lunes, 31 de octubre de 2011

CIERRA EL AEROPUERTO DON QUIJOTE. ¡POBRE CLAVILEÑO!


El aeropuerto de Ciudad Real ha cerrado, de aburrimiento. Sin pasajeros, sin vida, como esos poblados abandonados del Oeste americano, donde sólo vuelan los pegotes secos de las rosas de Jericó.

Le habían puesto de nombre “Don Quijote”, de forma premonitoria. Quien le diera tal bautismo debió pensar en hacerlo atractivo a japoneses de mochila y chanclas, pero se ha encontrado con lo peor de Alonso Quijano: los molinos de la evidencia. El aeropuerto se ha estrellado contra su prospección de mercado y aquí tenemos lo que tenemos: otra instalación millonaria, avalada a cántaros por la Junta Autonómica y sin dar un duro. Persépolis se diría, color piedra y en el desierto.

Yo habría puesto a la cosa el nombre también quijotesco de “Clavileño”. Para quien no lo sepa, Clavileño es el nombre de un caballo de madera que se suponía que volaba como los aviones y en el que se subieron Quijote y Sancho. Lo cuenta Cervantes en el capítulo XLI de la Segunda Parte de su obra maestra, titulado “De la venida de Clavileño, con el fin desta dilatada aventura”. Clavileño, obviamente, no volaba, pero a los jinetes (Quijote y Sancho) les convencieron de que sí y los montaron con los ojos tapados. Los cortesanos frívolos que rodeaban la escena fingieron que el caballo volaba, para lograr el engaño, y escenificaron el vuelo con “cohetes tronadores” y una ”estopa ligera” prendida para semejar el calor de las alturas.

Lo peor es que los jinetes creyeron que aquello volaría, igual que se lo debió creer el Presidente de Castilla La Mancha cuando le dijeron que se subiera con los ojos tapados al capricho de los aires, y cuando debió inaugurar su aeropuerto con los mismos “cohetes tronadores” que acompañaron el falso vuelo de Clavileño. ¿Quién ha sido más quijote de los dos? Los corifeos que rodeaban la escena montaron el número para acompañar la farsa, porque les convenía para gozar; lo que no esperaban es encontrarse a un “tonto útil” que les diera gusto haciendo la tontería. Pero volar era un sueño convertido en pesadilla, y la gravedad ha dejado en tierra a Clavileño y a los aviones de Ciudad Real; quien crea que ha volado se lo debe hacer mirar, porque proyecto así no podía coger aire, no así, sin escuchar a los expertos, a los tour-operadores, a los controladores, a los que se juegan su dinero, a los que saben de qué va.


La lección del Clavileño quijotesco es que sólo creen que pueden volar aquéllos que se tapan los ojos. Es decir, nuestros gobernantes, esos que nos situaban en la Champions y adelantaban "volando" a Italia y Francia. ¿Y los demás? También somos culpables, porque nadie se cree que está volando si no hay un coro que le convence de ello, y coros en España ha habido muchos. No quiero hacer leña del árbol caído, no hace falta, estoy a favor de los aeropuertos y de cualquier infraestructura, pero siempre que cree más riqueza de la que destruye con su ejecución, así que Ustedes mismos. 

Ah, y para que no se enfaden los de Castilla La Mancha, ni aparezca Artur Mas para decir cómo hablan castellano los niños de Cuenca, les diré que si ayer fue el aeropuerto de Ciudad Real, hoy ha sido el de Reus. Nos acercamos a la escenificación del ocaso o, tomando el ya citado título cervantino, “... el fin desta dilatada aventura”.

4 comentarios:

  1. La explicación mas probable no es que lo hicieran volar con los ojos tapados, si no con la nariz tapada. Esto tiene toda la pinta de.." vamos a hacer una aeropuerto, y nos lo llevamos calentito"

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  2. Qué quieres que te diga, Iñigo querido.

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  3. obviamente y como siempre ha sido una maniobra mas del corrupsoe para robar miles de millones haciendolos desaparecer entre el humo de las ilusiones creadas al pueblo que es al final quien paga este tipo de desmanes.
    Algunos todavia no se han dado cuenta a quien le tocara pagar con el sudor de su frente, la de sus hijos y la de sus nietos todo el saqueo que han venido protagonizando los de siempre..

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