lunes, 13 de junio de 2011

LOS INDIGNADOS, LA RETIRADA DEL AVENTINO Y EL MANIFIESTO DE LOS PERSAS.

Indignado estoy yo, o lo estaría si viviera en tierra. Parece que se van los Acampados hijos de Eva, una vez derrochado su capital de empatía, consumidas las rebanadas de tulipán que les prepararan sus madres, y sufrido –desgraciadamente para ellos- el bautismo de fuego de hurtos, tocamientos y decepción.

Los sociólogos se lo van a pasar bomba analizando el proceso, qué ha pasado, en qué ha quedado, dónde están los líderes, que hay de su programa, había o no antisistemas… A mí no me da la neurona para tanto, así que me limito a recoger cosas que me dicen los pescadores de costa al ir a hacer la aguada.

La mayoría de la gente parece ahora indignada con los indignados, especialmente la que ha tenido que sufrirlos. Hablan de pérdidas millonarias en el comercio, en horas de sueño, en turistas que se han espantado… Parece que los jóvenes –y no tan jóvenes- se han leído muy bien sus derechos, los que lo son de verdad y los que sólo son principios rectores de la vida socioeconómica según la Constitución, da igual, todo lo que esté es invocable… Sí, pero ninguno hablaba de sus obligaciones, que se las han saltado todas a la torera, generando un perjuicio grande al resto del pueblo en cuyo nombre decían hablar. Lo cierto es que, con independencia de que se hayan sumado a la juerga los okupas, los anti, los borrokas o los fumatas, de la crítica no se van a salvar ni siquiera los becarios empollones ni las estudiantas con máster y lona de Sol. Hace 18 años y está en la prensa, unos 10.000 madrileños votaron para que su plaza de Sol estuviera bien fermosa con la estatua de Carlos III, y ahora son otros pocos miles los que la han llenado de liendres, papeles sucios y váteres, no hay más que ver el desalojo que parecía el Saqueo de las Favelas o el Incendio del Borgo de Rafael.

En Roma, cuando los plebeyos se indignaron por la discirminación que sufrían de los patricios, allá por el 493 antes de Cristo, se retiraron al monte Aventino. Es éste una de las siete colinas de Roma. Desde entonces se llama “retirada del Aventino” a todo gesto en el que una facción política descontenta rompe la baraja y decide representar su fastidio. Hoy le llamaríamos “político-performance”. Querían ser defendidos por un tribuno, y ser respetados en las tomas de decisiones de las que eran marginados. Dijeron que no bajarían del monte hasta que les dieran lo que pedían, es decir, bajarían del Aventino cuando las concesiones les bajaran la indignación. El ínclito Meneio Agripa sirvió de mediador y al fin descendieron, llamaron a los autobuses de Fomento y cargaron los sofás Chippendal de la abuela, las mecedoras Tonet y los microondas Acme, aparte de las moquetas tiradas de la Navidad de calle Preciados. Los de ahora no han tenido el detalle de retirarse a ningún sitio fuera de nuestra vista, o de encerrarse al menos como hicieron en el Jeu de Pomme en los Estados Generales de 1789 hasta que se votara por persona y no por estamentos, aquí se han rebelado en el patio de nuestra casa, y los encerrados hemos sido los demás y los comerciantes.

Me río del fin cutre de la peor parte del Movimiento, no del Movimiento. Respeto a ésos que ahora están en su casa callados, mirando en la tele cómo otros van a que les peguen para enseñar la marca, para delinquir en la puerta del Congreso cuando está prohibido manifestarse ahí, para delinquir insultando a políticos, para delinquir desobedeciendo a polícías… de todos esos delincuentes me río porque es lo único que puedo hacer ya que nadie les detiene.

Y con esto me pregunto, ahora sí, quemando la neurona solitaria, lo siguiente: ¿Por qué no ha hecho nada ninguna autoridad? Yo no me indigno con el que se salta la norma –si parece que no da para más-, sino con aquél a quien pago para que me proteja cuando esto ocurre. ¿De qué han tenido tanto miedo todos los alcaldes, autonómicos, ministrillos y derrengados del Gobierno? Parece que esperaban que se acabara por sí sóla la manifa, sin darse cuenta de que esto va a más porque tras la Revolución de los Privilegiados viene siempre la de los Exaltados, como en toda marea política, hasta que llega finalmente la de los Moderados y culminación en Poder Personal (sea Napoleón o Stalin, siguiendo el modelo ”Rebelión en la Granja”).

Pues no. Así que para eso pagamos autoridades, polícías, coches patrulla, calabozos… es indignante que toda una ciudad tenga que estar sin seguridad porque hay doscientos luttieres de cacerola que absorven a quinientos policías las 24 horas. Ya sé que el Papa gasta también cuando visita y que el Real Madrid –Barça gasta más aún, pero no es el tema, aquí hablamos de ilegalidades. ¿Es que la autoridad estaba esperando a que el pueblo se hartase y clamase por las porras?

Eso me lleva a la última reflexión, la de “El Manifiesto de los Persas”. Es éste un documento que fue presentado a Fernando VII en Valencia, en Mayo de 1814, tras el regreso del monarca al finalizar la Guerra del Francés. Los conservadores le pusieron en bandeja la anulación de la Constitución de 1812, argumentando que los Persas antiguos dejaban siempre cinco días de anarquía a la muerte de un rey para que la gente recibiera con alivio la autoridad absoluta del nuevo. Fernando VII aceptó el paralelismo de la anarquía persa con la aventura liberal de Cádiz, y lo anuló todo, entre aplausos de muchos y estupor de otros. No sé si Rubalcaba, Gallardón, Rita, Espe, Más, y tantos otros, estaban esperando que la gente les suplicara que sacaran los tanques a la calle para no ser tachados de políticamente incorrectos, pero lo cierto es que lo parece. Ni siquiera ha habido un Menenio Agripa para que mediara como en el Aventino. Al final, “mis” autoridades recibirán la misma crítica que se hacía a los disidentes antifranquistas cuando les decían que Franco no se fue porque lo echara nadie sino que se murió en la cama; igual han hecho los Indignados Ilegales de la Rue, que se han ido no cuando la autoridad ha hecho valer la ley sino cuando ellos mismos se han llevado su cama. No me extraña que la Merkel





3 comentarios:

  1. Te leo, Corsario, pero ando tan mal de tiempo que no puedo ni comentar algo mínimamente coherente. Interesante leerte, eso sí -también cuando hablas de historia y de Trafalgar, asuntos sobre los que tengo mucho que aprender-.Buenos artículos de tu cosecha.

    Cicero

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  2. me parece que ante verdades tan contudentes sobran comentarios, acertado y bien reflexionado usando acontecimientos de la historia para que los conozcamos, quizas como los politicos no conocen la historia la vuelven a repetir.

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  3. Sí, a veces yo creo que la Historia sirve para algo, al menos para que no parezca quee estamos descubriendo la sopa de ajo.
    Cícero, ésta del Aventino iba también un poco por tí, me alegro de que sigas con la antena puesta.
    Zarafín.

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