miércoles, 7 de diciembre de 2011

RAJOY Y LAS CADENAS DE MARSELLA



  Rajoy se ha ido a Marsella, a la cumbre del Partido Popular Europeo. Allí se encontrará con Angela Merkel, Nicolás Sarkozy y el fantasma de Adenauer. ¿Qué se traerá de ahí? 

  Digo esto porque parece que de Marsella siempre se trae uno algo, y no me refiero a sustancias psicotrópicas (la película French Conexión hizo mucho daño). En 1792, los soldados que desde Marsella marchaban hacia París en la guerra de la Convención se llevaron consigo un cántico que luego se convirtió en himno de Francia. Dicen algunos que en esas mismas mochilas llevaban algo menos llamativo pero más nutritivo: el tomate, de reciente introducción en los puertos de la Francia, entre cuya población era inusual. Años antes, los visitantes de Marsella se habían llevado de allí la peste, corría el año 1720, en el Mediterráneo español saben mucho de eso porque algún coletazo nos dejó; el duque de Berwick, vencedor de la batalla de Almansa, fue el encargado de aplacarla y allí fue mandado en 1721 permaneciendo hasta junio de 1722. Otros viajeros y comerciantes se traían el jabón de Marsella, en fin, todos se llevan algo a la vuelta. ¿Y Rajoy?

  Mucho me temo que Rajoy se va a traer unas cadenas al cuello que le va a poner el nuevo Dúo Dinámico formado por Merkel y Sarkozy, que de tan unidos ni siquiera me recuerdan al verdadero Dúo (Manuel de la Calva y Ramón Arcusa) sino al de la parodia de Martes y 13 que hasta cabían en un único chaleco rojo, como si fueran siameses unidos por la camisa. Mariano se va a la Francia y volverá cargaíto de deberes, grilletes y cepos, puesto en la picota por los pecados de ZP. Qué casualidad que los dos elementos que más asociamos con el corte y recorte provengan de Francia (la guillotina) y Alemania (las tijeras de Solingen. Y si no, observen la cara con la que venga Mariano a la frontera, de vueltita a casa. Tradicional era la cara de horror que se ponía a los españoles cuando desde Europa regresaban a España, por la depresión que nos entraba al pasar de las maravillosas autopistas europeas a las bachicutres carreteras patrias; hoy la cara de susto no será por eso sino por el mensaje que se traiga el electo desde Marsella: cadena con bola al pie, ya veremos si perpetua.

   No crean que asociar Marsella con cadenas me ha resultado casual. Lo primero que he pensado es en Edmundo Dantès, el Conde de Montecristo, al que le rociaron de candados al ser hecho preso, por culpa de los malos Danglars, Villefort... Dantés iba a casarse con su amada Mercedes (de raíz española) pero sólo pudo llevarse de Marsella las cadenas que le endosaron, y de ahí al castillo de If. Yo cuando veo a alguien que queriendo un Mercedes acaba con las esposas pienso más en el Dioni, o en Roldán, por no pisar callos más recientes.

   Pero no crean, porque tengo también un pensamiento más bonito y compensatorio: las cadenas como trofeo. Y se lo explico. Antes de Rajoy hubo otro gran jefe español que de Marsella se trajo unas cadenas, pero no como castigo sino como signo de un triunfo. Fue el rey de Aragón Alfonso el Magnánimo, que estaba en guerra con Francia allá por la primera mitad del siglo XV (por decir un siglo). Concretamente, el rey aragonés irrumpió en el puerto marsellés el 19 de Noviembre de 1423, siendo el barco de  Romeu de Corbera el que obró la proeza de arramblar con las cadenas que protegían la rada. El rey se trajo las cadenas a su corte de Valencia y las colocó en la capilla del Santo Cáliz de la Catedral, donde está o debe estar el Santo Grial. También se trajo la reliquias de San Luis de Tolosa, pero éstas fueron devueltas por Fernando VI en el siglo XVIII. Hoy se pueden ver aún los cadenones, que dan miedo de mirarlos, si ustedes entran en la Catedral en seguidita a la derecha y una vez en la capilla miran atrás y a la izquierda.

  Así pues, ¿Se traerá Mariano un trofeo de Marsella, aunque sea en forma de cadena? ¿Se traerá una estampita de Hildegarde von Bingen que le regale la Merkel? ¿O una de San Nicolás (Sarkozy) ya que ayer 6 de Diciembre fue su día? De momento hay una cosa que parece segura que sí se va a traer: un supervisor que nos va a poner Europa para hacer los Presupuestos Generales del Estado. Y ése sí que va a venir esposado a Rajoy, como los del FBI que suben al avión esposados con el delincuente en las películas de acción. Una cancioncilla del tiempo de la Armada Invencible hablaba de uno cuyo hermano Bartolo se iba a la guerra; decía así: “...tiene que traerme, a mí de la guerra, un luteranico con una cadena...”. Y sí, Rajoy va a venirse con luteranico europeo encadenado, pero no como prisionero ni como trofeo sino para supervisarle a partir de ahora. De todas formas, admítanme que si eso sirve para que salgamos de ésta, no nos quedará más remedio que gritar, una vez más en nuestra Historia: “¡Vivan las caenas!”


4 comentarios:

  1. Iba leyendo y como no lo menta usted hasta mitad ya tenía el comentario preparado: A mí Marsella me recuerda a Edmundo Dantés, jajaja.

    Nunca ver a Napoleón fue tan engorroso.

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  2. Y a mí Edmundo me recuerda a Leonardo

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  3. Sigue siendo el mismo, pero ya siente su querer (el de Mercedes)... No cambió no cambió no cambió...

    En cultura basurítica no me gana ni Perry Manson.

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  4. No tientes a la suerte, Mameluco, siempre hay alguien que nos supera en cultura basurítica (por suerte)

    Zarafin

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