martes, 27 de diciembre de 2011

¿500.000 MILLONES PARA LOS BANCOS? (II. EUROPA, INDICE Y CORAZON)



Nos debatimos entre la Europa de los Indices y la Europa del Corazón. Luego les contaré un chisme sobre esto, pero ahora hablemos de economía, porque voy a dar algún dato más que se añade a lo de ayer.

Hablábamos del regalito del Banco Central Europeo a los bancos: 500.000 millones de euros hace unos días (regalo en forma de subasta de dinero, entregado al 1% anual a 3 años). La operación me parece un escándalo, y me encanta ver que algunos en la prensa piensan lo mismo. Miren: el BCE presta a los bancos dinero al 1%, y los bancos con ese dinero compran deuda pública que les será retribuida al 5, 6 o 7%. El negocio es redondo. La redondez se matiza al decir que, para entrar en la subasta de ese dinero, los bancos han tenido antes que retratarse un poco adquiriendo bonos ICO, FROB... (en el caso de España, pero poca cosa: apenas se han colocado unos 5-6.000 millones del ICO, y algo más, y que encima deberán ser devueltos al 4% con nuestro dinero).

Yo me pregunto donde está el negocio... para nosotros, los que no somos banco. Con ese dinero que reciben ahora, el Banco de Sabadell podrá pagar la CAM, y el Popular podrá por fin hacerse con el Banco de Valencia, etc. En fin, el MONOPOLY sin pasar por la casilla de la CARCEL. ¿Que por qué aceptan eso los Estados? Supongo que 1) porque son tontos; 2) porque están dominados por los bancos mismos; 3) porque de paso se liberan de parte de sus problemas de Cajas de Ahorros, préstamos públicos dudosos...; 4) alargan el problema al semáforo siguiente esperando que cambie el viento; 5) les da igual porque no lo pagan ellos ni van a perder sus sueldos; 6) consiguen un alivio de semanas que les viene muy bien para hacerse fotos.

Hay algo más. Este MEDIO BILLÓN entregado a los bancos ahora, es “casualmente” una cifra muy parecida a la deuda de MEDIO BILLÓN que en el primer trimestre del año 2012 tienen que colocar los países europeos más fuertes (Alemania, Francia, Italia y Bélgica). De ese medio billón, unos 170.000 millones deben colocarse, también “casualmente”, justo en este mismito Enero de 2012. ¿Les suena a algo? ¿Quién iba a poder comprar toda esa deuda si no se les daba antes el dinero? Bueno, de momento hay cuatro gobiernos que se salvan, justo los que más mandan.

Dicho de otra manera y ojalá me equivoque: los grandes de Europa han abierto la mano del BCE con lluvia de millones para enchufar su propia deuda, y dejando las migajas para que los bancos hagan algo de negocio.

Queda fuera REINO UNIDO, claro, pero es que ése se ha salido del rebufo, y pienso que ahí está un poco la clave de todo. No sé por qué, coinciden dos cosas: a) la salida de tiesto de UK en la última cumbre, no queriendo saber nada de Euros ni medidas, y b) el gancho de derecha de Francia y Alemania, que le han dicho a Cameron: “¿Ah, sí? Pues mira lo que te pierdes ahora por listo: nos vamos a sacar 500.000 millones para nosotros solitos; la próxima vez te lo piensas dos veces”. Algo me huele todo esto a rabieta Zarcosyana y Merkelúcia para hacer ver a la Inglaterra quién tiene aquí el poder de salvarnos o de arruinarnos. Puede leerse también en la prensa económica que precisamente en estos días está presentándose y aprobándose en Gran Bretaña una reforma del sistema financiero que tiende a resolver sus problemas internos para no depender más de las veleidades continentales ni ultramarinas... ¿Será que todo en el fondo es una pelea de bancos? “Allá van leyes, do quieren reyes”, que decía el imaginario castellano, y que ahora habrá que cambiar por el “Allá van reyes, do quieren bancos”, como en los mejores tiempos de Carlos I y los Fugger o de Francisco I y los Médici.

Esta entrada se titula, en segundas nupcias, como “Europa, INDICE Y CORAZON”. Al comienzo les he dejado una frase sobre esto, pero era una trampa, para luego llegar aquí. Los índices no son los del IPC, el IBEX, o el Nasdaq, ni el corazón es el alma de Da Vinci, Luis Vives o Erasmo. Me estaba refiriendo a algo más pedestre: índice y corazón son el nombre de dos dedos de la mano, concretamente los dos dedos siguientes al pulgar. ¿Qué por qué hablo ahora de esto? Les sugiero que miren en Internet, si aún la pillan, la portada de THE SUN de 10 de Diciembre de 2011, correspondiente al día posterior al portazo británico a los acuerdos europeos sobre el euro (http://www.thesun.co.uk/sol/homepage/news/politics/3990486/Euro-crisis-Britain-stands-alone-after-David-Camerons-historic-veto.html.). Verán una foto del Premier Británico Cameron con el sombrero bombín de Churchill y haciendo un gesto con la mano: muestra el puño cerrado salvo los dos dedos índice y corazón, que están alzados formando una V que mira al propio Cameron y no al espectador (como es lo habitual en el signo de la victoria).

