Para el SEÑOR DE SINGAPUR que alguna vez se equivoca y entra en mi blog: ANA BOTELLA, de la que voy a hablar, es la esposa de JOSE MARIA AZNAR, que fue Presidente del Gobierno de España hace unos años (1996-2004). Ayer la nombraron Alcaldesa de Madrid.
Antes de decir nada, quiero ser honesto y confesar que arrastro un PREJUICIO contra Ana Botella, no como persona (que seguramente será una gran mujer y a la que respeto y no me meto en su vida) sino como personaje PUBLICO, por culpa de una FOTO. Hay dos fotos de la democracia que me han bajado la bilirrubina hasta las antípodas y ya nunca volví a ser el mismo. No están entre ellas la foto de Tejero ni la de las Azores ni la de Aido levantando el puño ni la de De Juana Chaos... ni tantas otras que suponían grandes PIFIADAS POLITICAS, porque la política ahí se queda, se supera si se puede y se cambia por otra. Las fotos que más me deprimen son las de las pifias PERSONALES, aquéllas en las que se descorre la cortina humana de quien nos gobierna y vemos a un lilliputiense mediocre y zafio, al que sólo dan ganas de clicar en “minimiza” y “ya no me gusta”: la primera fue la foto de FELIPE GONZALEZ EN EL AZOR en 1985, y la segunda fue la de los AZNAR EN EL ESCORIAL, en 2002 casando a la hija.
Centrándome en esta segunda debo decirles que, desde la boda de la niña, ya puede la Señora Botella hacer malabarismos, arreglar el paro, dejar abrir empresas o dar besitos a su marido en el teñido, que no me sirve. Si a mí me hicieran Primer Ministro de su Majestad, nunca se me ocurriría casar a mi hija en el Santísima Trinidad si aún existiera, en el Victory de Nelson si lo hubiéramos capturado o en el Orient que llevó a Bonaparte a Egipto. Primero por respeto a sus titulares, y segundo por no irritar a los españoles. Quizá exagero, y habrá opiniones diversas, como los que ven la botella medio llena o medio vacía siendo la misma cosa. Para mí, Ana Botella es la de la foto del Escorial, media persona o persona mediana, y por tanto nunca podrá pasar de MEDIO ALCALDESA.
Es muy divertido ver a las FEMINISTAS SOCIALISTAS debatirse en silencio entre ser feministas alabando que una mujer sea la primera alcaldesa de Madrid, o ser socialistas criticando que sea del PP y ascienda por el nepotismo de “ser esposa de”. Claro, que para eso primero deberían callarse por haber visto cómo el PP ponía muchas más mujeres en el poder que el feminista PSOE, y callarse también por haber sido ellas igual de nepotistas con hijas, esposas... Por si alguno no conoce la palabra “Nepotismo”, le diremos que viene de “sobrino” en latín, y consiste en la práctica de enchufar parientes en el gobierno, en origen sobrinos porque así se produjo con los Papas y clérigos, que por célibes teóricos no tenían hijos a quien pasar sus poderes y lo hacían con sus sobrinos (o descendientes ilegítimos), caso de los Borgia, de los Farnesio, de tantos, hasta que en 1692 el Papa Inocencio XII dictó la bula Romanum decet Pontificem para acabar con esta práctica. Lo del nepotismo había sido el Plan-B que los Papas habían encontrado una vez que en 1059 otro Papa (Nicolás II) les estropeara a los religiosos el Plan-A, que era transmitir el poder a sus hijos directamente, cosa que hasta entonces se hacía pues el celibato no estaba instaurado como obligatorio. Nicolás II quiso acabar con eso de tener compañeras o concubinas, (lo que se denominó Nicolaísmo), y también con la Simonía (que era la venta de favores o cargos religiosos, y que tomaba su nombre de cuando Simón el Mago quiso pagar a San Pedro para que le transmitiera sus secretos para hacer milagros). He hecho esta digresión vaticana sobre NEPOTISMO, SIMONIA Y NICOLAISMO para poder decir que los laicos podían aprender de esos curas que tanto critican, y que desde hace muchos siglos han dictado normas para no incurrir en los mismos vicios que nuestros democratísimos líderes civiles repiten a diestra y siniestra: enchufar a parientes y vender favores.
