Tanto mar que me rodea,
tanta espuma floreada,
tanta hermosura salada
que abruma a aquél que la vea,
no me da lo que desea
la sed que mi espera hiere,
pues sólo si el cielo quiere
le llueve paz a mi alma.
Dulce es el agua que calma
a aquél que vagar prefiere.
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