La foto, por supuesto, es un montaje, como todo en el siglo XXI, pero tiene mucho sentido, al menos para un británico y para un francés. El bombín, por supuesto, recuerda al Churchill de la resistencia frente al ogro europeo que entonces fue Hitler y que hoy sería la mezcla de Merkel y de Sarcozy haciendo de Petain. El gesto de los dedos es un desafío, que viene de muy lejos, concretamente de la Guerra de los Cien Años. En aquellos tiempos, de mitad del XIV a mitad del XV, los ingleses comenzaron la guerra presentándose en suelo galo y causando estragos en las filas francesas de una forma tan aplastante como viene haciendo el último Barcelona cuando se planta en el Bernabéu. La flor y nata de Francia se vio aniquilada en diversas batallas sucesivas, de las que las más llamativas fueron las de Crecy y la de Agincourt. ¿Cómo ganó Inglaterra tan fácilmente? Gracias a los arqueros. Los ingleses habían desarrollado una maestría pasmosa en el manejo del arco largo, de unos 2 metros de longitud y flechas de 1 metro (todo aproximado y con variantes, con origen real en el arquero galés), de madera de tejo, de adiestramiento lento que exigía mucha fuerza y aprendizaje durante meses y años. Tener a un pobre bretón practicando con el arco durante meses era muy costoso porque entre medias dicho inglés tenía que comer y si podía vivir, así que tal fuerza de choque sólo podía estar a la altura de unos pocos o de uno, el rey. Por ello constituyó una fuerza muy difícil de igualar.

La dificultad era también ideológica: Francia se consideraba a sí misma (como siempre) la cuna de la caballería, y despreciaba a los arqueros que provenían de la plebe. Sí, sí, hasta que docenas de francesitos a caballo, pimpollos engalanados al galope sobre sus bestias perfumadas, cayeron atravesados por una cortina de flechas diabólicas que cada pocos segundos caían sobre sus monturas y sus pechos, dando con todos en el barro muchos metros antes de alcanzar la línea enemiga. A lanzazos y hachazos acabó la plebe inglesa con tanto señorito hundido en el suelo como si fueran calabacines. Fueron los primeros tiempos, antes de que llegara Juana de Arco, Gilles de Rais y toda la mística de San Dionís. Europa se horrorizaba del mecanismo perverso, aunque admiraba por otro lado la apuesta inglesa de jugarlo todo a un tiro de arco, y sin llegar al espanto que causaba la ballesta –que por ser máquina contraria a la honra del combate humano resultó condenada por el Papa-. Cuando Steinbeck nos cuente a su manera los Hechos del Rey Arturo, estampará en su libro una escena siniestra en la que un caballero pasa de largo junto a unos sujetos que practican con el arco, y no entiende por qué tanto empeño; se le contesta que se fije bien, porque esos arqueros dirimirán el futuro.

Todo esto viene a cuento de que los franceses, cuando capturaban un arquero -o por derivación a cualquier soldado- de la Inglaterra, le cortaban esos dos dedos, el índice y el corazón de la mano derecha, porque eran los necesarios para tensar el arco. Era lo más humillante que se le podía hacer a un prisionero de las islas. En sentido contrario, cuando un inglés quería ofender a un francés, le enseñaba esos dos dedos en gesto significativo de que tenía la capacidad de acabar con él de una forma humillante. La imagen de Cameron en The Sun es, por este motivo, una pequeña obra maestra del arte gráfico, por todo lo que cuenta en un sólo chispazo de blanco y negro, y a mí me ha servido para hablarles de Burgundia, Reims y Chretien de Troyes. Quizá para Cameron y Sarcozy, todo esto de los 500.000 millones siga siendo un capítulo más de su Guerra de los Cien Años, haciéndose gestos de fanfarria y chulería, con Alemania como invitada intentando colar a los Nibelungos y Rajoy como monosabio para cuando la bestia se rebote.

2 comentarios:

  1. Ya, ya, no me hace falta ver la foto. Por el título ya había caído yo en el modo tan glamouroso que tiene usted de cortar mangas. Capto su estilo. Si no fuera corsario, sería modisto de alta costura. Un Valentino o algo así.

    No me recuerde usted a los arqueros galeses, que el diablo confunda. Se cargaron a casi todos mis antepasados, y a poco no me dejan con qué nacer.
    Pero bueno, al final ganamos, oiga. Tanto arquero para nada.

    Ay, pero hable, hable usted de mi adorado Chretien de Troyes para equilibrar la balanza y olvidar a la Europa de los índices y el corazón.

    En cuanto a las respuestas a su pregunta de por qué aceptan eso los Estados, supongo que con la primera respuesta es suficiente. Las demás vienen a ser una consecuencia de la misma.
    Es como aquello de por qué no sonaban las campanas, y había siete razones, pero la primera era que no había campanas.
    O sea, que de donde no hay no se puede sacar.

    Bueno, monsieur, tómeselo con calma. Feliz tarde

    Bisous

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  2. Madame,

    Me halaga en exceso vuestra comprensión, y el gusto por Monsieur de Troyes. Se nota que sois mujer habituada a la Corte.

    Me alegra ver que los galeses dejaron a algunos de vuestra estirpe, y que ello nos permite hablar hoy de lo que ocurrió hace unos... cuatrocientos años.

    Pero no seais tan dura con el Estado, aunque carezca de campanas: llegará el día en que el Tercer Estado se haga con el poder, si triunfan las ideas del Abate Sieyes, y veremos entonces a las luces acabar con tanta estupidez estatal fruto de la ignorancia y de la sombra.

    Mientras tanto, os haré caso y disfrutaré de la calma con las partituras para flauta del Señor Rousseau que me ha mandado mi agente de la Rochelle.

    Muy atento a vos,

    Zarafin.

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