Ha hecho mal Ana Botella en hablar en su discurso de la legitimidad de su nombramiento. Nadie se lo discutía, y si alguien lo ha hecho el tonto es él, porque la mujer estaba ya en la lista. Es cierto que la lista viene hecha, que la gente no vota nombres sino papeletas y que los partidos no son democráticos, pero eso puede decirse para cualquier otro político de los miles que nos sobrevuelan. Lo que se puede discutir es LO DE ANTES, lo de cuando fue puesta ahí, para escarnio de tantos que podían merecerlo más pero no estaban casados con Jose Mari. Al parecer, Doña Ana es técnico administrativo, y ha estado en otras concejalías antes. Sí, muy bien, pero ¿por qué estaba ahí? ¿Hubiera estado alguna vez en algún sitio si no hubiera sido “señora de”? ¿La hubieran llamado de Tele-5 para ser comentarista como hizo algunos días, si no hubiese estado empadronada en La Moncloa? Por cierto, no sé qué fue de aquella aventura.
Me gustaría saber si GALLARDON hubiera puesto alguna vez a Doña Ana de Número Dos si su señor marido de ella no hubiera susurrado a los caballos del otro aquello de: “Anda, Alberto, por mis viejos tiempos y por los futuros tuyos, no sabes la ilusión que le haría a mi Ana..., ¿qué te cuesta?” Y Alberto Ruiz, que no sabe decir que no, dijo que sí. Aznar actuó en Madrid como Napoleón en 1808: imponiendo en el trono a su esposa Ana Botella igual que el Emperador impuso a su hermano Pepe Botella (José I para los que le añoramos). Algo debe haber en la BOTELLA que cierra el paso a otros de más mérito, será el TAPÓN.
Y ya pueden ir cinco ministros a la investidura, ya pueden aparecer Melchor, Gaspar y Baltasar trayendo oro, empleo y olimpiadas, que no me vale el sistema. Las ALCALDÍAS GANANCIALES no me gustan como no me gustan las concejalías hereditarias, las diputaciones comanditarias ni los escaños troncales. Y menos si hablamos de quien cuando sólo era esposa se paseó por el Escorial como si fuera Juana de Arco trayendo noticias de San Quintín. Qué hará cuando sea ella la que firme. ¿Bautizará al nieto en la Plaza de Colón? ¿Llenará de leche de burra el estanque del Retiro para bañarse como Cleopatra? O quizá meta el Azor en el estanque e invite a Felipe González a pasearse juntos aunque enemigos, como La Reina Luisa de Prusia y el zar Alejandro, o como Gala Placidia y Ataúlfo, a partir un timón.
Hay quien se queja de que Gallardón haya aceptado ahora ser Ministro cuando hace unos meses engatusó a los madrileños para que le revotaran, pero para mí es más grave lo otro, lo de la herencia que se dejó alquitranar en el tacón, la número Dos. Y no me vale eso de que “la pobre mujer no tiene la culpa de ser la esposa de un político de renombre, a ver si va a tener menos derechos que cualquier otra mujer”; porque yo le contesto: “no, si los derechos los tiene: el de afiliarse, estar diez años trayendo cafés, otros diez haciendo informes, otros diez pegando sellos, otros diez yendo a plenos, y luego presentarse a las elecciones locales como número Uno de su pueblo de tercera, y si gana pasarla a la Diputación antes de que desaparezca, y si sobrevive meterla de número cinco en Navarra para pelearse con los 14.86% de Amaiur”, que es el derecho normal de cualquier española con ambición política. Cualquier otra cosa es Nepotismo, o Simonía, o yo qué sé (¿no es así, Gallardón Junior?).
Monsieur, en Singapur van a erigirle a usted un monumento por ser tan considerado.
ResponderEliminarAhora bien, ahora ya me ha entrado aprensión con mi foto de perfil, al pensar que podría ser objeto de una crítica tan despiadada. En adelante tendré que mirar mejor cuál elijo.
