miércoles, 15 de junio de 2011

GLENN GOULD Y BACH. UNA HISTORIA DE AMOR.

 
Algunos viciosos del Youtube han (hemos) descubierto las imágenes cincuentenarias de Glenn Gould interpretando a Bach en un piano Steinway. Las imágenes circulan veloces como una bacteria buena en la red social, haciendo felices a muchos, a mí por supuesto y sin reservas.

Leía en el periódico del Domingo una reseña sobre la reciente publicación de unas 140 cartas de Glenn Gould. ¿Quién es? Yo no lo sé, no soy de los que presumen de conocerlo de toda la vida, así que cuéntenmelo Ustedes. Realmente me da igual, me sobra lo que veo.

Gould es una especie de niño prodigio canadiense que según Wikipedia nació en 1932 y según su madre –suponemos- en un día hermoso. A la vista de lo aparente, es un artista de ésos que llaman mediáticos, amados por la cámara y por las productoras, especial para muchos y populista para otros, una especie de divo magnético al margen de su calidad como lo que en su momento pueden haber sido Leonard Bernstein, María Callas, Andy Warhol o, para los más castizos, Curro Romero o Lola Flores.

De la reseña en papel me quedo con una frase que dijo, algo así como que “lo que más me motiva es tocar sin público”. Esa es para mí la clave de su atractivo: parece que sólo le importa su relación con el instrumento, con la música, abstrayéndose de todo lo que le rodea. Especialmente con Bach. En esa medida, lo que presenciamos cuando le vemos tocar es una especie de rito, de cortejo amoroso como el de dos caracoles húmedos o dos leones marinos, es casi una intromisión impúdica asistir silencioso a esa escena celestial en la que un artista se comunica con la obra. Sólo cabe estar callado ante tal momento taumatúrgico y dejarse curar por él, porque nada malo nos puede ocurrir en su presencia.

Frente a ese fenómeno, me parecen irrelevantes los juicios que veo vertidos en ciertas críticas: que si no es acertado tocar a Bach en el piano, que si es un maniático, que si vuelca su ego en la pieza… Miren, todo eso se lo podemos decir a otro, pero no a éste. Dicen que preguntaron a Einstein por la velocidad de la luz, y que él contestó: “No sé, eso pregúnteselo usted a un bachiller”. El periódico da cobijo a aquellas críticas, recordando que frente a los rigores historicistas de Nicolaus Harnoncourt y el apego artesano de Gustav Leonhardt (maravillosos, por cierto), aparecen figuras como la de Gould que se saltan a la torera ciertos rigores musicales, especialmente al tratarse de Bach al que el piano le venía muy posterior. Yo no estoy muy de acuerdo, si se me permite hablar como lego. Es cierto que en tiempo de Bach no existían los pianos que vinieron después, pero también es cierto que la música de Bach es lo más “anti-instrumento” que existe, pues muchas veces ni siquiera él decía para qué instrumento componía, y que su obra es tan cósmica que resiste cualquier transposición instrumental. El mismo Bach sentía mucho interés por las novedades técnicas, y buena prueba de ello es que -ya anciano- en Mayo de 1747, al visitar al Rey de Prusia Federico II, éste le pidió que probara los nuevos pianos (pianoforte) Silbermann que acababa de recibir; el rey improvisó un tema en uno de esos pianos, y Bach lo siguió sin problema alguno, hasta el punto de que a los dos meses el rey recibía una partitura como regalo de Bach conteniendo un puñado de variaciones marcianas sobre dicho tema, y que es por todos conocido como “La Ofrenda Musical”. Si Bach viviera hoy, tocaría en su clavicordio y también tendría un programa informático supernovedoso para hacer la música más vanguardista que nadie hubiera imaginado.

El párrafo anterior sobraba, si lo prefieren así. Lo importante es que a veces la vida nos ofrece el espectáculo de un artista enamorado, y en tal caso no hay que mirar más allá, sino dejarse arrebatar por las migas que nos deja recoger.

4 comentarios:

  1. Estás hecho un hereje, Corsario. Como te pille por banda un historicista te va a dar estopa. Si es que vas provocando, Glenn Gould es la bestia negra del historicismo.

    De todas formas, entiendo lo que quieres decir, el hecho del talento innegable de Gould aunque el piano sea un instrumento anacrónico para Bach. Yo me quedo con Harnoncourt porque me parece insuperable por su rigor, su técnica y su pasión por lo que hace. Su labor como director ha sido enorme y nos ha descubierto El Barroco.

    Ciertamente, en su contexto, y aunque Gould tocase un instrumento anacrónico, su labor también es enorme como ianita excepcional y lo importante es saber disfrutarlo. Al fin y al cabo el piano es un instrumento noble, y más si hablas de un Steinway. No es lo mismo que si lo tocase en un sintetizador y le pusiera batería y efectos de bakalao.

    Lo de Bach y tal mejor lo dejamos. Yo creo que Bach compuso esa música por su talento y por la época en la que vivió. Tenían menos medios, pero sabían aprovecharlos mejor, tenían tiempo y poco ruido, pocas distracciones que los desconcentrasen. Actualmente, con tantos medios técnicos como hay es posible que grandes talentos se desaprovechen porque no hay un gran trabajo de fondo. La profundidad de Bach, de Beethoven, de Mozart, Wagner, Handel etc. sólo es posible en el trabajo y el silencio, lo que ahora tanto falta. Hay sintetizadores potentísimos, pero para aprender a tocar bien el piano hace falta el tacto de un piano de verdad y la concentración.

    Saludos

    Cicero

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  2. Hola Cícero, encantado de verte por aquí con tiempo otra vez. Me gusta lo de hereje, aunque creo que he puesto clarito que son maravillosos Harnoncourt, Leonhardt, y tantos otros que nos han enseñado a oir las cosas tal como se copmusieron. De hecho, puestos a ser puristas, me gustaría oir -por ejemplo- la Pasión según San Mateo tal como la oyó el propio Bach, que nunca la oyó como noostro s ahora ni con Harnoncourt ni con nadie, pues leyendo sus propios escritos vemos que nunca dispuso de un mínimo grupo decente de cantores en ¿Santo Tomás? de Leipzig y se quejaba mucho de eso.
    Creo que coincidimos: hay que poder disfrutar de cada cosa a su manera, con lo bueno de cada formato, sabiendo ponerlo en su justa medida, sin sobrevaloración y también sin desprecio inmerecidos.

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  3. Muy bueno!
    Yo creo que Glenn no sólo fué (y seguirá siendo a través de sus grabaciones) un pianista genial, sino una de las personalidades mas importantes que ha dado el siglo XX.

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  4. Bueno, Ezequiel, parece que tú lo conoces muy bien, así que tomo nota de lo que dices.

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