A yerno quemado empieza a oler lo de Urdangarín. Y miren que los corsarios solemos ser monárquicos, porque nos gusta más pelear contra reinos que no contra repúblicas que son una vulgaridad. Pero la cosa pinta mal.
En España tenemos lo de “oler a cuerno quemado”, que no sé muy bien de dónde viene, pero sí sé a qué le pega: a lo de nuestro querido infante consorte, al “yerno quemado”. De qué sirve que te hagan duque, que te casen con la heredera tres, que seas fermoso y alto, si luego te ves en el pozo de las inmundicias como Giscón en Cartago. Por supuesto que la presunción de inocencia existe, pero por supuesto también que el pueblo y no sólo el populacho exigen cuentas; por supuesto que la asignación de la Casa real y su familia (de unos 8 millones de euros) es ridícula comparada con la de Italia, Francia y otras “fórmulas populares”, pero también es verdad que ni 8 ni 1 permiten a nadie pensar que la monarquía es carne de burro o sea invisible; por supuesto que el fiscal aún no le ha imputado, pero es porque no ha tenido estómago de poner nombre propio a lo que en glosa ya está diciendo en sus escritos; por supuesto que el consorte no es la infanta, pero díganme entonces qué es; y por supuesto que la infanta no es su padre ni su hermano, pero díganme... díganme. Qué espectáculo. Qué pena.
Cuando llegue la instrucción, la sentencia, el recurso, lo que sea, será tarde, porque del cuerno quemado habremos pasado ya al yerno quemado. Al otro para evitarlo lo sacaron del museo de cera, y a este tendrán que sacarlo de Belice que es un Paraíso Fiscal donde al parecer subían las tribus de los dineros de los chanchullos investigados. No sé si lo saben, pero Belice debe su nombre a un bucanero inglés llamado Peter Wallace que se dedicó a furtar lo furtable a la Corona española, y al que no hubo manera de echar; hoy parece que en Belice se estaría haciendo rico otro señor o señores que también van a dejar nuestra corona hecha unos zorros y al que no sé si habrá manera de poner tajo.
Cuando llegó la monarquía a España con la transición, el Partido Comunista de España tuvo que hacer un sacrificio en pro de la reconciliación y de su legalización, que fue acatar la monarquía y la bandera de España, y famosa fue la foto de la reunión de su sede abarrotá con la bicolor abrazando su mesa. Eran los tiempos en que Carrillo y Fraga se hacían fotos en el Siglo XXI que entonces era un Club y no una Amenaza. Tiempo después el PC derivó en Izquierda Unida (IU), pero ni antes ni después han dejado de asumir el compromiso con la Monarquía Constitucional, aun dejando claras sus legítimas preferencias por la república. Hoy, lamentablemente, el peor ataque a esa monarquía viene de IU, pero no de Izquierda Unida sino de Iñaki Urdangarín. Y que nadie vea en esto una salida de tiesto, o una infracción a los derechos de defensa, presunción de inocencia y los etcéteras, puesto que eso va aparte. El daño ya está hecho en cualquier caso, por desgracia. La mujer del César no sólo debía ser honesta sino parecerlo, y en este caso hay uno al que las apariencias le están dejando ya K.O.; nada le podrá levantar ni aunque resulte inocente de su cuenta, que ya va por 16.000.000 según la prensa.
Dicen que decía el Rey que “trabajo sí, negocio no”. Entre el salario mínimo y lo beneficios yérnicos hay un trecho que otros valorarán, pero el cuerno ya está quemado y clavado. En la Roma antigua se acuñó el concepto de Cornucopia para aludir al “Cuerno de la Abundancia”. Ese es el que parece que quería disfrutar el yerno sin perjudicar al suegro; el símbolo es viejo y lo encontramos en la primera iconografía que, por ejemplo, se dio a la riquísima ciudad de Valencia ya antes de Cristo muchos siglos antes de ser identificada por la senyera o por el murciélago del Rey Jaime. El Cuerno de la Abundancia está en una fuente que adorna la valenciana Plaza de la Virgen junto a las figuras que representan el agua de sus acequias. Al duque le gustaría estar disfrutando de ese cuerno, pero yo, al ver su itinerario, estoy pensando más en otro cuerno mucho más dañino, el de la historia del dios Cernunos y los dioses ciervos que nos contaban Robert Graves, James Frazer, Mircea Eliade o Jean Markale: aquellas historias en las que el rey del bosque era eliminado, matado, por otro ejemplar más joven y cuyo símbolo de autoridad eran los cuernos como símbolo del paso del niño al adulto capaz de tomar el relevo de la autoridad caduca. Ponerse los cuernos era la imagen de la eliminación del rey viejo por el aspirante joven, estilo Apocalipsis Now, (de ahí viene lo de “poner los cuernos” a la pareja, cuando se le es infiel con otro más joven que viene a ocupar su lugar). En el cuento de Bambi está muy claro cuando Walt Disney nos presenta la escena última con un Bambi exhultante y cornudo.
Pues bien, tomando lo salvable de todas estas historias, podemos decir que buscando el cuerno de la abundancia sólo se ha conseguido dar un golpe muy serio al rey viejo. Ya veremos cómo sale el Rey de ésta. El asunto sería banal si no hubiera ahora un debate también serio sobre el futuro de la monarquía en España, y sobre una reforma de la Constitución en la que se ha de tratar de la sucesión de las hijas y los hijos. Parece que de un plumazo los niños rubios de los duques se han quedado más plantados que el portero en el penalti de Panenka. Los de la otra infanta ya estaban tocados por el asunto del hermano del de la moto de agua. Las miradas se van a centrar aún más en las dos niñas de F&L a las que hay que apañar el texto antes de que sea tarde...
Qué lástima de haberse ido Sabino (Fernández Campo). Qué pena da tener que escribir sobre ciertas cosas, aunque más pena daría pensar que tuviéramos que callarlas. Que se aclare todo pronto, por favor, aunque mucho me temo que no servirá de nada por muy bien que acabe. Ojalá estuviera aquí el porquero de Agamenón para contarles toda la verdad cuando se sepa, pero me temo que me tocará a mí. No obstante, a mí lo que de verdad me fastidia es no poder echar la culpa de esto a Zapatero, que uno como todos es hombre de costumbres.
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