Por cierto, muchas gracias, monsieur, ha sido un detalle encantador por su parte. Me gustan los pre-rafaelitas. Incluso creo recordar que utilicé esa imagen como ilustración en uno de mis textos no hace mucho.
Buenas noches
Bisous
Madame,
ResponderEliminarEl Señor de Singapur es un señor real que fue el primero allende las Españas que entró en mi blog, y me causó tal sorpresa que desde entonces le venero, será por lo del Galeón de Manila.
Aun teniendo vos una opacidad adorable, confieso que a veces me supera, y en este caso no sé a qué os referís con crítica despiadada. No merezco aclaraciones, pero la palabra "despiadada" me subyuga. A vuestros pies.
Os agradezco las gracias. Todo medievo es poco.
Buenas noches, señora.
Zarafin.
Agradezco a Guillermo H. una corrección ortográfica. Por favor, sieimpre que veáis alguna falta ortográfica que no sea de estilo, decidlo. Con garbo!
ResponderEliminarZarafin
“Ya puede la Señora Botella hacer malabarismos, arreglar el paro, dejar abrir empresas o dar besitos a su marido en el teñido, que no me sirve”. Y aún se sorprende de que le llame despiadado! Caramba, monsieur, debe de ser que yo no soy tan rencorosa, pero si alguien arreglara el paro o dejara abrir empresas (lo del besito al marido lo considero opcional), yo creo que le perdonaría cualquier foto.
ResponderEliminarY claro, me entró tal angustia que comencé a repasar mi álbum de fotos… digo mi galería de retratos, perdón. Buscaba aquellos en los que fui inmortalizada asistiendo a alguna boda, por si había algo en ellos que pudiera ser considerado “pifia personal” y utilizado más adelante por mis enemigos para atacarme, que en esta corte de víboras todo se aprovecha. No vi nada anormal, como no sea la cara de pote y circunstancias que pongo siempre en tan poco gratas ocasiones. Bueno, las esconderé por si acaso, porque usted es tremendo.
Es la primera vez que me llaman opaca. Ha de ser por mi antifaz. Es impermeable, lo cual es una suerte, porque así nunca me mojo. El suyo obviamente no lo es.
Feliz tarde, monsieur
Bisous
Madame,
ResponderEliminarsois un campo de minas, lo cual agradezco.
No albergo ningún rencor, ni soy quién para apiadarme ni perdonar a nadie. Como a las hadas de Peter Pan, sólo me cabe un sentimiento a la vez, y no es ninguno de ésos. Me calificáis de despiadado; decidme cómo llamáis al mundo.
Me habéis tranquilizado: al principio pensé que hablábais de algún comentario mío que hubiera hecho sobre un retrato vuestro. No recordaba tal. Resulta que vuestro comentario era preventivo, pero ahora me siento carente pues querría ver esa imagen de cara de pote y circunstancias tan nupcial. En todo caso, si la -por vos citada- corte de víboras osara amenazaros, tiene las horas contadas a partir de que yo lo sepa. Por cierto, ¿Es posible que vuestro retrato esté entre la galería de bellezas de Sir Peter Lely?
Llamar opaca a una Dame Masquée no deja de ser una redundancia, pero no es lo que yo he hecho pues me he limitado a decir que "tenéis opacidad"; lo que se tiene se puede desechar, como quien se quita un antifaz, mientras que el ser forma parte de uno. No mojarse nunca es un privilegio de las damas, y un arte muy difícil por el que os felicito. Yo aspiraba también a ello, pero vivir en el mar lo hace tan inviable que he pasado de la evitación al disfrute; ello me acerca cada vez más a los delfines y me aleja del Delfín donde vos estáis... Domage.
Gracias por el obviamente. Y por desearme una feliz tarde, no le pondré fecha y servirá en los días aciagos guardada en paño de William Morris.
Señora.
Zarafin.
Monsieur, es que yo nunca llamo al mundo, y no porque no me apetezca, sino por razones prácticas: sé que no me va a contestar. Ello es la razón de que prefiera dirigirme a las personas que en él habitan, en especial si ofrecen el aliciente de ser corsarios.
