sábado, 17 de diciembre de 2011

LA LOTERÍA, EL TURRÓN, Y LA HUELGA DE LA AVIACIÓN (O “EL CLÁSICO”).



Desde hace unos años se ha dado en llamar “El Clásico” al partido de fútbol entre Real Madrid y Barcelona. La verdad, no sé por qué. Desde pequeñito tengo en la cabeza la definición de ”clásico” y ésta no obedece a ningún enfrentamiento ni a nada que se haga en calzones.

La definición la guardo de aquellos tiempos en que había libros. Debo a la editorial Bruguera las lecturas maravillosas de algunos textos de Tirso, Victor Hugo, Goethe... En su colección “Libro Clásico” incluía en un cuadradito de la contraportada la siguiente definición: “CLASICO: Dícese del autor o de la obra que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier literatura o arte. (Diccionario de la Real Academia Española)” Les confieso que a veces he dedicado casi tanto tiempo a leer esa definición como al contenido del libro. De aquellas manías viene el que ahora pueda contarles esto.

Sobre el fútbol se hace mucha literatura, y en ocasiones es un arte, pero de ahí a que sea considerado como digno de imitar en los partidos Madrid-Barcelona... No sé, yo lo que recuerdo son los dedos en el ojo, las patadas, las lesiones simuladas, el porquéporqué, las cabezas de cerdito en el césped, los insultos racistas, los insultos raciales, la lunas rotas, las crispaciones de patio-cárcel, los latiguillos politizados, las peleas de minuto 87, las filípicas a los árbitros antes de un partido y las catilinarias a los árbitros después de un partido... ¡Vaya! Si esto es el modelo digno de imitación, ¡cómo será el modelo que hay que evitar! Sí, a veces hay alguna jugada, pero qué menos podíamos exigir a dos equipos que entre los dos adeudan –me parece- unos mil millones de euros.

En realidad, con la palabra “clásico” aplicada al Madrid-Barça/Barça-Madrid lo que están queriendo decir es que ya se ha convertido en una referencia de nuestras vidas, no sabemos estar sin ellos. En tal caso podríamos admitirlo, pero yo creo que habría otras muchas cosas que ya forman parte de nuestra existencia y que merecerían mucho más el calificativo de “clásico”. Sin ir más lejos, y ya que estamos en Navidad, tenemos a la vista el GRAN CLÁSICO DE TODOS LOS AÑOS: LA HUELGA DE LA AVIACIÓN. He puesto en el título la Lotería y el Turrón para disimular, porque yo a donde quería llegar era a la huelga. Vamos, he seguido el modelo Urdangarín de poner dos cosas de relleno junto a la de verdad, como cuando se presentan tres presupuestos a la aprobación de una Administración Pública.

Este año la huelga no es de controladores. Qué pena porque ya no saldrá en la tele el chico rubio ése que los defendía y que tanto gustaba a las señoras (Ah, no, que dicen que ya no salía). Ahora es de pilotos. De IBERIA, que es una compañía aérea. Parece que los pilotos están enfadados porque Iberia va a formar una Serie B para trayectos cortitos y les va a hacer un “puenteo aéreo” para sortear sus derechos laborales. Parafraseando a Shakespeare y a los catalanistas de anteayer, diremos que algo huele a podrido en los hangares, porque nadie apoya esta huelga salvo ellos mismos. Los tripulantes de cabina no se suman, nadie aparte de los pilotos, lo que nos hace pensar que su interés va a ser difícil de explicar. Si su postura no genera adhesiones entre sus propios compañeros de Aterriza como Puedas, ¿cómo van a esperar que los demás los toleremos?

Pero a ellos les da completamente igual, y aquí es donde la anécdota pasa de coyuntural a estructural y se eleva al Olimpo de lo “Clásico”: empieza a tener vida propia, se produce con o sin impulso humano pues adquiere marchamo divino, fatídico de fatum, en Dinamarca o en Torrejón de Ardoz. En las mentes de los españoles ya se ha insertado a fuego la convicción de que en Navidad tendremos huelga de aviones, la convoque Agamenón o su porquero. Eso no sería muy grave dado que las mentes de los españoles ya no son de interés salvo para Richard Atenborough (el de los documentales de la 2 sobre insectos), pero lo malo es que en las mentes de los extranjeros también se está convirtiendo en un clásico: todo bárbaro que imagine España ya sólo visualiza dos palabras: Sol y Huelga. Y eso sí que puede generar muchísimo daño a miles de personas y a toda nuestra economía que hoy vuelve su vista al turismo como clavo ardiendo.

