viernes, 26 de noviembre de 2010

DEL "¿QUIÉN HA SIDO?" AL "¿CUÁNTO HA SIDO"?

En el año 240 a.C., Cartago conoció una revuelta terrible y sangrienta que fue llamada “La Guerra de los Mercenarios”. Cartago acababa de ser derrotada en la Primera Guerra Púnica, y los miles de soldados a sueldo que habían luchado a su favor estaban acampados a las afueras de la ciudad, esperando sus pagas.  Giscón fue el enviado por la urbe para intentar engañar a los mercenarios y regatear sus haberes, dilatando la solución hasta exasperar a las tropas. Finalmente, éstas se hartaron de sentirse estafadas, y sus líderes Espendio y Mato se alzaron en armas. Entonces Cartago reaccionó, y consciente de que la situación se le escapaba de las manos se ofreció a cumplir las condiciones iniciales, e incluso mejorarlas, pero ya era tarde: los mercenarios ya no confiaban en nada que viniera de Cartago; retuvieron a Giscón y le dieron una muerte odiosa, iniciando una cruel guerra.

En España está sucediendo lo mismo. La desconfianza hacia nosotros está pasando de ser racional a ser emotiva, y el pánico llama a la puerta desplazando a la verdad. Si a alguien no le gusta esta afirmación puede llamar antipatriota al The Economist y a tantos extranjeros a quienes espantamos y nos deje en paz a los de casa, que sólo queremos respirar. Nuestro Gobierno ya parece Cartago: hace tantas bobadas que ya ni cuando dice lo correcto genera confianza, porque la gente piensa que sólo atina por casualidad -como el burro de la flauta- o por las llamadas de Obama, y que cuando ZP cuelga hace como Penélope, que deshacía de noche lo que de día avanzaba.

Ahora ya nos preguntan que si nos estamos callando datos. Como la madre que pregunta a su hijo “¿Qué escondes ahí?” cuando le ve con las manos a la espalda. Lo dice G.Pons a su manera, pero también Almunia, y los griegos, irlandeses, alemanes, franceses… El Gobierno que llegó al poder clamando por la verdad del “¿Quién ha sido?” en unas jornadas de locura colectiva se encuentra ahora en la misma situación cuasineurótica con el “¿Cuánto ha sido?”, pues nadie se cree ya sus cuentas ni aunque fiche de ministro al nieto de Pitágoras. Menos mal que aún quedan temas como la Cruz de los Caídos, los cónyuGÜes imputados de Leire, el fémur de García Lorca… lástima lo del Papa y los preservativos (un tema menos). De la reunión con los 37 empresarios ni hablemos, que suena a aquellas cenas que hacían los emires de Damasco cuando querían cargarse de un golpe a los Omeyas y los invitaban a cenar, o la matanza de Roger de Flor y casi todos sus jefes en el banquete imperial de Adrianópolis.

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