ResponderEliminarSupongo que hallaría mi personal concepto del mundo haciendo una especie de nota media entre las personas a las que he conocido hasta ahora, pero la magnitud de la tarea me da un poco de pereza.
En cuanto a Sir Peter Lely, lamentablemente no llegó a pintar ninguno de mis retratos. Visité Inglaterra, desde luego, pero la primera vez sucedió dos años antes de que fuera nombrado pintor de cámara, y la segunda no me quedé el tiempo suficiente como para poder posar para él. Lely estaba demasiado ocupado pintando a la duquesa de Cleveland. Yo creo que se hizo el remolón a propósito, por no decirme así a lo bestia que no sabría dónde colocar uno de mis retratos. En cambio, fui retratada por Mignard, íntimo amigo de mi padre, el gran Molière.
Bien, mejor opacidad que deslustre, a fin de cuentas. Pero considere usted que el hecho de elegir libremente ponerse un antifaz ya revela algo que en realidad forma parte del ser, y no solo del estar. Si una persona aparece despeinada, puede deberse a una ráfaga de viento inoportuna en la que para nada ha intervenido el sujeto. Pero, ay, monsieur, el antifaz…
Discúlpeme una pregunta que olvidé hacerle el otro día con el sobresalto de los retratos: oiga, aquella frase antológica y digna de ser tatuada en su brazo de corsario, una en la que decía “todo medievo es poco”, ¿es suya o estaba usted citando al conde de Salvatierra?
De nuevo feliz tarde, monsieur
Bisous
Madame,
ResponderEliminarsois como el éter, se os deja una ranura y os expandéis. Y ascendéis. A poco no podré estar a vuestra altura.
Hacéis bien en no llamar al mundo. Yo llamé al cielo y tampoco me oyó, como pasó a Don Juan. Me habéis llamado persona y no sé cómo tomarlo.
Sobre la nota media... no lo hagáis. Las cosas medias no encajan con vos salvo que sean de seda. La pereza sí, que no es tal.
Sois una experta en la duquesa de Cleveland y de todo su siglo tan del presente. No sé si el privaros de Lely os ha hecho tenerle animadversión; yo la tengo pues -si no estoy mal informado, y os ruego me corrijáis- pudo desviar a John Churchill de su camino y no le habría permitido llegar hasta mi gran adorada Sarah Jennings, a la que no obstante reprocho las invectivas contra su cuñada Arabella. Creo que la hermana Frances sí figura entre los retratos, ilustradme vos si yerro. Por vuestras palabras, creo que Mignard me interesará ahora un poco más que el otro.
No volveré a dudar de vuestro antifaz, si decís que lo asumisteis libremente, lo que no es poco.
Sobre la frase del medievo... me habéis hecho reir mucho, sois aguda y en mi barco seríais un peligro permanente. La frase es mía, pero lleváis toda la razón con lo del señor conde, no sé si sentirme halagado o sentirme halagado (no es una errata). En cualquier caso, aunque os agradezco la idea del tatuaje, os diré que nunca dejaré tatuar mi piel voluntariamente; precisamente el evitar ser marcado por otros fue una de las causas de echarme al mar. Mi tatuaje es mi propia piel, que habla por mí sin necesidad de traductor, y quien quiera leer algo deberá hacerlo en mis cicatrices y no en unas letras. Espero no haberos contrariado, no sea que os quejéis ante el conde de Salvatierra y me mande cinco lanchas cañoneras.
Feliz tarde por vuestra visita.
Señora.
Zarafin
Ah, por cierto, Madame:
ResponderEliminarlo de las cinco lanchas cañoneras no lo digo por miedo de ser atacado, sino por la lástima que sería tener que verme obligado a hundirlas y privar a Su Majestad de cinco embarcaciones y un puñado de buenos artilleros y matriculados de mar. Desde el fracaso de Gibraltar (qué vergüenza no haber dejado manos libres al Capitán Toni Barceló), no estamos sobrados de embarcaciones.
Vuestro
Zafafin.