TC es como echar la culpa de los crímenes nazis al sastre que le hizo el primer traje a Hitler. También podría decir que son culpables de la situación los millones de españoles que podrían denunciar estas cosas, pero claro, viendo cómo ejercen la defensa de la ley los encargados de hacerlo, cómo puede alguien animarse a abrir ese melón sin temer que le salga del interior una serpiente con un hacha.

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