El hecho es en sí lamentable, se mire como se mire. A partir de cierto momento –yo creo que ya se ha producido- vamos a dar por hecho que en toda Navidad Española habrá huelga, aunque luego no la haya. Es más, me parece que cuando no se produzca la echaremos de menos, como echaríamos de menos una Navidad sin Lotería y sin Turrón. “No es lo mismo”, diríamos, y alguien añadiría: “¡Cómo se pierden las malas costumbres...!”. 

Sobre esto, pase lo que pase, sólo les digo una cosa puramente personal: a veces un corsario debe demostrar fiereza, y hoy lo voy a hacer. Voy a lanzar una advertencia a todos aquellos que se atrevan a entorpecer o siquiera ensombrecer el viaje navideño de Mademoiselle de la Gouttelette (Marquise de Saint-Andres de Laplage aux Pharenchant des Mers), que está a punto de partir. ¿Lugar? Ni yo lo sé, pero desde hoy declaro su viaje bajo protección, tengo espías en muchos puertos y cualquier incidencia me llegará en pocas mareas. De Ustedes muy pocos conocerán al Capitán Toni Barceló, mallorquín, que con sus lanchas cañoneras asustaba a todos los bandidos del mar balear y a los siervos de la Inglaterra en el asedio de Gibraltar (¡si le hubieran dejado a él...! pero claro, era plebeyo, demasiado plebeyo). Pero seguro que ninguno conoce al corsario de Benidorm Alférez de Fragata Don Juan Bautista Pérez. De él aprendí una frase que nunca sabré si iba en serio o era fanfarronada, pero el caso es que le sirvió para apresar a un inglés del mar. Le dijo que “o se rendía inmediatamente o tenía en la bodega ducientos frascos de fuego para inundar su cubierta”. Pues bien, llevo a bordo ducientos frascos de fuego, para el caso de que el clásico de la huelga de aviación perturbe del modo más mínimo a Mademoiselle de la Gouttelette, cuya historia y peregrinaje no es objeto de mi incumbencia pero sí su afán y calma, por secretos designios que no cabe revelar sin poner en peligro los planes del Rey. Avisado queda.

3 comentarios:

  1. Pues mire, andaba yo pensando en cosas que se puedan hacer en calzones y se me fue el santo al cielo. Al final no recordaba que en el título ponía lo de la huelga de aviación. Aunque según lo leí pensé que usted lo ponía porque aviación rima con turrón. Por puro sentido de la armonía, vamos. Creí que era usted uno de esos corsarios que encuentra poesía hasta en las huelgas de Iberia (lo cual sigue siendo posible, por supuesto).

    Bueno, como le decía, de los calzones pasé a lo de Bruguera, y confortada por el cálido recuerdo volví a olvidarme de lo de la huelga. Y eso que lo que no recordaba era el texto del cuadradito en cuestión. Debe de ser que no lo leí tantas veces como usted. Es curioso que le atraiga tanto el párrafo. Cosas de corsarios, supongo.

    Sobre el fútbol no sé qué decirle, porque no entiendo nada, sean partidos clásicos o no clásicos. Ahora bien, su descripción, comenzando por los dedos en el ojo y terminando por las catilinarias, casi logran convertirme. Visto así...

    El que salía cuando la huelga de controladores no estaba mal, no. Pero su profesión le restaba muchos puntos. Queda descartado.

    Sobre la nueva huelga no voy a decir nada, porque si lo hiciera me temo que dejaría de ser una dama, porque las damas no juran en arameo, y eso sí que no. Antes muerta. Supongo que a usted le daría la misma rabia dejar de ser corsario.

    Demuestre, demuestre usted fiereza, no se corte. Son cosas que favorecen a su profesión.

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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  2. Uy, qué largo me ha salido. Glups!
    Usted perdone. No era mi intención hacerle pasar la navidad leyendo mi comentario.

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  3. Estimada Dame Masquée,
    me gusta encontrar la poesía en cualquier cosa, hasta en las huelgas, pero prefiero buscarla en los bloggs como el de Usted, que me consta que la atesora con tremendo esmero.

    Me alegro de haber aventado tantos asuntos (poesía, calzones, rima, ojos de entrenador, Bruguera, rubio controlador, descartes sustantivo no nombre propio, arameo...) pero obviamente lo mejor de todo su comentario es para mí el tratamiento de "monsieur" y su cálida despedida, ambos inmerecidos.
    Confío en que me mantenga la confianza si alguna vez tengo la desgracia de asaltar el barco en el que Usted viaje.

    Ah. No se preocupe por la longitud de sus comentarios. Algunas cosas, como el palo mayor de un barco, precisan por su propia esencia una longitud. O no serían ellos. En cuanto a mi Navidad, no puedo revelarle si la tengo o no pues por el calendario delataría ante mis enemigos la posición, pero estad tranquila.

    Buenos días, Señora.

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